TIGRE MERECIÒ EL TRIUNFO, PERO NO SUPO VENCER LA RESISTENCIA BAHIENSE

A lo largo de todo el tràmite, el "Matador" fue mucho màs que Olimpo, que sòlo atinò a afianzar sus dos lìneas de cuatro, hacer correr por todos los rincones a Luguercio, persiguiendo a todo rival que se cruzara y un sòlo punta, que jamàs inquietò a Javier Garcìa. Sin embargo al local le costò doblegar toda esa pared formada por los hombres bahienses, y la sutileza de Rusculleda, la capacidad de creaciòn de parte de Pèrez Garcìa y el gran despliegue de Castaño y Arzura, no le alcanzò para llegar a una victoria, que hubiese sido justa y legìtima.

Pero en fùtbol, los goles se hacen, no se merecen y a Tigre, le costò muchìsimo, pese que su entrenador, Fabiàn Alegre, utilizò todos los recursos y herramientas que tenìa en su banco, para llegar al arco rival con netas posibilidades, y solamente en dos oportunidades estuvo a punto de concretar, a travès de un remate de Rusculleda en la primera parte y de otro shot a cargo de Pèrez Garcìa que besò el travesaño. Todo lo demàs fue un cùmulo de voluntades, de intenciones de buen juego, pero siempre caìan en los pies de los zagueros de Olimpo, que se cansaron de tirar pelotazos a las nubes y a las tribunas.

La jugada dudosa que hubiera terminado en gol, de parte de Joaquìn Arzura (cada dìa màs jugador) donde se peticionò un penal, fue bien interpretada por Pezzota, que amonestò al volante de contenciòn de Tigre, porque habìa simulado su caìda, ante la salida de Champagne. Ademàs, expulsò bien a Néstor Moiraghi, que estando amonestado, no dejò sacar un lateral a Pèrez Garcìa, ganàndose la segunda amarilla y posterior expulsiòn.

En definitiva, un empate que dejò muy conforme a Walter Perazzo y no tanto a la gente de Tigre, que hizo todo para llevarse los tres puntos.