Generando cambio

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Ricardo Roa, Susana Viau: Son los que nos ocupan este espacio PDF Imprimir Correo
Escrito por Gerardo Bova   
Lunes, 09 de Enero de 2012 13:46

 NOS PRODUCEN NÁUCEAS TENER QUE LEER LO QUE ESCRIBEN

Si seguimos haciendo fuertes críticas y todo tipo de comparaciones entre el periodismo serio y el identificado vulgarmente como “amarillo”, no es un capricho de este medio, ni tampoco de todos los que hacen este tipo de compulsa.
En esta semana, desde que operaran con éxito a la Presidenta , los programas “6,7,8” “TVR” y “Duro de Domar” de la misma productora, como en Radio ontinental, con el  magistral Víctor Hugo Morales, y otros de pensamiento similares, se produjeron cotejos en dichos programas, mostrando la diferencia abismal y la mala intención de los medios hegemónicos, principalmente el Diario Clarín, como es su costumbre, con relación a la noticia en sí, y también sobre la transmisión del mando de Cristina al vicepresidente Amado Boudou.

Me tomé el trabajo de leer y releer, notas editoriales de columnistas habituales del diario de Magnetto, y no me deja de sorprender la malicia impuesta por algunos de los responsables más importantes de dicho medio, dejando en claro, que además de tener  templada la ideología contraria al gobierno, recibe netas instrucciones del mandamás del diario en cuestión.
Por ello y para que no queden dudas, por si acaso el amigo lector no tuvo la oportunidad de leer algunas notas, a las que hago referencia, rescaté dos de ellas y las voy a publicar textualmente, sin cortarle ni una coma, porque es digno de observar el grado de malicia que tienen estos personajes, sin importarle siquiera, la salud de la presidenta, más aún, se han tomado el tiempo y espacio, para derrochar todo tipo de insultos e irrespetuosidades, juzgando en cierta medida, que les interesaba más, que Cristina tuviera el cáncer como se había anticipado y no sentir un alivio,  al estar alejada del mal de presunción, ya que de esta forma se favorece netamente al país.
Sinceramente, he dudado con cierto fastidio, por supuesto, que tanto el Editor Adjunto Ricardo Roa o la periodista y escritora, Susana Viau, tengan reales conocimientos de cómo debe actuar un profesional de la materia en estas circunstancias.
Al pie de la presente columna que estoy escribiendo, adjunto las notas de ambos intérpretes del Diario Clarín, y de esta manera, sugiero a nuestros lectores que lean con detenimiento y entre líneas, para sacar las conclusiones concretas de lo que estoy hablando, y de esta manera no tengo titubeos en pensar que estos personajes, juegan abiertamente a la destrucción del país, buscando el desprestigio ante el mundo, no de un gobierno, sino, precisamente de la Nación toda con sus 40 millones de habitantes. Poco les importa el prestigio de la República , el modelo inclusivo y el bienestar de la sociedad, solo quieren defender sus intereses monopólicos y corporativos, al precio que deba pagarse, total ellos nunca han perdido hasta el presente.
Les sugerimos a los responsables de Clarín y todo su grupo, que comiencen a tomar las cosas en serio, porque este pueblo ya no está para tolerar nuevos atropellos,  y ese 54% de habitantes que han defendido con su voto, el modelo en vigencia, está preparado para una lucha frontal, pero con dignidad y legitimidad.
Aquí transcribo textualmente ambas notas, mencionando debidamente el medio y el columnista como marca la Ley.

