 ¡ESA CIERTA INCLINACIÓN QUE TENEMOS HACIA LO DESCARTABLE!
Cierta fracción de nuestra sociedad, tiene una firme tendencia de volcarse a la zona de los descartes, queriendo modificar estructuras de cualquier índole, con un simple abrir y cerrar de ojos, como si todo en la vida fuese tan sencillo y banal.
No solo pasa esto cuando tenemos que analizar la política, economía o actos vinculados directamente con esa actividad, sucede cotidianamente con todas las disciplinas que presenta el amplio espectro de la vida humana. Sin embargo, con esa intención de querer cambiar todo de “cuajo”, no se obtienen grandes resultados, ni se modifica para bien, las acciones a futuro. Existen pruebas contundentes cuando observamos con detenimiento, todos los hechos acaecidos en las últimas décadas.
Aquí, ante un simple accidente de transportes; manifestaciones callejeras en defensa de los derechos de los ciudadanos o ciertos vestigios claros de falta de seguridad, se intenta, o lo que es peor, se exige, que renuncien los funcionarios responsables del área que le compete.
Se imaginan si en Los Estados Unidos o Inglaterra, cuando sucedieron hechos de barbarie, en atentados en escuelas; muertes por la acción de un enfermo mental, con asesinatos que llegaron a un número inusitado de más de 80, o simples choques en los servicios públicos de transporte, se pide la renuncia de los funcionarios de cada área litigante, tendrían que remplazar personajes con cierta regularidad, porque son hechos que suceden a menudo, sobre todo en las grandes zonas urbanas.
A nadie se le ocurre en esos países mencionados, pensar que deben renunciar los ministros, diputados o alcaldes de cada estado, simplemente, porque actúa la justicia con cierta prolijidad y de esa manera se espera los resultados o sentencias, para que se tome una determinación razonable.
En Argentina sucede todo lo contrario, ante un simple hecho que se le puede calificar como anormal, ya se pide la “cabeza” del funcionario a cargo, y en casos extremos, como si fuera tan sencillo y viable, se utiliza el latiguillo del “que se vayan todos”. Claro, al poco tiempo de esas peticiones, se arrepienten, pero no han intentado al menos leer y releer la Constitución Nacional, para saber al menos, donde están parados y que grado de conocimientos se tiene en la materia, para peticionar semejante solicitud.
Llevándolo a otro terreno, esto es muy común que suceda en el deporte, más estrictamente en el fútbol, tal vez por ser el deporte más popular, porque ante algunas actuaciones de bajo nivel de un equipo cualquiera, se pide la renuncia de su técnico, jugadores, o porque no, también utilizan el “que se vayan todos”.
Tampoco resulta común, que “aguanten” o esperan a un jugador, para que se adapte a su nuevo grupo o interprete lo que su entrenador requiere, entonces, con graves insultos, desean que sea separado del equipo y que no perjudique más a la institución.
Recuerdo que en Tigre, equipo de la primera división de nuestro fútbol, al entonces técnico Diego Cagna, el popular delantero de Boca Juniors, Martín Palermo, le había recomendado que se llevara a la institución de Victoria, al jugador Lucas Pratto, que estaba militando deportivamente en el club de la Ribera. Claro, la parcialidad y dirigentes de Tigre, no tuvieron la suficiente tolerancia para esperar la evolución del jugador, que tenía apenas 20 años, tal vez, por las urgencias en los buenos resultados, e inmediatamente al vencer el préstamo lo devolvieron a Boca, club que tampoco lo mantuvo en sus planes y lo vendieron a Chile. Hoy, con cierta inteligencia, los directivos de Vélez Sarsfield, una institución modelo en el país y en el mundo, supo esperar dicha evolución requerida y Pratto, está considerado como uno de los mejores atacantes del continente.
Esta comparación o reseña, la utilizo en mi editorial de la fecha, con la franca intención de que nuestra sociedad haga las pertinentes comparaciones, en cada caso que debe actuar u opinar, para no entrar en los cambios bruscos, o no saber reflexionar a su debido tiempo y forma, porque todos los regateos que se originan en forma violenta y arbitraria, promueve irremediablemente fracasos inmediatos.
Este nuevo encuentro de gran parte de nuestra comunidad, que la han denominado 8N, no tiene una sola razón de ser, ya que carece de fundamentos esenciales, simplemente, porque no se sabe a ciencia cierta, cuales son las peticiones concretas y viables, y los motivos reales que lo llevan a peticionar cosas que se están realizando con normalidad y como nunca antes se hizo en Argentina.
Tendrán razones en temas como la seguridad; los servicios públicos o en la manera que se conduce nuestra presidenta con su pueblo, ya que la consideran autoritaria y prepotente, pero nada de eso convalida la acción, simplemente, por no estar cercana a la realidad y son estrategias que utilizan los sectores corporativos y dominantes, para concretar sus peticiones y anhelos, utilizando al pueblo como carnada.
Sería interesante que al salir de casa con las herramientas que tengan para protestar (cacerolas, ollas, etc) en primer lugar, hagan trabajar al cerebro, para estar bien orientados y al menos, saber hacia donde se dirigen y que quieren realmente. NO pueden creerse ni ellos, que en Argentina no existe la libertad de expresión, que no se pueda vivir porque la plata no alcanza, que no se puede caminar por la falta de seguridad, y otra yerbas mencionadas a diario, por la sencilla razón de que esas cosas se modifican con el tiempo, aunque en parte tengan algo de raciocinio.
En el conjunto de la sociedad, en combinación con sus representantes y la militancia social, están las herramientas básicas de discusión, y residiendo en la búsqueda incesante de esos acuerdos, estos llegaran con facilidad, situando todo sobre la mesa del diálogo, pero el verdadero, no el que está minado de odio y venganza.
Esperemos que a partir de este 8N, tengamos la mente más abierta y lo que tanto buscan, esté a mano y con viabilidad certera para concretarlo.
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