Entrevista al periodista y escritor Martín Caparrós, vía mail, a
raíz de la reedición de un libro fundamental para comprender los años
´70, y del premio dedicado a crónicas del presente que lanzaron junto a
Eduardo Anguita.
Por Juan Ciucci
APU: ¿Cómo pensaron este concurso? ¿Por qué dedicado a la crónica?
Martín Caparrós: Porque nos pareció que valía la pena tratar de
reunir crónicas sobre la Argentina actual que conformaran, si todo sale
bien, un fresco de lo que está pasando en el país –y publicarlo en un
libro.
Y pensamos que ése era un buen destino para los derechos de autor
que La Voluntad sigue produciendo.
APU: Se cumplen 15 años de la primer edición de La Voluntad, ¿le parece que es un libro más cercano a ésta década que a la de los noventa?
MC: La Voluntad fue escrita y publicada en los años
noventas, cuando se hablaba muy poco de estos temas –y, ciertamente, los
que hablábamos estábamos muy lejos del poder. Con el tiempo, llegué a
lamentar el uso que ciertos sectores de poder hicieron de esta historia,
apropiándosela en ciertos casos, deformándola en algunos,
santificándola en otros.
APU: Algunos critican, por ejemplo Claudia Hilb en una
entrevista que le realizamos, el tono épico que tiene el libro. ¿Era
necesaria esa épica en el contexto en que fue escrita La Voluntad?
MC: Yo no veo ningún tono particularmente épico en La Voluntad.
Más bien diría un tono narrativo, que quiere dar cuenta de la
experiencia de muchas personas cuyas historias habían sido devoradas por
la épica o por la elegía. Pero eso no significa esquivar la
comprobación de que esas personas estaban dispuestas a jugarse en serio
por lo que pensaban. Si eso es épica, estamos jodidos.
APU: Para miles de militantes jóvenes, es un libro de lectura
imprescindible. ¿Creían que ese trabajo tendría estos destinatarios, o
pensaban que sería una lectura para su generación?
MC: Cuando escribo, nunca pienso en quién va a leer. Y este caso no
fue distinto. Me alegro que lo lea cuanta más gente mejor –pero no me
parece que sea mejor que lo lean tales o cuales, estos o los otros.
APU: En estos años surgieron relatos de parte de los
genocidas, o de algunos que intentan matizar su accionar. ¿Los has
leído? ¿Qué elementos nuevos encuentra en esa construcción que proponen?
MC: No, no los leí. No leo mucho sobre los setentas. Cuando leo
crónicas o ensayos prefiero leer sobre el presente y el futuro. Me
interesan más.
APU: En el contexto en que surge La Voluntad,
existían muchas lecturas en torno a que el peronismo había sido
finalmente cooptado por los poderes fácticos de la Argentina y que ya
nunca volvería a expresar los intereses de las clases populares. Hoy son
miles los militantes que encuentran nuevamente en el peronismo su
espacio de lucha. ¿Cómo afecta esta nueva realidad las lecturas del
pasado del peronismo, y en especial, de los ´70?
MC: Podríamos discutir mucho sobre si lo que encuentran esos “miles
de militantes” en el peronismo es un “espacio de lucha”. Y seguramente
no estaríamos de acuerdo. Yo, personalmente, no lo creo: creo que si uno
quiere cambiar la sociedad no lo hace desde el aparato del Estado
capitalista. En cuanto a cómo afecta esta realidad las lecturas sobre
los setentas, te remito a mi prólogo a esta última edición, donde digo
que “la apropiación por parte del gobierno kirchnerista de esa historia
catalizó el cambio incipiente en las formas de pensar la militancia de
los sesentas y setentas. La identificación entre este presente y ese
pasado permite a los portavoces de la derecha revisar las formas
predominantes de La Memoria. El carácter intocable, casi sacralizado de
aquellas víctimas se deshizo al convertirlas en peones de la retórica
política actual”.
Y al final dice que “en esta nueva imagen (re)emergente, los
montoneros de ayer se parecen a los gobernantes de hoy: falaces,
autoritarios, autorreferentes, gritan consignas justicieras mientras
hacen cosas muy distintas –y vuelven a ser, por lo tanto, un blanco
fácil. Por eso creo que este gobierno ha vuelto, de otro modo, a
desaparecer a los desaparecidos”.
|