Boudou, un presidente light
Por Ricardo Roa - EDITOR GENERAL ADJUNTO DE CLARIN
Amado Boudou pudo haber transferido los subtes a la Ciudad en alguno de los tantos salones que tiene la casa de Gobierno. Era lo más natural. Pero lo hizo en el ministerio de Economía.
Todo un anticipo de cómo serán sus 20 días como presidente provisional (ver Cristina se opera hoy y Boudou queda a cargo de la Presidencia).
Ya era una señal que su actividad como jefe de Estado la desarrolle desde unas oficinas que le han prestado en el Banco Nación. El vicepresidente tiene su propio despacho en Balcarce 50. Sólo que, como era de Cobos, está a la miseria . Los empleados pidieron por nota, varias veces, que les arreglaran el cielorraso: ni siquiera les contestaron.
Y no porque faltase plata. Al contrario: todo el tiempo hay arreglos en la Rosada.
Ahora mismo, los periodistas han sido temporariamente desalojados de la sala por la instalación de aire acondicionado en los pasillos del primer piso.
El día de la asunción, la Presidenta se fotografió junto a un aljibe que ordenó colocar en un patio remodelado de la planta baja. Abogada de profesión, se autodenominó “arquitecta” y al secretario general Parrilli lo llamó “segundo arquitecto” porque “me sigue en todas mis locuras arquitectónicas”. Sin embargo, el tren de las mejoras nunca paró en las oficinas del vicepresidente.
Seguramente, nada de esto le importe demasiado a Boudou. Como no le importó enterarse pocos minutos antes de que el candidato elegido por Cristina para la Ciudad era Filmus y no él. Algo calcado le pasó también con la vicepresidencia.
Tampoco chistará porque Moreno circule con chapa exclusiva y no se subordine. Y, menos, quejarse de que le hayan puesto tres tutores políticos, aunque institucionalmente dos de ellos tengan rango inferior al suyo. Uno, Zannini, le dirá lo que debe firmar. Y otro, De Vido, maneja la caja más grande del Gobierno. El tercero es Máximo Kirchner, que no ejerce ningún cargo pero pesa en muchas decisiones más que cualquier funcionario.

