EL GRITO
EMANCIPADOR Los términos
“pensamiento nacional”, “identidad cultural”, “ conciencia nacional”,
“soberanía nacional”, “liberación nacional” han sido usados, archivados,
vueltos a utilizar, de acuerdo a los tiempos políticos y a los avatares de los
procesos, de avances y retrocesos institucionales, marcados por la agenda
internacional en la etapa del “garrote” primero, en la Doctrina de Seguridad
Nacional, pergeñada e instrumentada por EEUU desde la Escuela de las Américas de
Panamá, donde se formaron todos los dictadores militares del fin del siglo
pasado, en América Latina. Después bajo otra lógica, al amparo del Consenso de
Washington la decisión fue restituir una democracia limitada al Mercado, esos
tiempos fueron marcados por la lógica de la Globalización y la Modernidad.
Política
Internacional, que como nos enseñó Perón es la verdadera política, ya que de su
comprensión, análisis, profundización y estrategia, dependen las conducciones
de los países como el nuestro, para el planteo de políticas soberanas o por el
contrario entreguistas y coloniales al servicio de intereses ajenos a los de
nuestro pueblo.
Así sucede hoy con
las intervenciones, valiosas y estratégicas de la Argentina en el marco
internacional, tanto en el Grupo de los 20, como en el UNASUR, MERCOSUR y la CELAC, como así también en
las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad exigiendo pasar de un
unilateralismo hegemónico a un multilateralismo que horizontalice las
decisiones de los países del mundo, alejadas esas decisiones, de los intereses
imperiales, en especial en el Consejo de
Seguridad, como también de los organismos de crédito internacional, tipo FMI,
Banco Mundial y otros que intentan imponer políticas a los países en
desarrollo.
De estos conceptos
se desprende la importancia histórica del relato, aquello que nos da pauta del
devenir como pueblo. Un relato que ha sido apropiado desde el inicio mismo de
los tiempos colonizadores en nuestras pampas, un relato que como bien plantea
Pacho O’Donell nos hizo ver al hombre blanco llegado a estas tierras como
similares a nosotros mismos, blancos, con una cruz atrás junto a un sacerdote,
alto, esbelto en los dibujos, llamado Solís que fue vilmente atacado por unos
salvajes, indígenas y adoradores de otros dioses, que no sólo lo mataron, sino
que, construida como leyenda, se lo comieron.
Fueron únicos
nuestros paisanos indios calchaquíes, tehuelches, guaraníes, querandíes entre
otros que enfrentaron la invasión, a diferencia de los aztecas masacrados por
Cortéz o los Incas asesinados por Pizarro.
Quienes catalogaron
de “salvajes” a los pueblos originarios fueron responsables del mayor genocidio
étnico de la historia a lo largo de casi 300 años. Primero llegaron los
Adelantados, que se robaron lo que estaba a mano, en la superficie, lo que
veían, luego los Gobernadores que trajeron esclavos porque ya había que
trabajar para extraer riquezas, junto a los indios en las mitas y el yagonazgo,
por último los Virreyes para organizar el comercio y las instituciones del
saqueo colonizador.
Ese relato ya
comienza por estigmatizar la lucha por la libertad de las clases populares
contra las clases dominantes, de cualquier signo a lo largo de los tiempos, sin
que clase como término tenga connotaciones parecidas a la revolución
industrial. La lucha del hombre a lo largo de los tiempos por su emancipación
fue marcada por la lucha, no siempre victoriosa. Así fue catalogado Artigas, el
fundador ideológico de la Patria Grande, de ladrón, contrabandista y asesino,
traidor a la Patria
por personajes como Sarratea y Alvear, los mismos que le solicitaron por carta,
al Reino Unido que nos adopte como colonia del imperio, dado que los criollos
éramos incapaces de manejar nuestro destino, alentando y permitiendo la
invasión lusitana a la Banda Oriental,
que siempre quiso ser Confederación de la Patria Grande, lo mismo que Paraguay y el Alto
Perú, con Juana Azurduy pidiendo ayuda a Belgrano, negada por otro prohombre,
gracias al relato, como Rivadavia, un verdadero cipayo, el primer endeudador y
claudicante genuflexo proinglès, presentado falsamente como primer presidente.
