Generando cambio

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Libro de mi autoría "ENTRE DELIRIOS Y REALIDADES": Capítulo Uno PDF Imprimir Correo
Escrito por Gerardo Bova   
Jueves, 17 de Enero de 2019 02:27

El Continente Indio (Era precolombina)

¡Qué hermoso resulta revisar nuestra historia y comprobar las riquezas que poseían las comunidades indígenas durante  la era precolombina! Nada tienen que ver las riquezas de las que hablamos con las materiales; que, sin duda existían y en abundancia. Hablamos de las otras, relacionadas con la alimentación, la salud y las tradiciones familiares, inspiradas en el gran amor y respeto a sus dioses. Constituyéndose en los pilares básicos en la existencia de las sociedades indígenas. La llegada del vikingo Leif Erikson a las costas del norte de América en el año 1000 aproximadamente, no dio los frutos esperados por el forastero y las comunidades indígenas siguieron con sus costumbres habituales, aunque debemos reconocer que este hecho marcó el comienzo de  un sistema de comercialización con otros continentes que casi no se había producido antes de la llegada del vikingo. Sin embargo, existe bibliografía que argumenta lo contrario. En realidad, no se obtuvieron pruebas concretas acerca de que hubieran existido contactos que generasen un intercambio comercial después de la visita de Erikson.
Es importante destacar que, de acuerdo con estudios serios realizados por prestigiosos antropólogos, el  hombre americano habitaba estas tierras desde hace 40.000 años antes de Cristo; pero nunca se habían constituido  en sociedades organizadas, salvo en algunas regiones como México o Perú y otras de la hoy denominada América Central.
En Argentina las tribus más extendidas fueron los diaguitas en el noroeste, los guaraníes y tupís en Corrientes, guaycuríes en el Chaco, patagones (tehuelches) en la costa atlántica de la Patagonia y los pampas y fueguinos en el centro y sur del país.
Recién a pocos años de comenzado el siglo XIV, (año 1315), se iniciaron las primeras incursiones de europeos en tierras americanas sin que hubieran obtenido los resultados pretendidos.
Entre los años 1315 y 1317 distintos fenómenos catastróficos motivaron la llegada de los europeos (franceses y galeses) a estas tierras. Hubo sucesión de lluvias torrenciales durante 3 años que supusieron cosechas especialmente pobres; un fuerte aumento de los precios agrícolas (todas las épocas tienen similitudes) y una epidemia de peste negra que acabó diezmando a una población ya muy debilitada, (el índice de mortalidad alcanzó valores ignorados en Europa  desde hacía siglos).
 Tal vez en forma precaria, se encontraron soluciones (sobretodo  en  Francia por orden de Felipe “el hermoso”) a la coyuntura económica alterando el valor de la moneda, porque la gran escasez de alimentos y la pérdida importantísima de animales por los motivos descriptos, obligaron a los franceses a recurrir  a la aventura de “conquistar” otros horizontes para paliar esta delicada situación.
Junto a navegantes galeses incursionaron por tierras mexicanas y fueron sorprendidos por el recibimiento de los aztecas en las ciudades de Tezcoco y Tedcopán. La altura promedio de sus habitantes era de 1,80m y eran dueños de una gran condición guerrera e inteligencia desconocida para los visitantes.
El tema de la estatura es un punto concreto para reflexionar y no dejar pasar por alto. Hoy, un azteca o cualquier indio americano no sobrepasa una altura promedio de 1,62m o 1,63 m.; un dato interesante que nos proporciona la historia al decir de la reconocida antropóloga argentina, la Lic. Patricia Aguirre.
Estos datos veraces nos permiten pensar seriamente y manifestar el concepto que estos cambios no sean producto de la casualidad y que indudablemente, mucho tuviera que ver en el siglo siguiente la llegada de Cristóbal Colón a nuestro continente.
La aventura galo-francesa duró muy poco. Los invasores apostaron a la retirada por falta de componentes vitales para concretar tal ambición.
La visita de los europeos a  tierras americanas era una novedad. Los propios visitantes, presuntamente, desconocían lo que pasaba en esta parte del mundo. Muchos investigadores e historiadores, sobre todo los de origen europeo, escribieron  que en el “viejo continente” se tenía una pequeña pista e información sobre la vida americana. Esto se basa sólo en versiones.  Sin embargo,  no sería descabellado darle crédito a las opiniones vertidas por aquellos investigadores ante las riquezas existentes en estos territorios, la innumerable variedad de alimentos de origen vegetal, (supuestamente desconocidos por los europeos) y la penosa situación de Europa con respecto al advenimiento de la visible pobreza.
