Generando cambio

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Libro de mi autoría "ENTRE DELIRIOS Y REALIDADES"- Capítulo Tres PDF Imprimir Correo
Escrito por Gerardo Bova   
Sábado, 19 de Enero de 2019 02:42

CAPÍTULO TRES

La Moda de la Revolución Francesa y el Oportunismo Inglés

Es muy común y hasta resulta lógico, que la mayoría de los países con menores perspectivas de crecimiento económico, se vuelquen a conquistar lazos afectivos con naciones más poderosas que marcan las pautas en cada época. Más visible es ese vuelco cuando se  está en presencia de hombres que tienen otros intereses, por encima de los de su país, que intentan relacionarse con los poderes mundiales de turno para realizar “negocios” que engrosen sus arcas y no las de su nación. En el devenir de la historia, la situación no tuvo grandes variaciones y en nuestros días todo continúa de igual forma. Además, y esto hay que  remarcarlo, estas posturas no dieron resultados satisfactorios para los países de menores recursos, sino que la  dependencia aumentó de manera sostenida y permanente, en algunos casos con pronósticos delicados.
A fines del siglo XVIII, el significado de los cambios producidos en Francia a través de la post-revolución y la apertura de un sistema de vida distinto, causaron como efecto  dominó una cierta admiración en el resto del mundo, sobre todo en esta parte del universo. En la vieja Europa aparecieron los románticos rusos, quienes en  cierta medida, eran los que estaban más entusiasmados con los cambios que se estaban vivenciando. Los rusos trataron de incorporar ese aprendizaje como modelo a un futuro alternativo en su región, para enfrentar activamente el poder de los zares
No podía ser ajena a estos acontecimientos la región americana; muchos representantes de países en nuestro continente comenzaron a interiorizarse en esa revolución ganadora para introducir esos cambios positivos en las políticas revolucionarias de liberación en toda Latinoamérica.
Tal vez, los libertadores Bolívar, San Martín y O’Higgins, entre otros, fueron los precursores en alentar esas ideologías revolucionarias europeas con “acento” francés, que traía aires de triunfo y sintieron que ése era el camino adecuado a tomar para derrotar al dominio español en estas tierras.
Los contínuos viajes de estos jefes revolucionarios a tierras europeas no eran casuales. Estaban abocados a una búsqueda constante para ampliar los conocimientos que alentaran las estrategias que intentaban introducir en este rincón del mundo.
Pero no queda claro en la historia si nos seducía el proyecto francés o éramos más proclives  a recibir apoyo irrestricto de Inglaterra.
A mi modesto entender, cualquiera de las formas, (España, Inglaterra o Francia) no significaba nada para el cambio y aumentaba la dependencia. Por supuesto no conducía a ningún  modelo de liberación.
No se puede aplicar lo mismo en un país o en otro cuando las culturas son totalmente opuestas. Pero sigamos.
A mediados del siglo XIX, la mayoría de las Constituciones de los países latinoamericanos fueron extraídas, en su contenido y análisis de la francesa y también de la norteamericana, que a su vez, tiene fuertes lazos con la inglesa. Pero, al margen de las Constituciones que se produjeron 30 o 40 años después de logradas las independencias de distintos países americanos, puede observarse que líderes de nuestro continente (ejemplos: San Martín o Bolívar)  buscaban la protección de Inglaterra o Francia cuando las cosas se complicaban en sus respectivos países o con los que tenían vinculaciones territoriales con Argentina, Perú, Colombia y Venezuela.
Luego de producirse la denominada Revolución Industrial, que permitió un giro importante y alentador en todo el mundo, en las últimas décadas del siglo XIX, se comprueba fehacientemente que nuestro destino estaba más cerca de Inglaterra. Ese giro no fue aprovechado ni visualizado en el sur de América, especialmente en la Argentina; porque, si bien, circunstancialmente, produjo cambios relevantes en la capacidad de empleo y trabajo y en el crecimiento de su economía, no pudo revertir el tenor de la dependencia, que aumentaba año tras año.
El auge y expansión de las industrias argentinas desarrolladas y lideradas por los ingleses duraron hasta que éstos vieron satisfecha su inserción en América Latina. Así pues, en el siglo XX, durante la década del 40, comprendieron que era hora de emprender la retirada en busca de nuevos y más productivos horizontes o de invertir los recursos obtenidos en nuestras tierras en otros emprendimientos acordes con las nuevas tecnologías, dejando caer intencionalmente y en forma premeditada las industrias deterioradas por ellos mismos.
Por supuesto, esto trajo aparejado elevados índices de desocupación, agravados por la situación mundial, en épocas de post-guerra, que dejó secuelas importantes desde 1914 hasta fines de la Segunda Guerra en los 40.
Entonces sucedió lo que todos los argentinos conocemos y que ha sido tema de amplio debate a través de los últimos 50 años con el advenimiento del Gral. Perón, que deja a la sociedad en franca contradicción con respecto a la distinta óptica de apreciación e interpretación de los hechos.
Ningún argentino puede desconocer las intenciones de Juan Domingo Perón, de aplicar un modelo de gobierno popular con un fuerte incremento en el aparato estatal. Fue un estatista acérrimo y defendió a ultranza tal intención.
El autor de este ensayo, sin ser un hombre de inclinaciones peronistas, reconoce el esfuerzo de Perón  para revertir esa fuerte dependencia histórica de las corporaciones internacionales. Esto le abrió a la Argentina la enorme posibilidad de aumentar el accionar productivo y exportador que  generó el índice de desocupación más bajo de nuestra historia, a pesar de las dificultades de la época en todo el mundo, entre la crisis del 30 y la post-guerra.
