La Garganta Poderosa, revista de
cultura villera, brazo literario del movimiento La Poderosa, difundió
los motivos de su rechazo al premio que otorga anualmente la editorial
Perfil a la "Libertad de Expresión".
Comunicado de La Poderosa
Históricamente, Jorge Fontevecchia se ocupó de
arrancar retazos de realidad para vestir a sus mentiras como si fueran
verdad.
Aun cuando no teníamos garganta y vivíamos sujetos a la
manipulación de los medios de incomunicación, sus publicaciones ya se
ocupaban de someternos a toda demonización, pero curiosamente... ¡Ahora
nos considera buena gente! Con un burdo manotazo desde el oportunismo,
nos propone aliarnos a su cinismo y nos hace llamar, para comunicarnos
que nos van a galardonar. Así nomás, por pura adoración, de golpe nos
quiere entregar el premio a la "Libertad de expresión". Pero ni una, ni
mil estatuillas van a lavarnos el bocho, ni van a hacernos olvidar al
Fontevecchia de 1978. Por aquel tiempo, este hombre que hoy se atribuye
autoridad para condecorar a nombre de la libertad acompañaba en silencio
los crímenes de lesa humanidad. Y por si no bastara para sacarle la
careta esa famosa tapa que su grupo le robó a la salud del Flaco
Spinetta, les dejamos acá mismo una muestra histórica de su periodismo:
este editorial anónimo de la revista La Semana, que dirigía junto a los
dueños de la picana, reproduce el comportamiento que tuvo la prensa
servil y nos otorga argumentos de sobra para rechazar el premio de la
editorial Perfil.
“La Carta de ‘Verdad’ dice que 10 mil personas
faltan de sus hogares. Vamos a aceptar la cifra como cierta, por más
exagerada que parezca. ¿Cuántas de estas víctimas están ahora en el
extranjero y se fingieron raptadas para salir del país sin ser
molestadas? ¿Cuántos mártires viven ahora en la clandestinidad y de vez
en cuando se dedican a poner bombas? ¿Cuántos cayeron en enfrentamientos
armados con las fuerzas de seguridad y nunca fueron debidamente
identificados? Sería importante saberlo.
Sigue diciendo la iracunda misiva:
'En este país existen campos de concentración atroces'. ¿En qué lugar?
¿Cómo es que nadie se entera? Porque en el exterior se habla mucho de
esos lugares, pero nadie proporciona más que vagas referencias. Yo creo
que es muy fácil vivir en Europa – siempre en lugares de primera
categoría- y dedicarse a la tarea de denunciar 'atropellos' que ocurren a
muchos kilómetros de distancia. Se trata de algo así como una beca, una
manera muy cómoda de luchar. Basta con tener una imaginación bien
entrenada y destreza en las relaciones públicas para lograr el apoyo de
determinados medios periodísticos. ¿Cómo se sentirá esta gente al
difamar al propio país, al solicitar sanciones políticas y económicas
contra los propios compatriotas? Me pregunto ingenuamente: si son tan
valientes, ¿por qué no vuelven y siguen la pelea hasta el final?
Hay una cosa que quiero decir: personalmente me repugna eso de ir al
extranjero a pedir protección. A mí me daría vergüenza solicitar la
intervención de los vecinos en mis asuntos privados. Por una cuestión de
amor propio.
La Carta de 'Verdad' (¿habrá sido escrita en Argentina?) no es más
que una pieza de la campaña antinacional que se desarrolla en distintas
partes del mundo. Usa los mismos argumentos, ya gastados hasta el
cansancio, y no contiene ningún reproche para los violentos del
marxismo. Es más, deja ver la verdadera filiación de su remitente en una
frase. Se le dice al periodista que 'no quedará impune su insolencia'.
Eso es una amenaza de muerte. Si creyó amedrentarme, lo lamento por
usted. No lo ha conseguido. Un periodista argentino”.
Por todos
esos motivos y por los 30 mil compañeros desaparecidos, desde las 15
asambleas villeras que conformamos el colectivo La Poderosa decidimos
rechazar la idea morbosa de recibir un premio a la libertad de expresión
de manos del "periodista argentino" que auspició esa siniestra
publicación: nuestra libertad será más libre, cuando todos los cómplices
estén en prisión.
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