Conciencia Solidaria ONG estuvo presente, el sábado 18 de mayo, en la Marcha Mundial contra Monsanto-Bayer, desde Plaza San Martín hasta el Obelisco, en CABA. "Fue bueno ver la amplia participación de personas, ya desde la plaza, con carteles y banderas, con consignas contra las fumigaciones, semillas transgénicas; pidiendo un modelo alternativo y agroecológico. Lo malo fue la fuerte presencia policial, que, llegando desde Plaza San Martín a avenida 9 de Julio, bloqueó la avenida, interfiriendo el paso de nuestra marcha. Se pusieron en posición de combate, con los escudos, directamente frente a la gran bandera principal, que declaraba ´Fuera Monsanto´. Luego, de unos minutos de estar ahí detenidos, se consensuó, cambiar el recorrido y avanzar por la calle Cerrito. Pero, durante todo el trayecto, la policía marchó al costado nuestro, por la vereda, nos filmaban y sacaban fotos.
Llegamos al Obelisco, nos permitieron cruzar e ingresar a la plaza, para hacer el acto de cierre, la lectura del documento. Allí había más policías.
Siendo que ésta es la octava marcha contra Monsanto en CABA, es la primera vez que hay tantos policías y que sucede esto, de que no acepten nuestro recorrido y se pongan en posición de batalla, intentando intimidarnos e interferirnos, en nuestro derecho a expresar nuestra voluntad de un mundo mejor. Sin tanta enfermedad, producida por este sistema perverso y explotador, que nos envenena a todes. Destacamos la característica pacífica, de nuestro movimiento social y ambiental argentino, y esperamos ser cada vez más defendiendo nuestros derechos y construyendo vida digna y en armonía. No confrontamos, avanzamos por nuestros derechos, en unión”,  declaró la Lic. Mariela Silvestein, Coordinadora de Prensa de la Regional Buenos Aires de Conciencia Solidaria.
Compartimos, a continuación el DOCUMENTO MARCHA MUNDIAL CONTRA MONSANTO 2019
En el marco de la Marcha Mundial contra Monsanto/Bayer, nos convocamos por octavo año consecutivo en esta Ciudad, acoplándonos a las millones voces del mundo que hoy se manifiestan.
Hace 23 años, Felipe Solá, Ministro de Agricultura durante la presidencia de Carlos Menem, aprobada el primer evento transgénico, la Soja RR, de la mano de Monsanto. Desde ese entonces los cultivos transgénicos y el uso de agrotóxicos han crecido de manera desmedida. A partir de ese decreto firmado el 25 de marzo de 1996, el Estado entregó nuestra soberanía alimentaria a las corporaciones vinculadas al agronegocio.
Monsanto (que no es santo), fusionada actualmente con Bayer (que no es bueno), compite en este ranking mortífero, con corporaciones como ChemChina, Syngenta, Dow, Dupont, Pioneer y Basf, entre otras, que mientras generan fusiones entre ellas aumentan el monopolio de semillas, agrotóxicos y maquinaria agrícola, manteniendo por ende el monopolio de la alimentación mundial.
Hoy, Argentina ya cuenta con la absurda cifra de 52 eventos transgénicos aprobados, que comprenden mayoritariamente maíz y soja pero también hay de algodón, papa, cártamo y alfalfa.
Alrededor del 80% del área cultivable de Argentina se utiliza para monocultivos transgénicos y más de 400 millones de litros de agrotóxicos son esparcidos directamente sobre 17 millones de personas cada año.
Vemos alarmados como año tras año, este modelo trae consigo el aumento de los desmontes, el desplazamiento de pueblos originarios y campesinos, las inundaciones, la contaminación de suelos y agua, las sequías, el deterioro de los suelos, la pérdida de la biodiversidad, pueblos enteros asediados por la enfermedad y la muerte.
Estas corporaciones controlan el mercado alimentario, decidiendo que cultivamos y de qué forma, qué comemos, cuándo y a qué precio; influenciando principalmente nuestra cultura, formas de vida, soberanía alimentaria y economía.
Es necesario siempre remarcar que el actual modelo agroindustrial, que tiene como objeto producir commodities y no alimentos y satisfacer únicamente a los mercados financieros internacionales y no al estómago de la población, destruye las economías regionales y ha excluido al campesinado de la ruralidad, sometiéndolo al asinamiento en villas miserias de las grandes ciudades. El empleo que genera es prácticamente nulo e insalubre. Lejos quedó el boom económico de la soja que hoy genera 1/3 de los ingresos que generaba cuando lograron imponernos este modelo. Las pérdidas que generan las reiteradas inundaciones y las inversiones que se hacen año tras año para reparar o evitar los daños, es a simple vista una cuenta en la que terminamos perdiendo.
A nivel sanitario, la situación es aún más crítica. El perturbador aumento de enfermedades, concentrado mayoritariamente en habitantes de las zonas rurales, colapsa los hospitales de todo el país. Cientos de familias de áreas rurales deben desmembrarse y migrar a hospitales de las grandes ciudades para realizar diversos tratamientos y esto en el mejor de los casos. En otras ocasiones la carencia de recursos los lleva a ser sólo uno más del pueblo.
