Generando cambio

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Las Reacciones españolas y la verdadera cuestión... PDF Imprimir Correo
Escrito por Gerardo Bova   
Sábado, 21 de Abril de 2012 00:00
    
        EL VERDADERO COSTO QUE PRETENDE REPSOL Y EL GOBIERNO ESPAÑOL SOBRE YPF

Me voy a dedicar con mucho énfasis, a ilustrar todo el andamiaje que llevó a la privatización de YPF, lo que se cobró por esa entrega y lo que pretenden hoy los españoles por la reestatización impuesta por Cristina Fernández de Kirchner.

Si se analiza con seriedad cada punto que produjo la transferencia de los hidrocarburos a la empresa española y todo lo actual, estamos en una disyuntiva difícil de explicar, pero como uno confía en la inteligencia de nuestros lectores, le dejamos la responsabilidad a cada uno de ustedes, para armar el rompecabezas, y con los antecedentes, poder sacar las conclusiones pertinentes. Estos programas ilustrativos que nos permiten en la actualidad, armar el debate y tomar conciencia de lo que sucede concretamente en Argentina, son los estandartes naturales para obtener los cumplimientos de las que hablaba líneas arriba, y por eso debo mencionar a los programas actuales, rotundamente me estoy refiriendo a “6,7, 8”, “Duro de Domar”, “TVR” y también incluyo a La Mañana de Víctor Hugo Morales por Continental; a Gustavo Silvestre de la Red, que por suerte ha recapacitado y  ya no es servil a los medios corporativos, a Juan Pablo Varsky, al siempre eficaz militante de las causas populares como Eduardo Aliverti, etc, etc, etc.

Quiero ser lo más sintético posible, porque a mi mismo ya me da nauseas, tener que señalar a los medios corporativos que están en contra de todos los intereses que favorecen a una comunidad que desea vivir en libertad y con todos sus derechos florecientes.

Analizando con exhaustísmo y total coherencia, de acuerdo a los números reales de una transferencia producida en 1998, Repsol abonó a las arcas de nuestro país, algo parecido a los 1000 millones de dólares, pagaderos a largo plazo y que nunca se concretó a ciencia cierta. Apenas, figura un a serie de pagos que oscila entre los 400 a 450 millones desde ésa época y la actualidad, mejor dicho, no fueron pagos, sino descuentos sobre mayores cantidades en ese largo vencimiento concedido por el gobierno de Carlos Menem y que las administraciones siguientes,  tenían que cumplir por la forma pensada en lo  Constitucional, a menos que se modificaran los contratos. Desde ya, esto no sucedió y hemos llegado a principios del 2012, con un pasivo de 11 mil millones de dólares de parte de Repsol, con el agravante de no haber cumplido el plan de inversiones que tenía la obligación contractual de efectuar. La Empresa Española desea hoy, percibir una suma parecida a los 10 mil 500 millones de dólares como indemnización, algo que suena humorístico y perverso a la vez.

No tengo voluntad absoluta de andar indagando todo lo actuado por Repsol, ni tampoco voy a profundizar las ofensas y las pretensiones del gobierno español sobre el caso en cuestión, bien lo manifestó nuestra presidenta, en cuanto a la no contestación a agravios que pueden producirse por esos encuentros.

Entonces he decidido finalizar esta editorial del día de la fecha, con un documento que difundí en uno de mis libros que oportunamente edité y lo denominé “Entre Delirios y Realidades”, y tiene que ver puntualmente con lo sucedido en la Conferencia del Cacique  azteca, Guaicaipuro Cuatémoc,  en reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea el 8 de febrero del año 2002, en Europa frente a todos los presidentes y primeros ministros de la aludida Comunidad.

Dice así: “Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatémoc, he venido a encontrar a los que celebran el encuentro. Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que se encontraron hace quinientos años. Aquí pues nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.
El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros, sin pedirles consentimiento.
Yo los voy descubriendo.
También yo puedo reclamar pagos, también puedo reclamar intereses.
Consta en el Archivo de Indias. Papel sobre papel, recibo sobre recibo, firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda 185 mil kg. de oro y 16 millones de kg. de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo!, porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron al Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre del hermano!
¿Genocidio? ¡Eso sería dar crédito a “calumniadores” como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro de “destrucción de las Indias”, o a “ultrosos” como Arturo Uslar Pietri, quien afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil Kg. de oro y 16 millones de plata deben ser considerados como el primero de muchos préstamos amigables de América destinados al desarrollo de Europa.
Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir su devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
Yo Guaicaipuro Cuatémoc, prefiero creer en la menos ofensiva de las hipótesis.
Tan fabulosas exportaciones de capital no fueron más que el inicio de un plan Marshallitezuma, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o, por lo menos, productivo de los recursos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?
Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las “batallas de Lepanto”, en “armadas invencibles”, en “terceros reichs” y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como Panamá pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman, conforme a la cual una economía subsidiaria jamás puede funcionar.
Y nos obliga a reclamarles, por su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente, hemos demorado todos estos siglos.
Al decir esto aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a los hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas flotantes de 20%, y hasta 30%, que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo.
Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de 10% anual, acumulado sólo durante los últimos 300 años (con 200 años de gracia).
Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 180 mil Kg. de oro y 16 millones de Kg. de plata, ambas elevadas a la potencia de 300.
Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias mas de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total de la Tierra. ¡Muy pesadas son esas moles de oro y plata!
¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?
Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.
Pero si, exigimos en forma inmediata la firma de una “carta de intención” que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla  entera, como primer pago de la deuda histórica.
Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota tal que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales.
En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con la que mataron al Poeta.
Pero no podrán.
Porque esa bala es el corazón de Europa.

Queda claro entonces, comiencen a juntar dinero de todas las nacionalidades para devolvernos los que nos robaron durante más de 500 años y desde allí podemos hablar en un plano de igualdad, ¿No les parece?

 
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