Es indiscutible que esta pandemia nos deja un año muy amargo y distinto a lo habitual que hemos vivido a lo largo de las últimas décadas, tanto en nuestro país como en el mundo entero. Por lo tanto, es comprensible aceptar algún malestar en la sociedad, sin tener que hacer diferencias de clases sociales. Sin embargo, cuando uno tiene que analizar la reacción de una gran parte de nuestra comunidad, no podemos omitir bajo ningún concepto, desde donde venimos y cuáles fueron los reales motivos como para no cerrar un año, al menos decoroso, pues en Argentina no pasaron las mismas cosas que en otras naciones de la región, aunque casi todas ellas estaban gobernadas por el mismo sistema político de neto corte neoliberal al igual que el nuestro, que fue dejando a sus pueblos sumergidos en la pobreza y humillación. Lo pudimos observar en el Brasil de Bolsonaro; el Perú de Vizcarra; la Bolivia de Jeanine Añez en tan solo un año; la Colombia de Iván Duque o al Chile de Piñera. Sin embargo todas esas naciones, si bien comenzaron a tener revueltas sociales de envergadura, casos concretos, Chile y Perú, no han tenido el mismo cimbronazo de lo acontecido en Argentina, pues el presidente de turno en el período reciente del 2015-2019, léase Mauricio Macri, nos dejó una deuda que superan los 300 mil millones de dólares, con una fuga de capitales de casi 100 mil millones de la misma moneda, además de una pobreza de 44% e indigencia del 15% y una desocupación de dos dígitos, siendo superada solamente en en el 2001 con todo lo que hemos vivido en esos tiempos hace dos décadas y es de neto dominio público.
Sin embargo los medios hegemónicos de la comunicación, con ése libreto absurdo y tendencioso como lo han hecho en todos los tiempos que han gobernado esos sujetos del terror, parece mentira que lo han olvidado e intentan seducir y concientizar una vez más, a gran parte de nuestra sociedad con ése relato de que los responsables de los males en Argentina y en toda la región, son los gobiernos de carácter popular, pues según vuestro criterio, hacen un desmedido reparto de los recursos, alimentando vagos, sin mostrarles la cultura del trabajo, para que vivan de la "teta" del estado y de los planes sociales, sistema que frena el crecimiento de un país.
Literalmente mentiras y no falacias comunes, son perjudiciales y dañinas, teniendo en cuenta que lavan el cerebro de las clases más pudientes para encarnizar una grieta que ya sabemos hasta el hartazgo, los perjuicios que nos trajo a través de la historia.
No hace falta ser tan extensivo para darse cuenta y entender esa frase lanzada por el presidente Alberto Fernandez, cuando nos pregunta: ¿A que normalidad quieren volver?...en franca respuesta a las innumerables quejas que sostienen miles de argentinos/as, por todo aquello que el gobierno todavía a un año de asumir, no puede complacer a todos/as.
Por supuesto, el bagaje de medidas productivas para sostener la economía, no hambrear al pueblo y la ayuda inconmensurable en el sistema sanitario e incluso, los créditos a tasa cero lanzados para que no cierren las medianas y pequeñas empresas, sosteniendo los salarios de sus trabajadores, no satisfacen a esos personajes, máxime si se tiene en cuenta que la mayoría de los recursos invertidos fueron a los hogares de los más vulnerables. Pero, considero necesario que hay que saber difundir todas esas medidas, simplemente para hacerle saber a gran parte de nuestro pueblo, en qué condiciones dejaron el país, la banda de Macri y sus amigos, aliados a los sectores más concentrados de la economía internacional y a los países centrales del poder.
Por ello es importante la pregunta de Alberto Fernández al pueblo, pues si tenemos que volver a ésa normalidad, tenga la seguridad que esa pandemia fue peor de la que estamos viviendo en la actualidad, por lo tanto no queremos saber absolutamente de nada que tenga que ver con ése neoliberalismo salvaje que destruyó a millones de argentinos por varias generaciones. La normalidad que debemos recuperar, no tenga dudas, será aquella que vivimos con orgullo y tranquilidad entre los años 2003 al 2015, precisamente con gobiernos que a los medios de comunicación, les encanta denominar populistas. Les pregunto entonces a las familias trabajadoras de nuestro país, para cerrar el presente editorial: ¿Usted tiene dudas de que normalidad le conviene cuando termine esta pesadilla?
¡Hasta la próxima!