Suplemento Cultura Popular
Primera parte de la entrevista a la periodista y escritora Sandra Russo, autora de Fuerza propia. La Cámpora por dentro. “Lo de biografía oficial, biógrafa oficial, lo rechazo porque suena a libro por encargo”.
Por Juan Ciucci
APU: ¿Cómo surge la idea del libro y por qué sobre La Cámpora?
Sandra Russo: En principio porque -como todo el mundo- yo tenía mucha
curiosidad. Conocí a varios miembros y ya me daba cuenta con lo poco
que sabía, incluso, que los mismos miembros de La Cámpora no sabían
exactamente bien cómo había sido el surgimiento de la agrupación. Y
después entendí por qué no lo sabían, porque el comienzo había sido en
muchos escenarios laterales y paralelos, simultáneos. Entonces, al
principio nació de la curiosidad.
Para mí este libro es un derivado del anterior, el libro sobre
Cristina porque ahí fue la primera vez que me enteré qué había sido la
FURN, la Federación Universitaria por la Revolución Nacional, que era
la agrupación universitaria de Néstor. Analizando la estructura y la
historia de la FURN me fui dando cuenta cómo se habían dado los
eslabones generacionales desde el golpe del `55 hasta esa época,
estamos hablando de principios de los `70 (la FURN había sido creada a
fines de los 60). Cómo se iban dando la posta, en una misma familia o en
diferentes generaciones. Se me ocurrió ahí que esa misma pista podía
seguir de los últimos 20 ó 30 años hasta desembocar en La Cámpora o en
otras organizaciones, como una especie de arqueología de lo que eran
esas agrupaciones que forman parte de la historia reciente y que nunca
tuvieron visibilidad mediática.
Además, más allá de todo esto que te estoy diciendo, era un gran tema
para un libro. Cuando presenté la idea, mi aspiración no era hablar con
Máximo (Kirchner), no estaba entre las expectativas, era una
expectativa posible pero la verdad que yo hubiese escrito el libro con
Andrés Larroque, que es el secretario general, y con todos los
testimonios de la mesa nacional, más todos los otros militantes de otras
agrupaciones que hablan. Como fue tan largo, fueron más de dos años de
proceso, en el ínterin surgió esa posibilidad y primero Máximo habló una
vez en el 2013 y habían quedado cuestiones pendientes. Yo no podía
salir con un libro a la calle con esa entrevista porque habían pasado
las elecciones, la operación de la Presidenta, era un libro que ya
estaba desactualizado. Entonces sí o sí, tenía que esperar otra nota y
fue en enero de este año, así que apenas lo tuve listo, salió.
APU: Bueno, empecemos por ahí, en la relación con el libro de
Cristina. ¿Cómo te sentís en ese marco? Porque te posiciona en un lugar
interesante, porque es una especie de biografía, en un sentido
bastante oficial, por el grado de participación de ellos.
SR: A mí lo de biografía oficial, biógrafa oficial, la verdad que lo
rechazo por las connotaciones de las palabras y por lo que uno admite
cuando admite una palabra. Biografía oficial o biógrafa oficial suena a
libro por encargo, a contenido acordado, me borronea a mí como autora y
la verdad yo me siento absolutamente autora de los dos libros. Porque la
estructura la plantié, la graduación de la información y cómo se
acomodaba esa información y en qué relato central yo lo ubicaba, que es
lo que hace uno con cualquier libro, cualquier ensayo. Los libros los
escribí sin que nadie supiera ni siquiera… Por ejemplo, en la biografía
de Cristina, es una biografía antojadiza porque para mí una biografía en
términos de género tiene que ser lo más exhaustiva posible y mi libro
no es para nada exhaustivo. A mí se me ocurrió entrevistar a las monjas,
se me ocurrió entrevistar a Alicia.
Rechazo lo de “oficial” en términos de que cedo algo en mi autoría.
Obviamente me tienen confianza porque si no, ni la Presidenta ni Máximo
hubiesen hablado conmigo. Me parece que me tienen confianza porque soy
intelectualmente honesta y porque planteé mi apoyo desde el principio
sin ninguna reticencia y convencida de que cuando uno trabaja en medios y
tiene una identidad política, lo más honesto que puede hacer es decir
desde dónde habla.
APU: ¿Cómo aparece lo generacional en el libro?
SR: En los dos libros están volcados los que reconozco son mis
propios intereses profesionales a lo largo de los años. Tuve una columna
de Juventudes Políticas en plena dictadura. El corte generacional o el
enfoque generacional es, para mí, una de las perspectivas de análisis
más interesantes desde que tenía 18 años por, justamente, la frustración
de mi propia generación, que éramos los adolescentes de la dictadura y a
lo mejor, me debe haber quedado alguna especie de punto traumático:
¿Qué hice con mi adolescencia? ¿Qué hice con mis propios veintipico como
para que eso al mismo tiempo, se me proyecte como un interés en otras
generaciones?
