Rescatemos las palabras de Víctor Heredia: Imprimir
Escrito por Gerardo Bova   
Jueves, 21 de Marzo de 2013 12:42

alt“Con las coincidencias se camina, con las disidencias se paraliza”

En relación a lo manifestado por  Francisco I, para combatir el odio, la envidia y la soberbia.
Palabras muy elocuentes y precisas, fueron las manifestadas por el cantautor popular  Víctor Heredia, en el programa televisivo  “6, 7,8”, de ayer miércoles 20, por el canal Público. En pleno debate por la presencia de Jorge Mario Bergoglio en el Vaticano y el encuentro preferencial con Cristina Fernández de Kirchner, todas las voces se alzaron por ése encuentro y cada uno interpretó, no como le pareció, sino de acuerdo a como recibe las órdenes de sus “patrones”.
En dicho programa, se armó un debate interesante, como es habitual noche a noche, con el objetivo de clarificar situaciones que se han planteado en los últimos días.
Sin dudas, la imagen de Bergoglio en épocas no muy lejanas ha sido duramente cuestionada por varios organismos de derechos humanos, pero también se dejó fuera del debate, aquellas intervenciones del ahora Papa, con los sectores más necesitados, algo que Bergoglio, lo llevó como estandarte en su larga carrera pastoral y que nadie puede dudar. El mismo dirigente del Movimiento Evita, hombre acérrimo contrincante y opositor a la Institución Católica, precisamente como institución y no como militante, me refiero a Emilio Pérsico, ha defendido públicamente en el día de ayer, toda la actuación del Sumo Pontífice, con sus tareas pastorales en las villas de emergencia y con el incondicional apoyo a los sacerdotes del denominado tercermundismo.
Los medios de comunicación, ya conocidos por todos nosotros y que se dedican a ensuciar el camino, paralizando las mentes, siguen con la misma tesitura de querer convencer a la sociedad, que la presidenta de los argentinos, junto a su entorno presidencial, se ha dado vuelta y prefiere mantener una mejor imagen, defendiendo los postulados de Bergoglio. Incluso, quieren  hacer  creer, que hubo una “agachada” de parte de la presidenta, con atisbos de tipo electoral, de cara a las elecciones de octubre del año en curso.
No se puede ser tan perverso para argumentar tales propósitos o interpretaciones, lo único que ha demostrado Cristina en estos días, fue la enorme emoción, satisfacción y beneplácito por tener un papa argentino, que demostró en sus primeras intervenciones, tener una clara inclinación a las políticas públicas que se están desarrollando en Latinoamérica en la actualidad, bajo la administración política de gobiernos puramente progresistas y de neto corte popular.
Las palabras que le manifestara Bergoglio a Cristina, en su primer encuentro durante la ceremonia en el vaticano, fueron más que elocuentes y concretas: “Le encargo la misión de unificar la Patria Grande, ése es el camino y tendrá todo mi apoyo”.
A los insuperables militantes de la cadena del desánimo, solo hay que responderles con las palabras de Víctor Heredia, nunca más atinadas: “Con las coincidencias se camina, con las disidencias se paraliza”.
Este es el trazado perfecto para poder caminar, y no significa para nada, que el que escribe la presente editorial, haya cambiado de rumbo o de ideología, simplemente, uno se da cuenta que de los seres humanos hay que rescatar lo mejor, y las pruebas son más que satisfactorias, porque a lo mejor, en breve tiempo, tenemos la inestimable sorpresa, que un papa argentino, de corte liberal, sabe cuáles son las caminos adecuados para revertir esta parálisis que existe en el mundo, con relación a la fe y la esperanza, y el universo se va inclinando a las culturas que hace más de 500 años, dignificaron al mundo y que fueron avasalladas, precisamente, por los poderosos de la monarquía y el Vaticano en una franca unión de conquista por el poder mismo y no para satisfacer las necesidades mínimas del ser humano.
A lo mejor, se reconstruye muchas cosas en estos tiempos y se vuelve a caminar, aquellos caminos que Cristo recorrió por la mar y que el hombre lo desvió, simplemente para obtener  ambición y poder, que inexcusablemente, va de la mano con el odio, la envidia y la soberbia, algo que tendremos que manifestarle a los mandamases de los medios corporativos, que no viene del gobierno, sino de aquellos que recorrían las calles con sus cacerolas en aquel  tristísimo 8 de noviembre pasado.