HEBE DE BONAFINI HABLÓ SOBRE EDUCACIÓN POPULAR

Invitada por la Federación Universitaria Argentina de los Estudiantes, Hebe de Bonafini charló con los alumnos de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y contó la experiencia de la educación popular en la Universidad de las Madres.
Hebe fue recibida por un grupo de estudiantes que organizaron la charla sobre educación popular en el marco de los homenajes a las Madres a 37 años de la primera marcha. La presidenta de Madres llegó acompañada por Visitación de Loyola, Madre que reside en ese distrito. La charla comenzó con las palabras del Presidente de la FUA de los Estudiantes, Joaquín Cortés, quien sostuvo: “Hoy encontramos dentro de las universidades públicas a los pibes que tienen las netbook de Conectar Igualdad, a beneficiarios del Programa Progresar y la Asignación Universal, lo cual nos demuestra el buen camino y la necesidad de profundizar el vínculo entre la universidad y los sectores populares que poco a poco, y gracias al proyecto nacional que conduce Cristina, van logrando acceder a lo que antes era una elite. El desafío es encontrar en las demandas del pueblo cuáles son las políticas de Estado que van a permitir profundizar la gestión que lleva adelante Cristina y lo que en 2003 inició Néstor Kirchner".
Para cerrar Cortes aseguró que “es un orgullo estar al lado de Hebe en esta mesa ya que el ejemplo de su universidad debe ser tomado por todos los que emprendan una educación popular de cara al pueblo”.
En tanto el coordinador de la Licenciatura en Administración Pública de la UNTreF, Martín Gras hizo una encendida defensa de las Madres. “Acá está la reserva moral del país, la luchadora por excelencia de este país. Para esta universidad, en donde tengo el nivel de decano, es un momento de absoluto orgullo que Hebe está visitándonos a nosotros y nos cuente la experiencia de su prestigiosa universidad”.
Respecto a la educación popular Gras aseguró que “John Cooke decía que ‘en un país burgués la lucha es por el contenido de los diccionarios’. De eso se trata la educación, de discutir los contenidos de los diccionarios y eso estamos haciendo acá porque la universidad es un lugar de discusión de los diccionarios. Si hablamos de una educación popular quiere decir que hay otra educación que no es popular. La educación es un frente de batalla en donde se discute el poder. Después de la reforma del 18 la universidad nacional siguió siendo paga, una reforma que fue ejemplar y un momento de ruptura para nuestro sistema educativo siguió siendo paga hasta que el primer gobierno de Perón la convirtió en gratuita y eso muy pocos lo dicen. Las universidades tecnológicas nacionales se crearon también en ese gobierno para darle la posibilidad al obrero de llegar, a partir de su conocimiento específico, a un título de ingeniero. No creemos en conocimientos encapsulados, el conocimiento se construye en forma horizontal, sobre la practica social y esa es la base de la educación popular que queremos para nuestro país”.
El panel se completó con la docente Carla Gutiérrez, coordinadora del bachillerato popular en el barrio Ejercito de los Andes (Fuerte Apache) quien contó su experiencia como docente en ese barrio, y el profesor de historia de la UNTreF Gustavo Castagnola.
Para finalizar, Hebe expuso sobre la historia de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. En su alocución indicó:
“Yo les voy a hablar de un lugar absolutamente diferente del que hablaron ellos porque todo lo que sé lo aprendí en la calle. Todo lo que soy me lo dieron mis padres y la escuela primaria, después mis hijos y la calle. Como no tengo ningún nivel académico, un día me enteré que las teorías primero se escriben y después se practican, yo no podía creerlo porque pensaba que primero uno hacía y después venía la teoría. Los que pateamos la calle y estamos junto a la gente tenemos muchas ideas para hacer cosas.