Repasemos entonces
quienes fueron estigmatizados, vilipendiados, maltratados en vida y en muerte
también, enlodando sus memorias a lo largo de la historia. Nuestras calles y
avenidas nos pueden dar una idea de ello, ahí figuran los máximos traidores a la Patria enaltecidos por la
historia oficial, la que frente al relato popular, ese que perseveró en la
trasmisión oral, como el Martín Fierro fiel intérprete de la gauchería, ya que los
hombres del campo nacional no revisamos, sino reconstruimos una historia
escondida, vedada y manipulada.
Rosas es un ejemplo
claro, justamente el gobernador que permitió a nuestro país que no sea un
mosaico de veinte republiquetas, con su concepción de unidad nacional. Hubo que
combatir para defender ese principio, como combatían otros argentinos que
exiliados en Montevideo, no dudaron en subirse a los barcos ingleses y franceses
que pretendían fundar una nueva colonia mesopotámica, una nueva amputación
nacional, de la mano de la excusa de combatir a Rosas. Años antes estos mismos
personajes, Salvador María del Carril, luego presidente de la Corte Suprema, Florencio Varela
y otros ordenaron a la “espada sin cabeza” de Lavalle, asesinar a Dorrego el
primer líder popular que accedió a la gobernación. Otro patriotas como Joaquín
Campana, French, Beruti, chisperos, orilleros, muchos criollos, que ocultados
por la historia, la protagonizaron jugando su vida, desde los intereses
populares. Tampoco se relata la insurrección del cacique Calchaquí en nuestra
historia, ni tantas otras que jalonaron las luchas nacionales entre ellas las
más de cien batallas de la meseta jujeña en la Quebrada de Humahuaca,
protagonizada por nuestros denostados originarios y criollos que impidieron el
avance del ejército español.
Sobre ellos se
abalanzó la calumnia, la mentira y el ocultamiento, siendo paradigmático el
caso de Rosas que no quiso reconocer la independencia del Uruguay ni del
Paraguay en un intento conceptual de Patria Grande, que luego de Caseros consolida
la derrota del campo nacional, concretando los planes ingleses de balcanización
y que nos lleva de la mano de Mitre, a la Guerra de la triples Infamia contra el pueblo
hermano paraguayo, con cientos de miles de muertos y heridos, en años de dolor.
El poder las clases
dominantes no duda a la hora de la verdad, procede sin escrúpulos, los mismos que
luego exigen a las clases populares, en sus formalismos posteriores a los
saqueos, como el de las tierras que han formado desde los primeros tiempos en
graciosas concesiones, la oligarquía terrateniente, que se ha dedicado a acusar
y mancillar desde entonces al pueblo trabajador, como “vagos y malentretenidos”
a lo largo de la historia. Siguen considerándose hoy los “dueños de la Patria”, los
“civilizadores” frente a la “barbarie” populista, aquellos que estimularon los
ejércitos para las matanzas de indios, la persecución de criollos, el desplazamiento
de las reservas aborígenes, la explotación sistemática de peones, que en el caso de la Patagonia Trágica
exigían sólo una vela y un catre. Fueron fusilados 1500 trabajadores, frente a
semejante desatino de reclamo!!!
Por eso es
importante la pregunta que se formula Pancho Pesthana, en su libro “Existe el
Pensamiento Nacional?” , interrogación necesaria frente al desarrollo histórico
de la “Formación de la Conciencia Nacional”,
maravillosa descripción de Juan José Hernandez Arregui en un libro que ha sido
formador de generaciones.
La respuesta sin dudas está en la misma pregunta: como no va a existir el
pensamiento nacional si el Irigoyenismo y el Peronismo, que no abrevaron de
terceras fuentes ideológicas, pudieron transformarse por épocas en los ejes
aglutinantes de las mayorías populares en nuestro país y en el caso del
peronismo mantener su vigencia plena, tanto política, como filosófica y
doctrinaria, hasta nuestros días, casi 70 años después de su creación.