Me parece que todos tenemos mucho de nosotros mismos y mucho del
corte generacional que nos pertenece, porque esto implica empezar a ver
la historia en un determinado momento y empezar a inteligir qué es lo
que pasa en un determinado momento y con nuestros pares, que son
nuestros compañeros generacionales y cómo es el vínculo entre una
generación y la de atrás, también es un fenómeno de época. Yo encontré
en la historia de La Cámpora algo que me parece que no se repite en
otras historias de agrupaciones militantes, que tiene que ver con un
fuerte acompañamiento de las familias de los militantes.
El militante de La Cámpora no es un militante –por lo menos en un su
gran mayoría- que se plantee la militancia como un forma de rebeldía
frente a los propios padres. Esa figura que es tan arquetípica de los
años ´60 o de la generación de los ´70, del Mayo francés, de otra camada
generacional, se plantea la militancia como una rebeldía también frente
a lo generacional y acá yo no lo veo. En los actos kirchneristas veo
militantes y veo familias y hay muchos padres de militantes que llaman a
las radios defendiendo lo que hacen los hijos.
APU: Me interesó que en el prólogo marcás lo que sería un “salto al kirchnerismo”, una explicitación.
SR: Sí, es que existió en todos porque cuando asumió Néstor no había
ningún kirchnerista y también esto es parte de la historia reciente. A
mí me parece increíble que estas cuestiones no se visibilicen, que no se
debatan, que no estén a la vista. Cuando uno lo menciona la gente dice:
“Ah, claro”. Si no hubiese estado tan demonizada La Cámpora, las otras
agrupaciones y se pudiera hablar de militancia juvenil sin tanto cliché
y sin tanta cosa en el medio, todos estos procesos serían más
inteligibles para todos pero, bueno, cuando empezó Néstor no había
kirchnerismo. Fue surgiendo por la acción de gobierno.
Por eso elegí Vélez para abrir el libro. En realidad, siempre digo
que el kirchnerismo, tanto con Néstor como con Cristina, si uno analiza
los discursos de los actos, está clarísimo lo que va a hacer. Las
convocatorias son públicas, lo que pasa es que nadie les presta
atención, las noticias no se cubren, no forman parte de la agenda
hegemónica pero eso estaba muy claro y en el discurso de Vélez –que ya
tenía el libro avanzado pero no sabía cómo lo iba a estructurar-
mientras estaba ahí escuchando el discurso me daba cuenta que eso estaba
articulando todo.
El planteo que hizo ella el 27 de abril del 2012, que ya lo había
adelantado en la campaña presidencial: se postula como candidata en 2011
como un puente entre generaciones. Esas cosas me las tomo en serio
porque sé que después pasan, que no es un saraza para la tribuna y en
ese acto y discurso aparece la convocatoria a Unidos y Organizados.
Estaba pasando algo fuerte que después, en el transcurso de estos dos
años, se consolidó.
APU: Ahí presentabas a La Cámpora pensada como una herramienta política y la relacionabas también con otras organizaciones.
SR: Todas son herramientas políticas: La Cámpora, Unidos y Organizados… 6, 7, 8.
Son todos diferentes modos, diferentes herramientas para ver cómo se
hace. El otro día estaba hablando en la radio con Denis De Moraes, que
es un académico brasileño que escribió con Pascual Serrano e Ignacio
Ramonet Medios, poder y contrapoder. Creo que en muchos
sentidos, el kirchnerismo no dejó de ser un contrapoder del que emanan
contrarrelatos en el contexto nacional e internacional, en que la
hegemonía sigue siendo la misma y donde se va profundizando esa
hegemonía.
Me parece que todavía es un momento en que eso va a seguir así
también por cómo se va entendiendo la política, por qué acepción le
vamos dando a la política; porque me parece que hay que empezar desde lo
más básico del mundo. Siempre digo que las batallas culturales se ganan
palabra por palabra. Porque además es mi territorio, el territorio más
lingüístico, más semiológico y el planteo que hacían sobre “la palabra
oficial”, “la biógrafa oficial” es descalificatorio, insultante. Ahora
un discurso que baja de los medios hegemónicos pone en duda que las
entrevistas sean reales por ejemplo, porque como ellos son capaces de
publicar alguna entrevista trucha, piensan que es todo lo mismo.
Entonces me parece que hay que defenderse de las connotaciones de las
palabras. Con lo de “oficial” me pasa eso y con el lugar que ocupo.
Tengo una mirada sobre ese algo más que plantea el kirchnerismo,
peronismo y algo más que ha sido la última definición que le escuché a
la Presidenta, en una de las entrevistas que dio antes de ser operada.
