El último acto de Aníbal Fernández Imprimir
Escrito por AgenHoy   
Viernes, 09 de Marzo de 2018 00:00

*Por Jorge Joury

Por su tono de voz se lo podría reconocer a la distancia. Aunque hoy presenta un look barbado que confunde y disimula el bigote pronunciado con el que se supo ganarse el título de “Morsa”. Aníbal Fernández, es un personaje siempre polémico que busca supervivencia. Esta semana le concedió un reportaje al periodista Alejandro Fantino, en su programa Animales Sueltos. Lo hizo para recordar que está vivo. Y sorprendió al asegurar que ha dejado de ser Cristinista, tal vez olfateando que se empiezan a mover otras fichas renovadoras en el tablero partidario.
Recuerdo aún la primer irrupción escandalosa de Aníbal. Aquella vez se ganó la tapa de los diarios, cuando se lo denunció siendo intendente de Quilmes, de haberse profugado de la sede comunal en el baúl de un auto porque la justicia lo buscaba por una acusación de manejos irregulares en la función pública. Esa sospecha, a partir de allí, paradójicamente siempre lo acompañó. Pero hay que reconocer que, aún con la soga al cuello, siempre logró salir indemne. Con el paso del tiempo aquel traspié
quedó en el olvido y Anibal se las ingenió para volver al ruedo. Hasta se dio el lujo de catapultar
con éxito a su propio chofer a la intendencia de su ciudad natal. También incursionó en el mundo del fútbol manejando al club de sus amores, el Cervecero, que después de su gestión quedó al borde de la quiebra. Allí también fue denunciado por sus vínculos con barrabravas. Luego condujo la Confederación Argentina de Hockey sobre Césped. Allí quedó en la mira por un informe de la Unidad de Información Financiera (UIF). La justicia aún investiga si gastó 19 millones de pesos con una tarjeta de crédito corporativa de la (CAH).
Según el diario Clarín, en su última declaración jurada, el ex candidato a gobernador de Buenos Aires afirmó tener $4.466.503 pesos pero con las empresas con las que mantendría vínculos hizo operaciones de compraventa de inmuebles, títulos públicos y vehículos por cifras mucho mayores. A su vez, cuando presidió la CAH habría realizado gastos con una tarjeta American Express, con consumos superiores a los 14.625.000 y anticipos de pagos por otros 4.900.000 pesos entre el 2013 y 2016.
LA HISTORIA NEGRA QUE LO ACOMPAÑA
Sin embargo, el ex funcionario negó tener testaferros o empresas controladas por terceros y manifestó que con la tarjeta en cuestión “no” recuerda “haber gastado un centavo, a lo sumo algún pasaje aéreo y gastos de hotel para acompañar a las selecciones”. También indicó que los informes de la UIF en su contra “son una locura y parte de la campaña”. El periodista Daniel Santoro, uno de sus grandes perseguidores, junto a Jorge Lanata, precisó que fuentes judiciales revelaron que el informe de la UIF y otras pruebas indican cómo su actual pareja, Silvia Zavala, su ex esposa María del Carmen Barreiro, su hijo Facundo y ex funcionarios de sus equipos en el Gobierno habrían participado de supuestas maniobras de lavado de dinero.
Muchas de estas cuestiones han hecho que detrás de Aníbal Fernández, exista una leyenda sin techo de historias oscuras. Desde el tráfico de efedrina, la mafia de los medicamentos y su posiible vínculo con los hermanos Lanatta, sindicados como los autores del triple crimen de General Rodríguez, Aníbal acumula todas las fichas para convertirse en un personaje de película.
Hasta ostenta el triste récord de haber sido protagonista de uno de los escándalos políticos más grandes con el himno partidario. Fue después de haber dicho en un en un acto en Saladillo que “soy peronista hasta las tripas, se pueden meter la marcha en el culo muchachos”, para señalar que “la Argentina vale mucho más que un sello de goma”.
SU DIVORCIO CON EL CRISTINISMO
A este hombre, de innegable pasión ricotera, hasta el momento nadie pudo comprobarle nada como para augurarle un futuro de traje a rayas. Como político, desarrolla una gimnasia que lo convierte en imperecedero: siempre acerca títulos de peso en la cantera ávida de los medios. Es muy difícil sorprenderlo con la guardia baja y retruca con su habitual cara de poker cuando los cuchillos se le vienen encima.