Es en ese momento cuando se produce el gran debate en la sociedad argentina que perdura hasta nuestros tiempos. Queda en claro que las secuelas fueron tremendas por la burocracia existente en las conformaciones de esas políticas,  por la inserción de un aparato sindical que no estaba preparado para esas decisiones determinantes y por lo más visible quizás, que era la fuerte caída de esas empresas estatizadas por Perón, que habían quedado destruídas, obsoletas e inmanejables, con fuertes déficit en sus balances y estructuras, producidos por sus antiguos dueños, los ingleses.
Como dato ilustrativo y a modo de ejemplo podemos citar el caso de los ferrocarriles,  que en esos momentos ha ocasionaban una pérdida diaria de 70mil dólares o su equivalente a la libra esterlina de entonces.
Aquí nos vamos a confundir un poco, tanto usted amigo lector como yo, al leer esta  amplia pregunta o varias preguntas a la vez. Es para hacérsela varias veces y seguramente tendremos respuestas distintas. Aquí va.
¿Se puede compatibilizar el modelo impartido por los franceses, con su Constitución a cuestas, con el modelo del Reino Unido si ambos tienen diferencias notables?
¿Podemos tener en las Constituciones Latinoamericanas similitud en los textos con la francesa y la inglesa?
¿Acaso ese acercamiento ideológico de esas Constituciones europeas a las nuestras, no nos trajo resultados totalmente opuestos a lo pretendido?
Difícil de encasillar y sacar conclusiones. Bueno, creo que los únicos que interpretaron  esa ideología fueron los norteamericanos, que, a la postre, luego de ser conquistados, fueron y son amplios dominadores hasta nuestros días. Repito, interpretaron a la perfección, de acuerdo a lo que se vislumbra en estos tiempos, sobre todo por el modelo capitalista instaurado o proyectado a largo plazo. Lo destacable es que lograron una Constitución netamente “localista” arraigada a la forma de vida de sus habitantes, con una notable postura egoísta y conservadora.
Es preciso detenernos a analizar el fenómeno que trajo aparejado un sinnúmero de  contradicciones en la formación de los países latinoamericanos.
La Constitución de cualquier país debe ser el estandarte y la carta de presentación para obtener logros que satisfagan las necesidades de una sociedad y  cada uno de ellas se respalde en un orden y garantía de carácter jurídico proporcionadas por la misma Constitución.
Las contradicciones evidentes de las Constituciones de la  mayoría de los países de Latinoamérica se reflejan en la singular naturalidad de copiar los modelos europeos y como  están salpicadas con los contenidos de algunos artículos de origen progresista de la Constitución de Francia, con otros liberales en lo económico de la Constitución del Reino Unido o la posterior afirmada en los Estados Unidos, era muy difícil o casi imposible aplicarlas en sus justas medidas.
Encontrar el equilibrio que permita el normal funcionamiento e interpretación de nuestras Constituciones es prácticamente imposible, porque en alguna forma, parecería que están hechas de una manera que posibilite la violación continua.
Por lógica consecuencia, esta situación siguió  profundizándose a través de los años y llega a estos días con una notable controversia, que desnaturaliza a la célebre Asamblea Constituyente de 1853 en Argentina que dio origen a las Constituciones antiguas y a la actual reformada en l994, luego de importantes modificaciones en lo estructural, pero no en lo ideológico ni en la metodología de aplicación, resultando verdaderamente complicada en su interpretación para los Jueces.
Menciono en otros párrafos de esta obra, la importancia que tiene para cualquier país que desee vivir en libertad  el cumplimiento activo de la Constitución, debiéndosela interpretar y llevar consigo de la misma forma que una comunidad religiosa convive con La Biblia u otra escritura sagrada que identifique a cada credo.
Si una Constitución está redactada con visibles contradicciones de carácter ideológico, nos veremos ante la peligrosa disyuntiva de interpretación para los que tienen la obligación de aplicarla y nos tiene que dar la sensación que nunca podrían caminar con la transparencia y seguridad para un crecimiento transparente y productivo en todas las áreas de una sociedad que se presume libre.
Lo paradójico y hasta humorístico tal vez, es la gran preocupación de las sociedades latinoamericanas por querer modificar contínuamente sus Constituciones Nacionales, cuando notamos un desequilibrio y gran desconocimiento de cada una de ellas.
En Argentina, a manera de ejemplo, es muy común escuchar los reclamos de cambios en la Constitución. Cuando se preguntan los motivos valederos para esas peticiones, las respuestas no son satisfactorias. La sociedad sólo conoce y memoriza su Preámbulo pero no el contenido real de cada uno de sus artículos, por lo menos los de mayor relevancia.
Tampoco existe un interés concreto de parte de las autoridades educativas en aplicar un modelo de aprendizaje dirigido al estudiantado con relación al conocimiento indispensable de la Constitución.
Para terminar este capítulo, tengo la obligación de comentar que en la Constitución Argentina no todas son espinas. Existen artículos de un nivel de avanzada, muy importantes, con un gran contenido ideológico de liberación y progresismo, pero nunca se aplican debidamente; tal vez por muchos de los motivos expresados oportunamente en este ensayo.

 
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