Escrito por Agencia Paco Urondo, Especial para Nuevo País
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Miércoles, 14 de Agosto de 2013 13:06 |
Qué deja la derrota del Gobierno en la provincia de Buenos
Aires, el principal distrito argentino. Cristina, voto mayoritario y
proyecto popular.
Las elecciones conllevan una enorme complejidad. Más
aún en Argentina, donde desde el retorno a la democracia, en no pocas
ocasiones existió un marcado contraste entre el carácter popular de una
fuerza y su performance electoral. El kirchnerismo y su necesidad de
navegar entre dos lógicas no siempre concurrentes: la de los votos y la
de la lucha
Si se compara el kirchnerismo y el chavismo en su
relación entre voto y carácter popular se destaca una diferencia. En
Venezuela la relación ha sido más unívoca y directa. Por el contrario,
en Argentina esa relación ha revestido un carácter más errático. A
juicio del autor, el 54% de 2011 no constituyó un indicador mecánico
del carácter popular del gobierno nacional, sino de un estado de ánimo
complejo, contradictorio y con múltiples interpretaciones.
Explicar esta peculiaridad está más allá del alcance del autor. Sólo
quiero destacar un aspecto: la enorme complejidad económica y social de
Argentina y su marcado carácter de sociedad de consumo. Si atendemos
que un gobierno tan antipopular como el de Macri tiene sus hospitales en
mejores condiciones que algunos de los países más radicalizados de la
región, se entenderá las enormes dificultades que implica analizar un
país como Argentina. ¿Dónde buscar entonces el carácter
popular del gobierno? En factores mucho más estructurales como la
ejecución del programa, y la relación con el conflicto social.
Comparemos la situación con el gobierno de Menem. El primer aspecto está
fuera de toda discusión. En cuanto al segundo ítem, el riojano a lo
largo de su mandato triunfó en todas las elecciones (incluso la de 1997)
y sin embargo tuvo que soportar nueve paros generales en su contra. Muy
distinto a la situación de los gobiernos k que recién luego de nueve
años de gestión, sufrieron el primer paro general, por lo demás, mucho
más raleado que los acaecidos durante el menemismo. En los
factores estructurales es donde puede verse con mayor nitidez hacia
donde marcha un gobierno y cuál es su carácter. Estableciendo una tosca
analogía podríamos decir que esos elementos son el mundo macro de la
física newtoniana y los actos eleccionarios - donde lo que actúan son
individuos y no fuerzas sociales- se corresponden con el mundo cuántico,
azaroso, complejo y muy difícil de predecir. Los factores para entender
el resultado de una elección son múltiples, variados y con una lógica
muy difusa. Para las PASO de 2013 propongo cuatro elementos,
entre tantos otros que podrían señalarse. En primer lugar no es
desdeñable el rol que siguen ejerciendo los medios de comunicación.
Durante el último tiempo el gobierno nacional ha recibido toda suerte de
críticas y agresiones, que evidentemente alguna influencia ejercieron
en el electorado. En segundo lugar, corresponde señalar las
licencias que se permite el votante en las elecciones legislativas. En
tercer término, no puede dejar de mencionarse las dificultades que
atravesó el país en 2012 en materia de empleo e inflación, con los
saqueos de fin de año como síntoma y corolario. Si bien durante 2013 la
economía ha tendido a componerse, los resabios de aquélla situación
pueden haber operado en la decisión de los votantes. Por último, las
alusiones al problema de la inseguridad son una entendible fuente de
votos para quien pone el tema en agenda. Con todo, no es producto
del triunfalismo y la ceguera que se resalte que el kirchnerismo es la
primera fuerza a nivel nacional. Luego de diez años constituye ya un
sólido espacio policlasista, con un programa de capitalismo nacional
con contenidos antiimperialistas, creciente industrialización,
redistribución del ingreso y fuerte intervención del Estado, todo eso
sustentado por una enorme militancia. En ningún otro espacio existe una
realidad similar. Desde ya que esa fuerza debe ganar elecciones.
Ese factor no puede ser soslayado y minimizado. Pero la clave de la
profundización del modelo no está en los votos, sino en la correcta
resolución de dos factores en permanente tensión, ninguno de los cuáles
puede anular al otro: el gobierno nacional y el conflicto social.
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