Existía en esa época un gran despliegue de actividad marítima desde la costa atlántica de América del Norte, pasando por el Golfo de México, las enormes costas del Pacífico hasta llegar al extremo sur del continente (hoy Chile y Argentina). En toda la región han sido hallados concheros fósiles, en los que estaban mezclados utensilios de hueso, puntas de flecha y martillos hechos en piedra, lo que deja en claro una singular unanimidad de las tradiciones alimentarias de los pueblos costeros del territorio indio.
Estos depósitos son frecuentes, incluso a orillas del río Orinoco y  generalmente de todos los extensos ríos y lagos, circunstancia que prueba que las costumbres marítimas eran extensivas a los pueblos fluviales y lacustres.
Cuando hablamos de las riquezas alimenticias que producían los indígenas por la bondad de sus tierras, podemos afirmar que la estatura promedio de 1,80 m. de los aztecas y otros indios americanos no era otra cosa que la confirmación de una gran dosis de atributos nutricionales que asistía al hombre americano de esos tiempos y que hoy queda totalmente desfigurado por los motivos que vamos a comentar y exponer capítulo a capítulo de este ensayo.
Mientras el indio americano construía paulatinamente su futuro promisorio, en libertad y arraigado fuertemente a su cultura, en Europa se debatían en la desolación, cada vez más acentuada, producto de la famosa peste negra, que entre los años 1346 y 1351 había dejado el escalofriante saldo de 25.000.000 de muertos. (¡Si! ¡Veinticinco millones!)
A través de las rutas comerciales que unían por tierra y mar  el “mundo conocido”, la peste negra, que se originó en China, se extendió hasta Asia occidental, Crimea, Constantinopla de donde pasó al continente europeo entrando por Francia, Italia y Creta, fue avasallando con todo y llegó a un punto crucial un siglo más tarde, dejando una marca profunda y permanente en la sociedad occidental.
Se vincula los devastadores brotes  epidémicos de la peste con las guerras y las malas cosechas agrícolas. Estas circunstancias comienzan a preocupar a los “fuertes europeos” que se organizan para programar la aventura de conquistar nuevos horizontes que provoquen un cambio funcional en la devastada Europa.
En lo estrictamente  relacionado con las tierras americanas, en el complejo mapa humano del continente, se destacaron tres culturas que alcanzaron grados de civilización excepcionales: la de los aztecas y los mayas en el centro del continente y los Incas, cuyo imperio se extendió en la mayor parte de la región andina de América del Sur.
Todo esto comenzó a desmoronarse con la llegada de los colonizadores a fines del año 1492.
Es propicio comentar que a las capitulaciones daban al “conquistador” Cristóbal Colón el almirantazgo y el virreinato “vitalicio” y “hereditario” de las tierras exploradas, así como una décima parte de los beneficios que de ellas se obtuvieran.
Las expediciones a este continente fueron financiadas por soberanos y grandes mercaderes europeos de esa época. Reyes y comerciantes obraban animados por las perspectivas de inmensos beneficios.
Es lógico imaginar que semejante aventura y la presunta falta de conocimiento acerca de estas tierras por parte de los invasores, no se condicen con los hechos y demuestran además que las metodologías impuestas son las mismas que en la actualidad, diferenciadas solamente por los adelantos tecnológicos y comunicacionales.
Quiero de manera muy especial agregar al contenido de este capítulo la ideología muy clara en este concepto del brillante cantautor argentino León Gieco, quien nos dejó en su obra “Cinco siglos igual” la imagen y visión perfecta de lo sucedido en esta parte del mundo.
Considero además que sería importante incluir y debatir en el área educativa los conceptos vertidos en este tema musical porque, en forma clara y contundente nos pone frente a una realidad que no hemos querido ver y no podemos ocultar.
También me veo obligado moralmente a destacar la idea original del excelente actor Juan Palomino, junto a su padre, otro gran actor peruano, José Palomino Cortés, al poner en escena la obra “América – Tan violentamente dulce” que muestra el continente americano a través de los siglos con un realismo impactante,  dejando el camino a la obligatoria reflexión. El espectáculo incluye temas musicales vinculados directamente a la historia americana, interpretados por el conjunto “Huerque Mapu”.
 Esa obra junto a la de Gieco muestran evidencias concretas de un continente avasallado criminal y cruelmente por invasores que sólo han tenido como único objetivo paliar la durísima realidad europea y quedarse necesariamente, a cualquier precio con toda la riqueza producida por este maravilloso y pujante continente.

 
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