La Madres decidimos abrir una universidad, no porqué se nos ocurrió a nosotros como alucinadas, nosotras viajamos mucho por todo el mundo y una vez nos tocó estar quince días con los Sin Tierra en el Matto Groso y, mientras tomaban tierras cabían espacios para instalar la universidad, estaban intentando hacer una universidad. No solo tomaban las tierras. A ellos les pegaban, les entraban, los maltrataban, nos parecíamos tanto porque les pegaban pero yo decía: van a volver. Volvieron como veinte veces y yo estaba feliz porque cuando más te pega el enemigo más tenes que volver, a algunos les pegan y se van a sus casas, con ese criterio nosotros no hubiésemos hecho nada, por eso nos enamoramos de lo que ellos hacían y vimos que había una posibilidad de hacer una universidad. Cuando estuvimos en la selva con el subcomandante Marcos también nos transmitió su pasión por la educación.
Cuando volvimos de esos viajes veíamos el interés que había en los jóvenes, en reunirse. No pasaba nada, parecía que todo estaba tan planchado, era el final del menemismo y el principio de De La Rúa, y entonces alquilamos un lugar chiquito y pusimos una pequeña librería-café para debatir. Se debatía una cantidad de temas pero algunos no entendieron esto y hablaban de cualquier cosa. Hasta que un día salgo y veo una cola de dos cuadras de gente que venía a una charla. Dije: ‘acá no van a caber’. Entonces decidimos abrir la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo con todo el desagrado de De La Rúa que decía que yo no tenía nivel académico, entonces no podía tener una universidad. La cerró con fajas, la volvimos a abrir y así varias veces. El día de la inauguración, con el coraje que nos caracteriza, invité a todos los rectores de las universidades en donde habíamos estado. Me decían que era una loca, que no iban a venir, que la universidad era ilegal. Yo les contesté que no era ilegal porque puse un cartel que decía: ‘Esta universidad está autorizada por derecho propio por los 30.000 desaparecidos’. Nunca pensamos que iban a venir tantos rectores pero el primero que apareció fue el rector de la Universidad de Salamanca con el vicerrector y sus mujeres. Entonces no sabía cómo avisarles que no era legal, le dije a las Madres que no le digamos nada, total el tipo no se iba a dar cuenta, ellos estaban chochos de estar ahí y así vinieron un montón de rectores y nosotras estábamos súper emocionadas.
La locura de tener una universidad nos llevó a hacer cosas tremendas, el enemigo siempre va a decir que no se puede hacer pero no hay que escuchar, hay que hacer. Cuando el rector de la Universidad de Salamanca nos pidió hablar y dijo que su universidad la habían abierto los reyes y la nuestra las reinas fue un momento hermoso.
Pasamos por muchas cosas, gente que se quiso quedar con la universidad, quienes quisieron cambiar el sentido de la universidad, algunos se creyeron que eran los dueños, la universidad es de los alumnos. Tiene catorce años y estamos luchando para que salga lo del instituto, yo no quiero morirme sin ver a la universidad en condiciones, como queremos nosotros, para dar nosotros los títulos y no darlos por intermedio de otras universidades.
Nunca nos quedamos de brazos cruzados. Nosotros trabajamos para darle valor a la universidad, la mostramos al mundo, hicimos todo para que venga gente a estudiar y educar con lo que creían nuestros hijos. Estamos trabajando para que las carreras de una educación popular sean de excelencia. La gente de los barrios necesita que los escuchen y así educamos a los estudiantes de Trabajo Social.
Muchas veces en los libros no están contenidas las cosas que nos pasan a los pueblos, por eso en nuestras carreras discutimos para que los profesores lleven adelante este criterio. Los abogados que teníamos cuando empezábamos en nuestra lucha querían hacer escritos jurídicos, yo les dije que eso no servía, que los escritos tenían que ser políticos porque acá lo que está pasando es por política y la verdad es que lo jurídico no sirvió”, cerró Hebe.
Bonafini alentó a los jóvenes a seguir luchando sin descanso por este proyecto nacional y popular. “El que se cansa que se vuelva a su casa. Nosotras somos grandes y seguimos luchando todos los días. Sigan luchando pibes que al final las cosas se logran”, concluyó.