Solo dudas sobre la salud presidencial
Por Susana Viau. ESPECIAL PARA CLARIN
Es curioso. Ninguno de los partes referidos a la salud de Cristina Fernández llevó la firma del equipo tratante. Fueron los integrantes de la unidad médica presidencial quienes, i nvocando la palabra del cirujano Pedro Saco y del jefe del servicio de medicina interna Daniel Grassi, se ocuparon de transmitir las alternativas de la intervención quirúrgica y el desarrollo del período post operatorio. Había trascendido, sí, que Cristina Fernández reclamaba una externación anticipada.
Por fin, junto con la comunicación del alta, Alfredo Scoccimarro, su vocero, informó que la paciente no tiene cáncer.
El “carcinoma papilar” que había dado la vuelta al mundo, despertado las teorías conspirativas de Hugo Chávez, inspirado mensajes de solidaridad de innumerables jefes de Estado, especulaciones sucesorias, traspaso temporario del poder, donaciones militantes de sangre, vigilias de La Cámpora y el Movimiento Evita, pantallas gigantes y proyecciones ofrecidas por el Instituto de Cinematografía era, en realidad y por fortuna para la paciente, una colección de “adenomas foliculares”. El informe de la biopsia previa –siempre y cuando se haya efectuado una sola-- habría sido, por lo tanto, erróneo y el nuevo estudio histológico daba como resultado una “modificación en el diagnóstico inicial”.
Es decir que Cristina Fernández no tiene cáncer y ahora tampoco glándula tiroidea; no tiene cáncer pero deberá proceder como si lo hubiera tenido, compensando de por vida las hormonas que su cuerpo ya no producirá. Eso sí, sin recibir tratamiento con iodo radiactivo.
En síntesis, un blooper de Estado, una chapuza médica, comunicacional y política a la que los ciudadanos asisten desconcertados y que no hace sino sembrar de dudas acerca de la salud presidencial. Porque esta historia del cáncer que no fue da derecho a preguntarse, en el mejor de los casos, cuál de todas las versiones de lo que ya empieza a ser una comedia de enredos hay que creer; en el peor, permite conjeturar que se haya manipulado la información para salir al cruce de vaya a saber qué tipo de sospechas nacidas de un partido de futsal.
El jefe del equipo médico de la Presidente está obligado a explicar cómo es posible que haya habido una equivocación en el informe de la punción citológica anterior a la intervención – si es que se hizo una sola– y cómo es posible que éste se haya repetido en la biopsia por congelación practicada ya en quirófano, un examen que, en el momento , permite ajustar la decisión de si será o no necesaria una tiroidectomía.
Es extraño que, ante semejante confusión, los médicos tratantes hayan optado por guardar silencio. A estas alturas, un grupo de patólogos, un calificadísimo cirujano maxilofacial, un equipo de excelencia y una institución de renombre se encuentran en el ojo de la tormenta.
Podría decirse que es la propia medicina argentina la que ha quedado expuesta y descolocada no sólo frente a la opinión pública argentina sino también ante la prensa internacional. Pecata minuta.
No faltará quien sostenga que, de cualquier modo, la imprudencia ha servido para poner de manifiesto el comportamiento del sistema ante una de las situaciones que el arte de gobernar reconoce como extremas: la enfermedad de aquel en quien reposa el poder.
Vista desde esa óptica, la experiencia ha sido tranquilizante y reveladora . Licenciada la jefa de Estado, su reemplazante se mantuvo confinado a una oficina de la primera planta del Banco Nación, cedida por gentileza de Rafael González, vicepresidente de la entidad. El lugar tiene una virtud: desde la ventana, Amado Boudou puede contemplar la Casa Rosada, un trofeo que, de momento, se mira y no se toca. Es que el vicepresidente en ejercicio de la presidencia ha tenido que irse con la música a otra parte porque no hay lugar para los vices en Balcarce 50 desde el destierro de Julio Cobos, en el 2008.
Aseguran que el pequeño cuarto destinado a los segundos de la fórmula está, desde aquella jornada fatídica de la Resolución 125, abandonado, inhabitable . ¿Un desliz de Cristina Fernández, siempre interesada en la decoración y las refacciones de la Casa? ¿Una desatención del atento secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli? ¿Incumplimiento de deberes por parte de Flavio Riquelme, el funcionario en quien Parrilli delega estas cuestiones? ¿Desidia de la empresa INGEAR, habitualmente contratada para las refacciones, la que remodeló el año pasado, a fondo y con esmero, el área de trabajo del hombre de confianza de la Presidente, el secretario Legal y Técnico Carlos Zannini? Más allá de las razones y las excusas, la situación es portadora de una enorme carga simbólica: en la cultura de los patagónicos no hay lugar para vicepresidentes, convertidos en una suerte de Holandés Errante de la administración, condenados a vagar durante toda la eternidad, sin destino y sin puertos, por haber desafiado –así es, en cualquier variante de la leyenda– la ira de los dioses. En la ópera de Richard Wagner el Holandés encuentra la salvación en el amor de una mujer, hija del contramaestre que lo acompaña. Boudou está demasiado lejos de Wagner y muy cerca de La Mancha de Rolando pero tiene su propia Senta: la cronista Agustina Kämpfer que acaba de debutar como directora de una costosa publicación llamada “Minga!”.
La revista, de distribución gratuita, se suma a la amplia lista de productos “K” y se autodefine con la exquisitez característica de las marquesinas de la calle Corrientes: es “argentina y caliente”.
Los dos atributos exaltados en la tapa se reiteran, además, debajo de una foto sugerente de la directora Kämpfer. Como una remake rockera de la vieja consigna “ni yanquis ni marxistas, peronistas”, puede leerse “ni yanqui ni europea, argentina y caliente”.
En su editorial, “Minga!” se declara rebelde porque la rebeldía “ha llevado al hombre a descubrirse a sí mismo, a destrozar obstáculos, a derrocar imperios”. Será, promete, “un homenaje al argentino común”, “un orgasmo múltiple”. Con semejante declaración de intenciones poco importan los contenidos.
 

 
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