Generando cambio

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Ciudadanizar la democracia: el hito pedagógico de este nuevo tiempo político PDF Imprimir Correo
Escrito por Agencia Paco Urondo   
Miércoles, 19 de Febrero de 2020 00:00

¿Qué marcó la imagen de Alberto Fernández apenas asumió junto a Brian, el joven de Moreno? ¿Qué selló la campaña que Axel Kicillof desplegó a bordo de un Clío, mate en mano recorriendo toda la provincia de Buenos Aires? ¿Qué significa la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad? En las respuestas a estos eventos políticos se encuentra el hecho pedagógico.
Por Jésica Álvarez “Es tiempo de ciudadanizar la democracia. Tenemos una democracia con cuentas pendientes y siento que expreso a una generación que llega en ésta hora al poder para tomar la decisión de saldarlas”. Alberto Fernández, 10 de diciembre 2019.
Este nuevo tiempo político supone la necesidad de desarrollar una propuesta política pedagógica acorde a la formación en ciudadanía. Elaborar una  pedagogía política, una pedagogía de las políticas públicas. Una pedagogía de la reflexión y la acción conjunta.
¿Por qué hablar de una pedagogía política? ¿Por qué subrayar el componente  pedagógico de la praxis política?
“Todo hecho educativo es un acto político”, nos plantea Paulo Freire, por tanto podemos afirmar que todo acto político es un hecho educativo. Dicha idea ubica las acciones políticas como terreno fértil, propicio para el aprendizaje político.
¿Qué marcó la imagen de Alberto Fernández apenas asumió junto a Brian, el joven de Moreno? ¿Qué selló la campaña que Axel Kicillof desplegó a bordo de un Clío, mate en mano recorriendo toda la provincia de Buenos Aires? ¿Qué significa la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad?
En las respuestas a estos eventos políticos se encuentra el hecho pedagógico, el aprendizaje que propició cada uno. La actividad política promueve valores, simbologías, modos de entender y vivir la relación entre las personas, contiene en sí misma una práctica pedagógica.
El neoliberalismo confronta con todo el capital simbólico a su alcance, la posibilidad de dotar a lo público de un sentido democrático, participativo, solidario; como afirma Pablo Gentilli "la derrota de lo público, de lo común, ante la efervescencia supuestamente creativa del individualismo egoísta, se ha gestado en el plano de las ideas y se ha consolidado en el plano político al imbricarse estrechamente en la vida cotidiana de nuestras sociedades". Por tanto, resulta indispensable para un proyecto político que se opone a esto generar los ámbitos necesarios que permitan desencadenar hechos políticos - educativos.
La participación no se decreta “desde arriba hacia abajo”. Implica un largo proceso de aprendizaje. Por tanto una lenta transformación cultural. Persisten en nuestras subjetividades la “pesada herencia” neoliberal que nos dejo y legó prácticas inmovilizantes e individualistas, la meritocracia, las estigmatizaciones políticas, cierta  apatía social, el escepticismo en relación  a lo político.
La etapa actual exige repreguntarnos qué supone la participación política aquí y ahora. ¿Cómo visibilizar que la participación y la práctica de decidir se presentan cotidianamente? ¿Qué toda mirada y palabras acerca del país, sobre la sociedad, el tomar partido en los conflictos, los propios proyectos, anhelos de bienestar y esperanza, nos coloca dentro de la política, nos constituye como sujetos políticos? ¿Que “la participación política” no se presenta únicamente al momento de emitir el voto de acuerdo a lo establecido en el calendario electoral? ¿Cómo develar que “lo político” siempre está presente, aunque por momentos una parte importante de la ciudadanía lo percibe lejana a su realidad cotidiana?
Es a partir de ello que debemos emprender la tarea pedagógica, pensar dispositivos tales como las mesas de gestión compartida, el presupuesto participativo, consejos consultivos ciudadanos, entre otros. Su función es promover y provocar el deseo de ser parte de los debates relacionados a “la cosa pública”
El aprendizaje se genera en un proceso de interacción, en el marco de una variedad de voces, experiencias, condiciones e historias que sugieren que “el hecho político” concierne mucho más que el mero ejercicio de rechazar o acatar algo.
Dicha tarea debe ser planificada en toda su intencionalidad política, marcar objetivos, rutas acciones a llevar a cabo. Incluir la organización de métodos de sistematización del aprendizaje político que se da en la sociedad.
Debe preguntarse y responderse ¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con quién/es? se va a llevar a cabo cada propuesta de participación ciudadana.
Una planificación sujeta a la constante revisión y en todo caso a la reformulación. Es decir, una planificación abierta flexible como consecuencia lógica del encuentro, del diálogo que democratiza las relaciones sociales. Allí donde aparece el diálogo acontece el aprendizaje.
En definitiva de lo que se trata es que, más allá de las formas, lo que debe interpelarnos es el sentido y los procesos que se desencadenan en la construcción de la cultura política.

 
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