Me emociona y se enerva mi sangre de tu contagiosa y perspicaz rebeldía cada vez que recuerdo el día de tu partida, Presidente

Cada 27 de octubre siento que me estremece un huracán de emociones y me invade la melancolía, porque se mezcla la tristeza de aquella trágica noticia, con el recuerdo de tu sonrisa y tus brazos abiertos.
Hace una década ya, la TV me decía que te perdiamos y mientras censaba a una familia, se hiso imposible disimular el desconcierto. Al salir de allí, me sentía perdida, no sabía a donde ir, se me nublaba la vista. Y eso que apenas te conocía, pues, los prejuicios que en mi adolescencia identificaban como vieja y deshilachada a la política, se extinguieron cuando viví en carne propia la revolución peronista que protagonizaste. Pero las estructuras no se caen fácilmente y vos lo lograste.
Después advertí que alguien como vos no se va, queda en la historia y en la memoria de su pueblo. Más tarde apareciste en un sueño… Vimos pasar mi niñez y con una frase sencilla me ayudaste a curar las heridas.
Yo no te nombro, Nestor, como tantos otros que dicen tu nombre sin replicar tu valentía.
Yo no te llevo guardado en mi memoria para decir, nos dejó un legado y repetir frases vacías.
Yo no te olvido ni lo hará la Argentina. Yo soy, como tantos jóvenes, una de tus hijas políticas.
Dicen que hombres como vos nacen cada 50 años, por eso le agradezco a la historia y a la vida, que vos, nieto de las madres y las abuelas haya gobernado esa Argentina.
La política te extraña, te homenajea un país.
Con la esperanza de que nada es imposible, de que la voluntad en política lo es todo y de que nunca nos podemos rendir, hoy los militantes de las causas nobles levantaremos una copa por tu vida y por tu obra, porque hombres como vos pueden morir, pero una y mil veces renacen.
VIVA NESTOR KIRCHNER. VIVA PERÓN