En el libro, esa definición aparece en boca de Wado en una de las
primeras reuniones que tiene con Néstor Kirchner y que le plantea que en
la universidad tienen que trabajar pero desde el peronismo y desde
algún otro lugar. Que no alcanza con el peronismo pero porque todavía
estaba muy manchado del duhaldismo y menemismo, estamos hablando del
2004, 2005. Yo, por supuesto, me sumé en su momento desde ese algo más,
no provengo del peronismo pero desde ese algo más tampoco uno puede
integrarse si no respeta profundamente al peronismo y no reconocen al
peronismo como la fuerza más transformadora de la política argentina del
Siglo XX.
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Jóvenes y vedeopolítica
APU: Está muy presente el discurso de la
juventud, en estos momentos hay una discusión sobre cuál es el sujeto
político del kirchnerismo, estaría bastante presente que ese sujeto
sería la juventud. ¿Cómo analizas los límites que tiene eso? Porque al
ser etario no necesariamente tiene como una personificación o intereses
políticos puntuales.
SR: Me parece que eso también empezó a virar lentamente, por eso son
herramientas. La Cámpora en su momento fue una agrupación juvenil. Si yo
hecho un pantallazo ahora por Unidos y Organizados y por La Cámpora
también, no estoy segura de si es una agrupación juvenil o no, porque
contiene a pibes de 13, 14 años hasta hombres de 42, 43 años, me parece
que ya excede los límites de una agrupación juvenil. Por otra parte las
puertas y cada vez me entero de más casos, están abiertas a gente de
cualquier edad que quiera sumarse. No está planteado como que es una
agrupación juvenil y si tenés más de 35 te quedaste afuera, me parece
que se evoluciona hacia eso. Pero el motor son los jóvenes porque son
los que tienen el deseo y no tienen compromisos preexistentes, son los
que tienen la cabeza limpia y no tienen archivo. Esa herramienta de los
jóvenes no se puede pensar sin acordarse que este país venía del que se
vayan todos, todos no se podían ir porque no quedaba nadie.
De hecho, los que no se fueron todavía están en el Congreso como
Patricia Bulrrich y como tantos otros tipos que estuvieron en los
períodos de ajuste y que no se fueron, pero es también una cuestión de
sentido común. En un país que se plantea que se vaya toda la clase
política, ¿cómo y con quién construir una fuerza propia? ¿Cómo hubiese
sido un armado de Néstor con algo que no fuera un armado que saliera de
la juventud? Con la CGT no pudo ser, con qué se hace, ¿con chapas?
Porque si te ponés a mirar la escena política argentina son muy pocos
los espacios fuera del kirchnerismo que trabajan la base y no trabajan
desde la televisión o haciendo uniones de referentes que por ahí abajo
no tienen nada, lo que tienen son audiencias televisivas pero no tienen
tropa propia. No creo que Pino Solanas tenga a esta altura gente que lo
siga a él, puede tener televidentes a los que convenza, pero los que
estuvieron en algún momento con él me parece que ya se fueron. Me parece
que en esos términos hay que mirar esa construcción, en términos de un
país con una clase política totalmente corroída o cooptada por la
videopolítica. El político tiene que ser alguien con ganas de creer en
un proyecto de país más allá del cinismo que se nos inculcó a todos
durante más de 20 años.
APU: Hacés mucha referencia a la
videopolítica y cómo ésta generación estaría en contra de eso. ¿Sentís
que con Massa está reapareciendo esa forma de hacer política?
SR: Lo único que tiene Massa es la videopolítica. El efecto
espectacular de decir que va a firmar ante escribano que renuncia a ser
diputado si Cristina quiere reformar la constitución, cuando no había ni
un atisbo de reforma constitucional en el aire. Es como un mago que
saca un conejo de la galera y tiene camarógrafos que desvían la cámara
cuando lo está sacando de la manga y esa parte no la enfocan.
Con esto del Código Penal está haciendo exactamente lo mismo con lo
cual se une a un linaje de un sector de dirigentes de la derecha
peronista. Hay muchos antecedentes y eso es lo que me parece
imperdonable de un dirigente político: que le mienta a los que creen en
él. Pasó con Menem, en el libro está perfectamente detallado lo que pasó
con las JP que militaron para Menem y se tuvieron que ir el día que
asumió porque apareció Alsogaray en el palco. Ese tipo de dirigentes
políticos que no tienen escrúpulos, que mienten descaradamente y les
mienten a quienes depositan su confianza en ellos sabiendo que después
van a anudar sus alianzas por otro lado, es lo que me parece
inconcebible.
Esa es la parte de corrupción de la política que infunden los medios
de comunicación, sobre todo la televisión. Massa y Cobos juntos: ¿q son
más que un espectáculo televisivo? ¿Qué hay de política en eso? Eso
también es política, por eso tenemos que empezar a debatir a qué le
llamamos política.