Algunos dirán que
existen varios peronismos, en especial quienes desde fuera del mismo intentan,
no sólo identificar con construcciones de pensamiento europeísta, sino en
muchos casos heredar semejante movimiento nacional, que ha creado desde una
cultura hasta una estética del poder, identificando a lo largo de la historia,
doctrinariamente al peronismo con el pueblo y en especial con los sectores más
desprotegidos de la sociedad. Sin embargo como bien plantea el filósofo
peronista Jorge Bolivar en su libro sobre Estrategias y juegos de Dominación ,
no se trata sólo de una afiliación partidaria, ni siquiera del recitado
ideológico del manual del peronismo, sino que quienes lo llevan adelante tengan
o no, un núcleo de ideas de Liberación o por lo contrario respondan a una
concepción de Dominación.
Como vemos desde el
relato histórico de clara concepción anglófila y sesgada que escribió Mitre, al
tráfico ideológico de las corrientes del pensamiento colonizador, siempre el designio
ha sido el mismo, ocultar, tergiversar, manipular y denigrar los movimientos
populares en todas sus expresiones.
En las currículas
de formación académica, en las escuelas primarias y secundaria aún hoy,
predominan de manera absoluta esas visiones de la historia y construcción del
pensamiento, ligados mas a aprender los modelos imperiales, desde la geografía
a la música, llamados a si mismos “universales”y copiados por aliados
vernáculos, cuando son desarrollos de poderes fácticos que han logrado
colonizar países y poblaciones por años. No existe una cultura universal, existen
culturas nacionales que por la fuerza de las armas o de la prepotencia
comercial del desarrollo colonialista de sus países de origen, han logrado
imponer como paradigmas, determinados elementos culturales que hacen a la vida cotidiana, que transforman a los
pueblos en súbditos inconcientes de otras latitudes, con profundo desprecio por
sus propios valores nacionales.
El mejor ejemplo es
Malvinas, colonizada por los ingleses y no asumida por los argentinos mas allá
de la evocación y nostalgia, no siendo vivida como realmente es: un hecho
violento, militar, colonial, de ocupación territorial, que en cualquier otro
sitio del país, generaría por parte del pueblo argentino, miles de formas de
resistencia y enfrentamiento.
Ahora incluso no se
acompañaría un corte de relaciones diplomáticas con Gran Bretaña, ni el diseño
de una guerra diplomática y comercial, que incluya un impuesto a los residentes
ingleses, empresas y terratenientes de ese origen que empiece a pagar el saqueo
del mar argentino. Menos aún colocar rampas misílísticas en el costero
atlántico con el fin de obligar al Reino Unido a movilizar recursos económicos,
aquellos que duelen, además de la prohibición de carga y descarga de buques
ingleses en el marco del MERCOSUR.¿Parece mucho? Mucho más es una ocupación
colonial con visión estratégica sobre el antártico, único continente no
explotado y parte del desarrollo bicontinental argentino desde Perón y su
creación del Instituto Antártico.
Todos estos
elementos hacen al grito emancipador de un pueblo cansado de tantas historias
de despojos, manipulaciones y genocidios, en nombre de “la libertad y la
democracia” que justificó los peores crímenes cometidos en nuestra Patria.
Reconstruir el
pensamiento nacional es vertebral a las luchas populares, que seguirán el curso
de la historia emancipadora del pueblo argentino, es la herramienta necesaria
que arma las conciencias populares detrás de objetivos nacionales poniendo un
límite a la voracidad de los mercados y los mercaderes de aquí y de otros lares.
Aquellos que viene devastando naciones en nombre de una lógica financiera atada
a los grupos hegemónicos internacionales, que pretenden un nuevo ciclo de
claudicaciones nacionales en función de sus intereses.
El peronismo, el
movimiento nacional, la recuperación de nuestra historia, la jerarquización de
nuestros hombres y mujeres que fueron mancillados, es una tarea esencial a un
proceso de Liberación Nacional pendiente como revolución inconclusa que nos
debemos todos los argentinos.
Nos debemos esta
militancia hoy, cuando el embate de los poderes fácticos que han perdido
terreno de poder y amenazan con la desestabilizar produciendo un “golpe blando”
que nuevamente desplace la voluntad popular, del gobierno nacional.
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