Generando cambio

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Escrito por Gerardo Bova   
Viernes, 22 de Noviembre de 2019 20:58

altLa actitud de muchos radicales merecen que lean atentamente la última carta de Leandro N.Alem

Cuando se habla de moral, ética u otros menesteres identificados con esas palabras, especialmente cuando provienen de militantes o funcionarios del radicalismo, sugiero que cada uno/ de ellos/as, lean atentamente la última carta producida por el creador de la U.C.R., simplemente porque les hará reflexionar seriamente y porqué no, tomar decisiones sobre que piensan hacer con sus vidas en el futuro, pues luego de haber cometido semejantes atrocidades por apoyar un modelo de ultraderecha, no afín a las costumbres del partido centenario y haber dejado el país en las condiciones que lo dejan, no pueden ni deben hacerse los desentendidos y pensar sólamente en futuras elecciones. Por lo tanto, reitero, lean con detenimiento y atención, las siguientes estrofas y el contenido de ésa carta del creador del radicalismo. Ya no existen seres humanos en política que puedan llegar a tomar decisiones como la que tomaron oportunamente Alem y De la Torre, que no se contraponen con el sentir popular.
Llagarse a quitar sus vidas, simplemente porque estaba en juego su honor y respeto a sus semejantes.
Alem tomó esa decisión límite de quitarse la vida el primero de julio del año 1896.
Cuando retiraron el cadáver en el club El Progreso, se le encontró en el bolsillo de su pantalón una carta para su hermana Tomasa, que muestra como era éste hombre maravilloso que tuvo nuestro país, y que todavía no se le dio el valor verdadero de sus condiciones morales y humanas.
El texto de esa carta decía lo siguiente en los párrafos mas salientes:
“He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir:¡ Si, que se rompa, pero que no se doble!
“He luchado de una manera indecible en estos últimos tiempos, pero mis fuerzas, tal vez desgastadas ya, han sido incapaces para detener la montaña...y la montaña me aplastó!...
“Los sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi alma, los móviles, las causas y los propósitos de mi acción y de mi lucha, en general en mi vida, son, creo, perfectamente conocidos. Si me engaño a este respecto, será una desgracia que yo ya no podré ni sentir ni remediar...
“Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente. En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción en bien de la patria. Esta es mi idea, éste es mi sentimiento, ésta es mi convicción arraigada, sin ofender a nadie. Yo mismo he dado el primer impulso y sin embargo, no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales.
¡Adelante los que quedan!...
¡Ah, cuánto bien ha podido hacer este partido, si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores!
¡No importa! Todavía puede hacer mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra: ¡deben consumarla!

 
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