APU: ¿Cómo analizás que después de 10 años de hacer política aparezca con tanta fuerza ese pasado?
SR: Por eso te mencioné lo de De Moraes. Él tiene un
concepto que me pareció brillante, que obliga a ver lo que pasa en la
Argentina por afuera de la Argentina. La verdad es esa: la Argentina
está inserta en un dispositivo de comunicación global, los medios
concentrados dejaron de ser nacionales. De que las entrevistas que le
hice a Máximo no sean reales se hace eco el ABC de España, por ejemplo.
Laburan todos para un mismo equipo que no es ningún candidato nacional
de ninguna especie, trabajan todos para los mismos intereses que son los
de sus pautas y que son las transnacionales, entonces no importa si es
Massa, si es Cobos.
A esos intereses les importa un rábano el tipo en sí mismo, lo que
les importa es quién pueda ocupar un lugar para que esos intereses
salgan indemnes. Lo que dice De Moraes es que en la década pasada el
liberalismo fue derrotado políticamente en varios países de la región;
pero que en lo cultural y lo ideológico no fue derrotado nada, porque
las batallas culturales son mucho más largas, más invisibles y más
profundas. Los ciudadanos comunes y corrientes pueden de alguna manera
discriminar cuándo una política como la neoliberal atenta contra ella si
puede recuperar la memoria histórica de lo que fueron los despidos a
los estatales, la rebaja de sueldos, lo que fue todo eso.
Ahora todo el engranaje cultural y los dispositivos culturales que
permitieron que esos sectores votaran contra sí mismos y que pueden
llegar a hacerlo. ¿Por qué? Porque “la política sigue siendo sucia”,
sigue “manchando”, porque “los jóvenes que se acercan a la política no
tienen experiencia y están intoxicados”, porque ven corrupción en todos
lados, porque “solamente lo hacen por interés”, porque “solamente
quieren cargos” y bla bla bla. Todo eso también es un dispositivo que
pertenece al neoliberalismo porque es negarle a un joven o a otra
persona la posibilidad de acercarse a la política desde lo más alto y
desde lo más honesto que tiene la política. Esa posibilidad está negada
de antemano en la prensa hegemónica y eso es un dato cultural.
Sábado 15 de Marzo de 2014 17:32
Segunda parte de la entrevista a la periodista y escritora Sandra Russo, autora de Fuerza propia. La Cámpora por dentro. “Lo de biografía oficial, biógrafa oficial, lo rechazo porque suena a libro por encargo”.
![http://www.urgente24.com/sites/default/files/notas/2013/09/03/la-campora-1.jpg](http://www.urgente24.com/sites/default/files/notas/2013/09/03/la-campora-1.jpg)
Por Juan Ciucci
APU: ¿Cómo analizás el lugar de la mujer en
La Cámpora y otras organizaciones? En el libro está ahí la nota con
Mayra Mendoza, como parte de la conducción.
Sandra Russo: Mayra es la única mujer de la mesa nacional de La
Cámpora, que no tuvo ley de cupo (risas). Se armó así como se armó pero
por ejemplo, en La Cámpora, Virginia García que es una militante
santacruceña desempeñó un rol absolutamente crucial y central y tuvo y
tuvo un papel destacado en lo que fue el primer armado nacional. Lo que
pasa es que son militantes que no quieren ningún tipo de visibilidad
pública, no les interesa salir en los medios ni que se conozcan sus
nombres. En este caso, me parecía que era como retacear demasiado y que
había que incluir esos nombres y están incluidos. Pero no pude tener una
entrevista con ellos porque no tienen ningún interés, porque trabajan
más tranquilos de esa manera. Si hay otras dos entrevistadas que son de
una generación distinta a la de Mayra que tienen 21, 22 años y son del
interior del país
Ahora en lo que yo vi en La Plata, en lo que vi en las recorridas,
en lo que vi en los barrios, ahí se da un mestizaje de género muchísimo
más notable. Creo que la presencia femenina de las nuevas generaciones,
por lo menos en La Cámpora es apabullante.
APU: Diría que eso siempre pasó en las militancias, pero después en las conducciones cuesta más.
SR: Esperemos que se abra, lo que pasa es que cada uno de los que está ahí viene acompañando un proceso desde el 2006…
APU: Sí, lo decía no tan específico de La
Cámpora, sino que en general no hay una participación mayor en cargos
dirigentes, en todas las organizaciones.
