Nunca existió un plan para otorgarles una vida digna a miles de argentinos/as

Tengo un proyecto concreto y lo difundo aquí:
En aquella crisis del 2009 que vivimos en nuestro país y que también soportaba el mundo, había presentado un proyecto en la Honorable Cámara de Diputados, relacionado con la posibilidad de bajar ostensiblemente los índices de desocupación, tema harto preocupante en todos los tiempos de la vida nacional.
Hoy ante circunstancias totalmente distintas a las comentadas en el párrafo anterior, considero muy importante darle una solución a los barrios carenciados, algo que no hemos podido resolverlos en estos 37 años de plena democracia. No es una tarea sencilla, sin embargo existe una posibilidad de mitigar tal situación, con solo estudiar seriamente todo lo que tenga vinculación con lo catastral y como se reparten las tierras ociosas en nuestro país. Tenemos unas 36 millones de hectáreas productivas en todo el territorio nacional y el 90% de ellas, no producen en los inviernos, pues el gran negocio solo lo activan unas 80 familias adineradas y se dedican a la soja, maíz o trigo y durante ocho meses del año, no tienen actividad y ocupan muy escasa mano de obra. Además de lo comemtado, existen unas 1,8 mil hectáreas de terrenos fiscales en todo el ámbito nacional, tierras que están totalmente desaprocechadas, pues no ostentan ningún tipo de actividad.
Se que es muy complicado decirle a cualquier familia que se traslade hoy desde la Ciudad de Buenos Aires o del conurbano bonaerense a cualquier punto del país, si no se le ofrece algo digno para cambiar su vida, sin embargo, otorgándoles un mejor porvenir o situación de las que están viviendo en la actualidad y, a través de muchos años de pertenecer a las zonas más vulnerables y marginales del país, resultarán más beneficiosas sin ningún tipo de discusión o debate.
Para no ser muy extenso, pretendo ser conciso y concreto, por lo tanto paso a explicarles de que se trata el proyecto o idea que tengo al respecto, con el objetivo de ofrecer una solución viable y sustentable para todas aquellas familias que vienen soportando una marginalidad insoportable desde cualquier ángulo que desea analizarla.
En primer lugar cada tenedor de más de 10.000 hectáreas debería ceder al estado una de ellas, llegando a un número real de 480 mil (3% del total de hectaras productivas) y el estado descontaría de impuestos el costo de dichas hectáreas, además de aportar el mismo estado de las tierras fiscales descriptas en párrafos anteriores, en un 10% que significaría sumado a las que aportaría el sector privado, unas 660 mil hectáreas.
Bien, si se le ofrece un cuarto de hectárea a cada grupo familiar, llegarían a unas 2.640 familias, logrando cubrir toda la población que vive en las zonas marginales y desaparecerían las villas o barrios de emergencia en todo el territorio nacional, de tal forma pueden desarrollar cualquier tipo de actividad, no solo agropecuaria, pues se le puede agregar artesanías u otro tipo de actividad vunculada a la mano de obra tanto para el hombre como para la mujer. Además se puede asegurar el sistema de salud y educación con escuelas y centros de salud rurales en todos los puntos del país, donde sería radicados cada grupo familiar, asegurándoles un mejor futuro y sacándolos de todos los peligros de la marginalidad social en todo el sentido de la palabra.
Es muy notorio que muchas personas no desean salir de su habitat y han preferido vivir en esas zonas marginales, pues es tarea del estado hacerles entender de los peligros que mantienen en dichas zonas, sobre todo en los momentos que nos toca vivir de ahora hacia el futuro cercano. No será fácil doblegar esta pandemia que estamos vivenciando hasta que no aparezca una vacuna que pueda mitigar el mal.
También hace falta concientizar a aquellos sectores poderosos que son dueños de millones de hectáreas que es la hora de poner el hombro por el país y por el bien de la comunidad en su conjunto. Esto no tiene nada que ver con el comunismo como desean hacernos creer muchos compatriotas y los medios de comunicación, se trata del sentido común y combatir para siempre el hambre y la pobreza en Argentina. Cada familia desde su trabajo independiente, puede llevar sus productos a los mercados cercanos o donde mejor les satisfaga y vivir sin la teta del estado como les gusta decir abiertamente a los neoliberales.
Usted póngale el nombre que desea, si quiere llamarlo como una reforma agraria o reforma del sistema catastral y laboral, pero créame que es la única forma de solucionar el tema de la pobreza en nuestro pais, si se concreta esta humilde idea que deseo aportar para mi querido y bendito país. Éste proyecto lo presentaré en el corto plazo en el Honorable Congreso de la Nación, una vez que puntualice los detalles legislativos correspondientes y los tomarán un grupo de legisladores nacionales que ya han tenido una conversación conmigo al respecto.
¡Hasta la próxima!