Estamos ante una emergencia sanitaria, social, alimentaria, económica, cultural y ambiental.
Consecuentemente con esto, nuestra lucha también debe ir en aumento, porque acá compañeras y compañeros nos estamos jugando la vida: ¡son ellos o somos nosotros!
El actual gobierno, ha puesto a la cabeza de la Secretaría de Agroindustria de la Nación, al ex Presidente de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere y del Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires, al ex Gerente de Monsanto, Leonardo Sarquis. Y ha mantenido en su cargo de Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación al ya entrenado, Lino Barañao, quien sirve muy bien a las corporaciones desde el año 2007. Por tanto, poco queda por decir sobre la postura de la actual gestión ante el agronegocio.
Recientemente escuchamos al presidente Mauricio Macri, tildando de "irresponsable" al fallo de la justicia de Entre Ríos que prohibiría las fumigaciones a menos de mil metros de escuelas rurales. En esa misma tónica en la Provincia de Buenos Aires, el ministro de asuntos agrarios de María Eugenia Vidal autorizó las fumigaciones sin restricciones sobre "lotes contiguos al área urbana" en lo que se comprenden por ejemplo, establecimientos educativos, medida que debido al repudio masivo, debió declinar aunque sólo por un año. Exigimos que ¡PAREN DE FUMIGAR LAS ESCUELAS!
Bien sabemos que los gobiernos nacionales y provinciales, actuales y pasados, han sido y siguen siendo responsables de haber hundido al país en este modelo obsoleto y destructivo que aún insisten en llamar "progreso", pergeñado por las corporaciones más nefastas del planeta.
Poco a poco va saliendo a la luz lo que venimos sosteniendo hace tantos años, que este modelo de agricultura tóxica es un delito de lesa naturaleza y de lesa humanidad.
Sus consecuencias corren por las venas de millones de pobladores rurales y por las nuestras. El agronegocio deja su marca y parte a los pueblos en dos, al fomentar una sed de ganancia sin importar las consecuencias. Esto deja un saldo más que negativo, ya que con este modelo se pierden valores sociales, identidades y vidas. La negación de sus efectos deja una herida abierta en familias que han perdido a alguno de sus miembros. Se vuelve tabú hablar de la “sombra del éxito” que genera estragos en individuos, familias y poblaciones.
Hay sobradas muestras que marcan la insustentabilidad de este modelo y es necesario un cambio profundo y urgente del sistema de producción. Exigimos que el Estado promueva la agroecología, ciencia que respeta los ciclos biológicos, a la naturaleza y la salud de los trabajadores y consumidores, generando además mucho más trabajo del que genera un monocultivo sojero. Necesitamos para ello también que las tierras dejen de ser de unos pocos y puedan ser accesibles para quien la trabaja, la cuida y la respeta.
Hacemos hincapié en la importancia de seguir trabajando en el consumo consciente y responsable, entendiéndonos como parte importante de esta cadena que sin consumo no existiría. Hoy sabemos que con nuestro consumo podemos apoyar a un productor agroecológico o a una multinacional genocida: la elección de cómo queremos vivir es nuestra.
Repudiamos los convenios firmados entre estas corporaciones y las Universidades Nacionales y Organismos autárquicos como el CONICET, el INTA y SENASA. No queremos profesionales moldeados a medida de las corporaciones. Creemos en la Ciencia Digna al servicio del Pueblo, tal como soñaba nuestro querido Doctor Andrés Carrasco, referente ineludible de esta causa. Lo que la Ciencia Digna pregona es la preeminencia de la racionalidad y no de la rentabilidad, al desechar el mero interés por la ganancia, pilar de la falsa ciencia.
Seguimos expectantes frente a una posible reforma de “La Ley de Semillas” que garantizaría a las semilleras la posibilidad de cobrar regalías indefinidas por el uso de las mismas, prohibiendo de este modo el uso propio para futuras cosechas y el intercambio entre agricultores.
Por último, queremos terminar recordando a aquellas personas que viven a diario los efectos de las fumigaciones con agrotóxicos, aquellas personas que han enfermado, aquellas que han perdido a miembros de su familia. A todas esas personas les decimos que no están solas, que seguimos llorando con cada una de ellas y luchando para que no exista ni una víctima más del agronegocio.
Hoy en Argentina y el mundo… Nos manifestamos porque somos los originarios y campesinos expulsados; porque somos los docentes y alumnos fumigados, porque somos las que sufrieron los abortos espontáneos; Nos manifestamos porque somos Nicolás Arévalo y somos Andrés Carrasco; porque somos los vecinos inundados; Nos manifestamos porque somos la sed de un agua pura sin sus venenos; porque somos el monte nativo amenazado.
Hoy nos movilizamos porque somos, porque estamos, porque podemos, nos manifestamos porque es nuestra obligación ser parte de la solución, por nosotros y las generaciones que vendrán decimos: ¡¡¡PAREMOS ESTE GENOCIDIO, AGROECOLOGÍA YA!!!