SR: Lo que pasa es que también hay un tema con el género, eso yo
también lo había hablado con Cristina y me parece que está en vías de
encontrar un cauce de difusión ahora con los más pibes. Como yo vengo de
otro lado y también vengo del periodismo de género, me llamaba la
atención que muchas militantes de los ´70, que volvieron a la política
cuando llega Néstor al gobierno, en un primer momento negaran la
problemática de género. Porque eso no formaba parte de la agenda de los
´70, entonces, eso eran compañeros, pares y no estaba la discusión de si
había diferencias incluso de aspiración para hombres y para mujeres. Me
parece que es una agenda que tienen que tomar las nuevas generaciones
porque en eso el peronismo venía con atraso, con mucho atraso.
APU: Y el salto que sea una mujer, Cristina
como conductora del movimiento peronista, termina potenciándolo pero
pareciera que no del todo.
SR: No del todo pero también tenemos que tener en cuenta que es como
un emergente de una sociedad. Creo que es un tema para estudiarlo con
mucha profundidad porque no sé hasta qué punto las críticas y las
enormes resistencias a Cristina… Vos fijate, en un primer momento
tuvieron que ver con la crisis del campo con que para muchas mujeres, en
ese momento, del sector cacerolero, Cristina era una incapaz. Y lo
decían las propias mujeres que era una yegua y una incapaz. Ahora, en
otro orden de cosas, Hugo Moyano es un tipo absolutamente arquetípico
para mí, a todos los kirchneristas les dice pollerudos, porque lo que no
puede admitir es una conducción femenina.
Ahí el problema no está puesto en que las compañeras participen, pero
a la conducción que no lleguen, lo cual es un rasgo absolutamente
machista que no creo que sea del kirchnerismo. Me parece que es de toda
la política argentina y de la sociedad argentina todavía. Por algo
estamos viviendo un incremento de la violencia de género enorme y creo
que tiene que ver con que cada vez más mujeres toman decisiones
personales. Si uno se pusiera a analizar los últimos 100 crímenes de
mujeres por violencia doméstica, encontraríamos que más de la mitad se
produjeron porque la mujer tomó la decisión de abandonarlo. El tema es
con la decisión femenina me parece. Este fenómeno político se inserta en
una sociedad que todavía es racista y machista.
Comunicación
APU: Le dedicaste un capítulo a la comunicación camporista. ¿Por qué te pareció importante remarcar eso?
SR: Por todo, porque es una organización que no da
entrevistas a los medios de comunicación y que la primera vez que
hablaban con un periodista. Eso tiene que ver con una cuestión personal
mía, inquietudes que me acompañaban de antes del libro. Cada día tengo
más conflicto con aquello a lo que le llamamos periodismo. Volvemos al
origen de las palabras y a lo que connotan. Trabajo en medios hace 35
años y siempre trabajé en medios en los que quise trabajar, en los que
más me gustaba trabajar en cada época de mi vida, el Expreso en su momento, Humor Registrado en otro, Página 12 cuando empezó, Canal 7 en la primavera alfonsinista, Radio Belgrano. Fueron experiencias interesantes pero que siempre fueron contrahegemónicas, salvo un año que trabajé en Perfil,
nunca laburé en el mainstream del periodismo. Siempre lo hice en medios
alternativos de alguna manera, sí con presencia nacional y todo eso
pero dentro de lo que había en el mercado eran medios muy chicos.
Ahora, últimamente, hago un distingo entre el periodismo y la
comunicación y cada vez creo más en la comunicación y menos en el
periodismo, por lo menos hasta que esté claro a qué llamamos periodismo.
Creo que bajo el nombre de periodismo se hacen muchas cosas que jamás
haría ni hice y que me parecen espantosas y que está muy lejos hoy el
periodismo de ser, en la práctica, aquello que regulaba el poder, el
tábano alrededor del caballo. Me parece que todo eso quedó viejo, que
hay que repensar las cosas, en cambio en la comunicación sí creo y la
comunicación se puede hacer de otras maneras sin necesidad de pasar por
un medio de comunicación. Puede haber otro tipo de comunicación.
La Cámpora se abocó de entrada –eso no lo sabía y por eso me pareció
interesante- desde las reuniones en la Casa de Santa Cruz, cuando
todavía no era ni siquiera una organización de cuadros, era como un
esqueleto a nivel nacional porque el laburo ya estaba hecho desde 2007,
pero desde antes de hacer ese relevamiento de todo el país, de saber con
que JP, con qué grupos sueltos que encontraban por las provincias
podían empezar a articularse, la organización política surge al mismo
tiempo que la comunicación de La Cámpora porque surge la página y porque
surge esa necesidad de hacerse autovisibles. Es decir, que los de
Santiago del Estero pudieran ver lo que estaban haciendo los de Chubut,
que intercambiaran experiencias, que se viera de qué se tratara el
laburo, que fuera teniendo consistencia.
