Generando cambio

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"Los gestos, son más concretos que las palabras" PDF Imprimir Correo
Escrito por Gerardo Bova   
Viernes, 30 de Septiembre de 2016 17:12

altPerdón: Ongaro, Tosco, Atilio López y a otros grandes del movimiento obrero

No voy a extenderme mucho en la editorial de hoy, pero considero necesario traer del recuerdo algunas palabras que asiduamente las comento y encaja perfectamente con los contenidos de la presenta nota, me refiero estrictamente a la visión del notable actor y compañero Raúl Rizzo, quien en algún programa del recordado "678" decía que los gestos, a veces tiene más significado que las palabras y eso lo tenían bien asimilado en sus aprendizajes de clase de teatro, algo vital en la formación del actor, en todas sus dimensiones. Traigo a colación estos detalles, porque al observar la actitud de los dirigentes más conocidos del movimiento obrero de la actualidad, en la reunión reciente con las máximas autoridades gubernamentales de la administración Macri, mientras los ministros de Mauricio (Prat Gay, Triaca, entre otros) aplaudían y se reían a carcajadas, vaya a saber en que instante crucial de la reunión, azorados los dirigentes obreros se miraban entre ellos, con una pasividad asombrosa, pero que no significaba otra cosa que la visible entrega a los designios del neoliberalismo salvaje y dejando la sensación de que tales actitudes tenían que ver estrictamente, con aquellas palabras que diariamente nos manifiesta el conocido y talentoso Gustavo Sylvestre, cuando aduce que le tienen miedo al "carpetazo", ya que de otra manera, no se puede aceptar semejante sumisión a personajes que no son ejemplo de nada para la vida de los argentinos, todo lo contrario, son sujetos que han participado de las horas más nefastas para nuestro pueblo en su conjunto.
Ahí se identifica esa aseveración o idea de Raúl Rizzo, cuando afirma que los gestos son más importantes que las palabras en ciertas actuaciones, porque los rostros de esos dirigentes que participaban de la reunión en cuestión, eran tan elocuentes que no amerita agregar palabra alguna. Estaban condenados en todas sus posibles intervenciones y eran escasas las oportunidades que le quedaban a cada uno de ellos, de poder insertar alguna idea de cambio en sus propuestas o de luchar por los intereses reales de los trabajadores. Los condenaban abiertamente todas las confusas maneras de actuar en el campo sindical y política en los últimos tiempos y desde ya, estaba tan a la vista, que los representantes del gobierno se regocijaban jocosamente, a sabiendas que las defensas u obstáculos que podían presentar cada dirigente de los trabajadores, carecían de sustentabilidad por la poca seriedad que han demostrado en todos estos últimos años, siempre actuando a espaldas del trabajador.
Por todo esto, es que en el subtítulo de la presente editorial y con todo el respeto que se merecen los grandes de nuestro movimiento obrero, mencionados en el párrafo inicial, hablaba del perdón que pido a ellos, en nombre de estos sujetos impresentables de nuestro sindicalismo nacional, ya que a estos dirigentes, ni se les puede ocurrir semejante acto de honestidad, tal vez porque el pueblo ha decidido regresar a los 90 y han elegido el mismo modelo que los destruyó por varias décadas y los dirigentes del sindicalismo actual todavía creen que la sociedad ha creído precisamente en sus proyectos reivindicativos. De cualquier manera por lo que fuere, lo hago por verguenza ajena, teniendo en cuenta que esos próceres representantes de los trabajadores, como Raimundo Ongaro, Atilio López o Agustín Tosco, entre otros grandes, hoy estarían al frente de las manifestaciones populares en todas las calles del país, luchando por los intereses de su pueblo y no agazapados frente a los ministros del privilegio y el placer. ¡Amigo/a lector/a, analice estas palabras y piense y no se deje convencer por estos sujetos que venden a la madre y la patria, como si fuesen un simple aparato celular! ¡No lo duden!
¡Hasta la próxima!





 
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