No obstante, hoy tiene un estigma de perdedor que difícilmente pueda remontar. A la mayoría de los peronistas no les cabe ninguna duda que el ex candidato a Gobernador bonaerense, es el padre de la derrota electoral de 2015 y encima a manos del macrismo. Son muchos los que se animan a señalar que si las PASO las hubiese ganado Julián Domínguez, hoy el gobierno seguiría siendo peronista. Pero todo esto es incomprobable. Lo palpable es que el hombre de Quilmes ahora quiere resurgir con la excusa de “colaborar” en la renovación del peronismo, buscando un fuego amigo que pueda darle otra vida en la política.
Para sumar simpatías, durante una charla con Alejandro Fantino sorprendió al señalar que no se habla con Cristina desde hace meses. Se sacó también la estampilla de hombre K, al señalar que el diputado Máximo Kirchner “de política no sabe nada”. Y coronó hundiendo el bisturí hasta el hueso, al señalar que el presidente Macri “es una bestia”. Aníbal Fernández, no se olvidó de nadie. Sin embargo, no
todos fueron palos, ya que se sinceró: “No voy a hacer nada que conspire contra este señor”, dijo refiriéndose a Macri.
Para explicar su alejamiento de la vida política del PJ, dejó en claro que se trata de su oposición al protagonismo de “los chicos” de La Cámpora, el movimiento político al que más adhiere la ex presidenta Cristina de Kirchner. “Hace cinco meses que no hablo con Cristina”, reconoció. “No necesito estar parado donde estaba antes. Yo defendí a la presidenta como yo creí y listo, mi tiempo se cumplió”.
PALOS PARA MAXIMO Y LA CÁMPORA
Hablando de los jóvenes kirchneristas que integran La Cámpora, que dominaron varios puestos estratégicos del anterior gobierno y hoy ocupan bancadas en el Congreso Nacional, Fernández resumió que “estos pibes no tienen formación, no tienen estatura.Les han ofrecido manejar cosas que han hecho como el diablo y eso nos lastimó al Peronismo y a toda su gente”, dijo el ex funcionario. “Yo dije basta y no quiero saber más nada de esto”.
Refiriéndose al líder de La Cámpora y actual diputado nacional, Máximo Kirchner, Aníbal tuvo palabras poco elogiosas: “En lo personal le tengo mucho cariño, pero de política no sabe nada, y no tiene la menor idea”. Lo mismo opina de sus compañeros camporistas: “Desde lo personal, tengo una relación muy buena. Son buenos pibes, simpáticos, pero de política no entienden un pomo”. “No hay nadie que no los odie”, reconoció. “No hay provincia, ni distrito que no los odie. Salvo el núcleo
de ellos. Se los dije”.
Cuando Alejandro Fantino le pidió dar su opinión sobre el Gobierno actual, Aníbal se desahogó:
“Estos tipos son un espanto”, resumió. El ex funcionario asegura que “el derrumbe es imparable” y
que el gobierno de Cambiemos “está llevando al país a una catástrofe sin antecedentes”. “Es un
despropósito, no tiene la más mínima formación, me avergüenza como argentino que sea nuestro
presidente”, dijo refiriéndose a Macri.
Fernández, tuvo oportunidad, sin embargo, de mostrar su cara más solidaria al reconocer que está en contra de la desestabilización del gobierno. “Yo no conspiro contra el gobierno”, se defendió. “Y si
algún día alguien fuera a hacer algo en contra de ese Gobierno, golpeo las manos en la puerta de la Casa de Gobierno y me pongo atrás del presidente a defenderlo. Yo soy de los que cree y quiere
firmemente a la democracia. No voy a hacer nada que conspire contra este señor”. Volviendo a su
filosa posición opositora, aclaró que su cariño no llega tan lejos: “Ahora, no me vengan a callar la
boca.
Macri es una bestia manejando el gobierno. No tiene la menor idea de lo que hace”.
Aníbal hizo lo que mejor sabe, poner toda la carne al asador mandando señales y ranqueándose en la futura renovación. Pero probablemente sea su último acto. Los peronistas tal vez nunca le perdonen el hundimiento de la nave insignia bonaerense.Y en estos momentos de cambios para intentar volver en el 2019, tampoco quieren un pelotazo en contra.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político.
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