Por otro lado, porque hubo íconos de comunicación de La Cámpora que
también uno entiende cuando ve qué organizaciones se fueron disolviendo
para después integrarse a La Cámpora y que las políticas que tenían esas
organizaciones en relación a los medios de comunicación eran las
mismas, porque no salieron de las casas, venían de 10 años en la calle y
en los que se cantaba “nos mean y Clarín dice que llueve”. Eso era muy
anterior, lo sabía todo el mundo y no descubrieron que Clarín mentía
cuando salió la ley de medios. Supimos todos siempre que respondían a
intereses y que la línea editorial tenía que ver con lo que les convenía
a los dueños del grupo.
Me pareció interesante encontrar esos antecedentes, por ejemplo qué
pasaba con las revistas del Nacional Buenos Aires, cómo surgió “El
Néstornauta”, porqué tomaron parte de “El Eternauta” para generarlo, con
qué contenido se llenó. Que frases que a veces son un poco crípticas o
de qué grupos a veces han tomado para sus revistas y todo eso, va
generando un estilo de comunicación que siempre es puntual, focalizada y
que no tiene nada que ver con lo que incluso nosotros, como
periodistas, estábamos acostumbrados de toda la vida. Que cada diputado
nuevo que llegaba ponía un jefe de prensa que te manda la gacetilla día
por medio, te persigue y después te manda el regalo para el día del
periodista. Así funcionaba y la verdad, si me preguntás si me parece una
manera copada de funcionar, no, no me parece, entonces buscar
alternativas me parece bárbaro.
APU: En eso aparece mucho también la cultura
rocker, que tiene que ver mucho con lo generacional y cómo pensarlo.
Interesante lo que dice Máximo de la participación de La Renga en el
último festival de los 30 años de democracia.
SR: Sí, porque dice que La Renga es un grupo crítico con muchas
cuestiones del Gobierno, pero ese día se festejaban 30 años de
democracia ininterrumpidos lo que no era una pavada, era un hito en la
historia argentina. Al mismo tiempo, en ese momento estaban levantadas
muchas policías en el interior del país y no sabíamos cómo podía
terminar, pero ver gente armada frente a gobernaciones o frente a
comisarías eran imágenes muy fuertes en ese momento. Él dice que La
Renga se sumó a último momento y que el pedido expreso fue que no lo
dieran a publicidad porque lo que no querían era ser ellos convocantes. Y
que se quedó pensando mucho en el por qué y que la conclusión que sacó
–dice: “lo que me parece a mí”, no es que lo habló con alguien de La
Renga- es que el mensaje era para su propio público, querían tocar para
los que estaban ahí fueran o no su público, porque estaban celebrando la
no interrupción de la democracia en los últimos 30 años.
Él dice que eso es lo que le da esperanza en las nuevas generaciones y
es verdad, es poder llegar a esos niveles de consenso o de premisas
básicas como nada menos que la defensa de la democracia como sistema.
Que vemos que la gente que está en cargos, que pasa los 40 años y ocupa
los primeros planos de la escena política nacional, siguen uniendo chapa
contra chapa aunque digan que quieren diálogo. Esto del contraataque
contra la reforma del Código Penal es una prueba absolutamente palpable,
se la pasaron llenándose la boca con que querían consensos y diálogos y
esto, que ni siquiera es un anteproyecto, es el resultado de un laburo
plural y los rechazan. Y todos los demás se bajan los pantalones detrás
de Massa porque todo el mundo tiene miedo de ser el menos duro contra
Cristina. Si en ese nivel de la política argentina ya no se puede hablar
de diálogo –porque es mentira, son todos unos hipócritas- lo
interesante es ver si entre los jóvenes –los radicales son radicales,
los del PRO son del PRO, los de La Cámpora son kirchneristas- se puede
articular algo en defensa de todos porque si no, no hay posibilidad de
Nación
APU: También lo pensaba porque justamente
hay una idea de “los convencidos” y vos rastreas mucho el grado de
acidez de esa generación en los ´90, en el grado de virulencia y
oposición a las instituciones que todos tienen por detrás. Y que es una
generación que llega a participar en el Estado.
SR: Ese fue el salto que tuvieron que dar, fue un salto conflictivo.
APU: Esa lectura crítica, permanente.
SR: Totalmente, lo que pasa es que son discusiones que se dan en
otro plano. Me parece que también ahí en este tema hay otra discusión
de fondo, anterior a discutir La Cámpora y es qué es una organización,
una orgánica, qué significa la organicidad en política, qué significa la
conducción en una organización. Cómo es el arribo a través de tu propia
libertad a la incorporación a una organización de ese tipo. Porque si
no se pone ese tema sobre la mesa y no se discute estamos dando por
sentado una vez más dentro de esa batalla cultural que no está ganada,
que la única manera de hacer política es en tanto libre pensadores,
tomando una posición individual ante cada uno de los temas. Y eso me
parece que frena la posibilidad de un proyecto colectivo, es otro
paradigma y hay que pensarlo desde otro paradigma y no comerse esos
supuestos que vienen de esa parte de la política y de los medios que si
vos respondés lealmente a una conducción te quedaste sin cerebro. Más
bien yo creo que te está diciendo que ese es un camino válido, construir
cosas por otro camino que la realidad te muestra que no se van a
conseguir.
