Incursionar en la descripción de una situación inédita en la vida, de todas las generaciones actuales, que sin dudas cambió y modificará nuestros comportamientos a futuro, implica asumir el riesgo, con la humildad de una mirada, que ni siquiera adquiere rango de análisis, al no ser erudito en la sociología, pero observador de una realidad dramática, para los argentinos y el los pueblos del mundo. No es apocalíptico lo que quiero expresar, al contrario, creo que los instrumentos que puedan dar vuelta una ecuación, catastrófica para el género humano, es una responsabilidad política, de la dirigencia mundial, que permita a corto plazo, poner límites a la Crisis Civilizatoria que azota la Humanidad, ya que al descontrolarse el cambio climático y el calentamiento global, el peligro es inminente y las pandemias y eventos naturales, de una naturaleza enojada, se repetirán.
No son casuales los anticipos cinematográficos, de ciudades que no existen y sobrevivientes que deambulan, ya que estamos viviendo los prolegómenos de una sociedad canibalizada por maniqueísmos, que hacen de la destrucción del otro, un mecanismo cotidiano de lucha por la supervivencia y política, apoyada en el exterminio, antes que disputas de poder, asentadas en la persuasión. Esa situación en Pandemia, sacó a la luz las virtudes y miserias preexistentes en la comunidad, en sociedades sacudidas por décadas en la fragmentación social, el racismo, la intolerancia y la violencia, construidas por años de neoliberalismo, culturalmente dominante. La confrontación entre la solidaridad social activa y la embestida por deteriorarla, es un signo de la época. Es que solidaridad, es lo contrario al interés de mantener apuntalando el Estado mínimo, al servicio de los intereses privados y afianzando el individualismo egoísta, que fue condicionando las políticas sanitarias, destinadas al cuidado de la salud y al bien común, deteriorando la confianza pública en los instrumentos propuestos, relajando los mecanismos de cuidado de la salud y transformando los ejes sanitarios, en un campo de disputa política. Esa confrontación binaria, diseminada en el seno de la comunidad, debilitó los lazos solidarios necesarios, para el cumplimiento de las medidas propuestas, llevando al conjunto social argentino, a un drama, que si bien no podíamos evitar, al no existir herramientas para derrotar al virus, podríamos haber controlado en su magnitud. Los medios hegemónicos y la teoría del Caos, funcionaron sobre el consciente colectivo, como parte de la confrontación política, sin querer aislar de la misma, la situación sanitaria, por lo cual amplios sectores sociales comenzaron a abandonar los protocolos programados estratégicamente. Nada es producto de la casualidad, sino de planificación programada por un sector del poder hegemónico, en el marco de una guerra sanitaria, no asumida por el conjunto de la dirigencia política y social argentina, que como pasó en otros países, en donde la confrontación del neoliberalismo está presente, por lo cual siguió con su ritmo normal de maximizar los planteos, algunos con objetivos destituyentes, como si se pudiese exigir políticas económicas y negociaciones de poder, sin que la situación Pandémica misma, estuviese presente. Entonces los comportamientos sociales de los pueblos, incluido el nuestro, están condicionados por presiones culturales, políticas, económicas, agitadas por sectores de poder, que hacen de la salud de los pueblos, una simple ecuación económica, un gasto más de un Estado, al cual quieren condicionar para permitir, políticas macro económicas de ahorro fiscal, que termina siendo otorgado a los sectores hegemónicos, empresariales y financieros, en detrimento de las necesidades populares, en la redistribución de la riqueza. Para ese fin, la utilización de los medios de comunicación es esencial, para la manipulación de la opinión pública, que termina naturalizando prácticas perversas del poder, llevando a comportamientos suicidas, a una población confundida, por ejemplo sobre la efectividad o no de las vacunas, la existencia misma del virus, la limitación de las libertades individuales por el aislamiento obligatorio, las teorías conspirativas a nivel internacional, que van mellando la credibilidad del pueblo, en las políticas sanitarias, reduciéndolas a una simple instrumentación de las voluntades colectivas del pueblo. La utilización del bisturí por un cirujano es un instrumento de vida, si opera con éxito a una persona, pero pasa a ser un instrumento criminal si agrede a alguien y los apuñala en la carótida, no le cabe la mala praxis, es asesinato. Es el mismo bisturí, un instrumento como son los medios de comunicación, que pueden ser vehículos de información, con libertad de expresión o pueden constituirse en sembradores de odios, linchamientos, persecuciones, mentiras y operaciones políticas, destinadas a debilitar un Gobierno y llevar desánimo al pueblo, dejando de ser, en ese caso un instrumento de comunicación, para ser parte actoral del juego de poder. No le cabe la libertad de expresión, es acción antidemocrática. En ese sentido deberíamos admitir las múltiples complejidades de los comportamientos sociales, provenientes de subjetividades conformadas, en un medio social, culturalmente violento, binario y maniqueo, que nos lleva a desechar los análisis facilistas, que demonizan por ejemplo la juventud, en el debilitamiento de las conductas públicas de aceptación sanitaria, cuando toda una catarata de falsas informaciones, distorsiones y críticas infundadas, van tallando un perfil social dubitativo y temeroso, ante las políticas sanitarias implementadas en defensa de la vida y el bien común. La politización agresiva del ataque a las políticas sanitarias, debería ser juzgado penalmente, como un atentado a la salud pública. Para terminar creo que la reconstrucción de la solidaridad social activa, recreando un marco comunitario de afectos, que acompañe un destino común, como pueblo, es una tarea estratégica como Patria. De ahí a la Comunidad Organizada hay un paso trascendente, que debemos plantear en la pospandemia, que es la relación de los seres humanos con la naturaleza, la construcción de modelos sociales biocéntricos, que respeten ese equilibrio necesario para la vida de todos los seres vivos, flora y fauna, que aquí en nuestra América, mestiza y morena, criolla y migrante, han constituido una síntesis cultural, una identidad plena, en paz, con victorias y derrotas, pero siempre apoyada en el cuidado de la Patria Matria Grande, que nos cobija. PRIMERO LA PATRIA - www.lapatriaestaprimero.org
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