APU: ¿Cómo analisás ahí los aportes críticos en ese espacio de pertenencia?
SR: Es que son absolutamente necesarios los aportes críticos y los
hay. En el libro hay algunos relatos de discusiones que se dan al
interior, por ejemplo, de La Cámpora y de discusiones que no están
saldadas. Porque cuanto más grande es un colectivo y cuanta más voluntad
de poder tenga ese colectivo, lo previsible es que no todos piensen lo
mismo, no todos vienen del mismo lugar. En el caso del aborto, que es el
que más ejemplifica, Máximo dice que se hicieron plenarios en todo el
país, en cada básica y que los resultados no fueron los que ellos
esperaban. Ellos pensaban que iba a haber una opinión mucho más clara a
favor y que aparecieron inquietudes. Inquietudes novedosas en términos
generacional también, como por ejemplo qué pasa en un caso si el pibe
quiere ser padre y la chica quiere abortarlo. Más allá de mi opinión
personal sobre el aborto, que es un posición tomada que tengo hace años,
me parece que de lo que habla es de una sucesión de temas, en este caso
el aborto pero puede haber muchísimos temas más, donde cada uno
expresa lo que quiere y cuando no está saldado se dan más elementos de
discusión y más tiempo.
APU: ¿Cómo pensás tu lugar ahí y tu aporte crítico desde un espacio, una herramienta como 678?
SR: Nosotros en 678 no siempre estamos de acuerdo ni con 678, ni con la edición ni con la agenda de 678,
algunas las decimos otras no. No creo que haya que pararse en la
televisión a decir todo lo que uno piensa ni lo que uno siente porque
eso no lo hace ningún periodista ni ningún medio de comunicación del
mundo. Hay críticas y cuestiones que uno las hace en diferentes ámbitos
que no necesariamente son públicos.
Esto de la comunicación nosotros se la habíamos planteado al aire, lo
hizo Nora (Veiras), el otro día yo vi el archivo y me pareció que era
muy importante que lo pusieran, cuando vino Mayra Mrndoza y cuando vino
el Cuervo Larroque también. Nora que lleva más férreamente que yo el
tema del periodismo profesional, le decía algo que en realidad tiene
razón y me parece que en ese sentido el libro puede ser una bisagra o de
hecho lo es ya. Si ellos no hablan y no dan a conocer sus posiciones,
no salen al ruedo, lo único que queda en el sonido ambiente es el relato
estigmatizador. Uno puede construir en silencio pero ya construyeron, a
partir de ahora me parece que hace falta alguna presencia por lo menos
en algunos medios, para tenerles más confianza o para saber de qué se
trata cada uno de ellos, que no son gente que salió de la casa para ir a
ocupar un cargo en el Estado. Ellos no van a circular por los canales
de televisión contando su vida, porque no forma parte de lo que son ni
les interesa ni lo van a hacer nunca. El libro no es biográfico en
términos ortodoxos, son biografías políticas, yo no cuento ni con quién
está casado cada uno ni los hijos que tienen ni nada, es sólo la lógica
política que permitió y volvemos al principio de tu pregunta, en algún
momento de dar ese salto de haber venido del cinismo, de la ironía, de
la acidez. Y cuando llegue el momento de sumarse, en este caso, a La
Cámpora, necesariamente eso se hace con pasión, con fe; si no, no se
hace. Si no sentís fervor, pasión, si no te sacaste el cinismo de
encima, no das ese salto porque es más cómodo tener un blog y de vez en
cuando meter un tweet y quedar como el más canchero de la cuadra. Pero
la política es otra cosa, vos con un tweeter no vas a cambiar la
realidad, una organización política sí. Me parece que ellos
reconvirtieron las ideas generacionales porque la verdad esta generación
es la generación de la acidez, es la misma generación que los hijos de
De La Rúa…
APU: Y Caiga quien caiga...
SR: Claro, CQC que son tipos de 40 y pico de años que se
siguen dirigiendo a un público de 20. En el libro hay una pequeña
historiografía de lo que significó eso, es una de las cosas que más
interesante me parece porque es historia reciente. Porque no fue decidir
dejar una organización y pasar a otra, era pasar a otra que pertenece a
un gobierno que está en el poder, eso no es fácil de sobrellevar, para
mí tampoco es fácil, para nadie es fácil. Yo desde los 18 ó 19 años que
laburo en medios opositores y de repente lidiar con palabras que tienen
una segunda intencionalidad o cuestiones que tienen por objeto posibles
denuncias penales como ya nos ha pasado. Este querer borronear tu
trabajo profesional, en los términos de periodismo militante, periodismo
profesional, por ejemplo que fue un debate también falso ese que nunca
se pudo hablar con claridad a qué le llamaban profesional y a qué le
llamaban militante. Parecía que si vos estabas a favor de un periodismo
comprometido en un proyecto de país, dejabas en el armario todos los
procedimientos y todos los protocolos y las reglas periodísticas que
habías practicado y aprendido durante toda tu vida y yo nunca estuve de
acuerdo con eso, con resignar mi profesionalismo, yo defiendo mucho mi
profesionalismo. Viví de esto toda mi vida, aprendí mucho, enseñé mucho,
tuve a cargo un montón de gente, muchas secciones muy distintas y me
considero alguien absolutamente profesional en ese sentido. De ahí a que
no sea capaz de comprometerme con un proyecto político si honestamente
siento que es lo que me representa, no veo por qué no habría de hacerlo.
APU: ¿Con el libro de Di Marco tuviste algún tipo de planteo, de relación?
SR: No, ni lo leí. Hace 3 años que no veo TN, no leo Clarín, leo lo
necesario como para comentar las noticias que salen en 678 pero hay
mucha toxicidad informativa. Los libros que salieron en el último año
con fuentes secundarias y terciarias, con lo que dice el ex allegado,
una fuente cercana, la verdad que no les creo; así que no puedo decir
nada sobre eso.
Trasvasamiento generacional
APU: La idea del trasvasamiento generacional
es algo que se viene planteando ¿Cómo ves esos cuadros, ves que le
falta mucho para que eso pase, creés que hay voluntad política para que
pase?
SR: Me parece que se está haciendo todo, dentro de
lo que se puede, se está haciendo bastante, en ese sentido. Yo te diría
más que nunca, no sólo desde que yo me acuerde, sino desde mucho antes,
está ese lugar de confianza porque es el lugar de la lealtad además y es
el lugar del que sabe la línea y el lugar del que responde a la
conducción, eso es indispensable. Ya tuvimos la prueba, las elecciones
en el 2011, cuando las listas las ocupa gente que tiene aspiraciones
personales y no colectivas, cuando le dicen que no a dos o tres cosas,
se forman otro bloque, eso ya lo vivimos. Me parece que sería una
ingenuidad de parte de la Presidenta no darse cuenta, que no tiene un
pelo de ingenua, no darse cuenta de eso y cada miembro de La Cámpora que
ocupe un lugar en la gestión, forma parte de un dispositivo
absolutamente leal a las políticas de estado que quiere imprimir la
Presidenta. Cosa que no sucedió en el pasado con los primeros armados
en el gobierno de Néstor y hubo gente que pateaba para otro lado estando
en el mismo gobierno de Néstor.
Si un dirigente político, un conductor político no reacciona ante eso
y no confía en otras herramientas, está tropezando tres o cuatro veces
con la misma piedra, no se le puede pedir a alguien que actúe contra sí
mismo. En materia de trasvasamiento generacional me parece que se está
haciendo todo lo que se puede. Los pibes que recién se incorporan están
recibiendo formación política. Y por eso también Máximo dice “nuestro
laburo es a largo plazo”, porque no es que están armando aceleradamente
gente para que ocupe cargos en el 2015, es de verdad a largo plazo y eso
vuelve a anudarse con la idea de Nación. No se puede ser cortoplacista y
poner en marcha una estructura tan grande y meterle tanto corazón
adentro porque, más allá de que yo haya hablado con los miembros de la
mesa nacional y con Máximo, yo estuve con decenas y decenas de pibes de
distintas unidades básicas de muchos lugares y no cuesta mucho darse
cuenta de que dan lo mejor de sí. Esos pibes están teniendo formación
política y en algún momento estarán disponibles cuando suceda para tener
algún cargo, pero no es el cargo lo que los mueve a la militancia y el
que piensa eso no los conoce.
Sí, vos realmente podés insultar, menospreciar, descalificar por la
razón que fuere a la generación de treintaipico que es la que conduce.
Ahora, si tomaste contacto, si compartiste días con pibes de 18, 20 años
que laburan de otra cosa, estudian y trabajan y después el sábado y el
domingo se van a la escuela o al asentamiento a pintar y a poner las
chapas y después van al curso de formación política porque quieren
entender mejor la realidad, porque quieren dar la pelea primero en la
casa, después con el vecino y después con el qiosquero. Ahí hay otra
cosa, hay algo que me parece muy valioso y que por lo menos, desde algún
sector de esta sociedad a eso se le debe reconocimiento porque entonces
volvés a plantear a la juventud como idiotas útiles, como estúpidos,
como drogadictos, como lo de siempre. Salvo que te llames Redrado y
entonces digan que sos un “golden boy”. (risas)
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