Generando cambio

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Ayer se conmemoró el día de la militancia PDF Imprimir Correo
Escrito por Gerardo Bova   
Jueves, 18 de Noviembre de 2010 00:00

  

  DEBEMOS RETOMAR LAS ENSEÑANZAS SETENTISTAS

Día 17 de noviembre, todos sabemos que desde 1972, se conmemora el regreso de Juan Domingo Perón al país luego de su exilio y se lo denominó “El día de la militancia”.
Pues bien, lo importante más que recordar aquel día trascendente y tenerlo como símbolo, es poner en práctica nuestros pensamientos en dicha militancia y volcar nuestras  ideas en la concreción de las mismas. Tal vez única manera de reivindicar el día de homenaje.

Muchos argentinos de distintas ideologías, pero con una clara concepción de lo que significaba la liberación nacional, han perdido sus vidas o padecieron horas dramáticas de cárceles y desolación, tan solo por defender esos ideales que día a día se han ido perdiendo en gran parte de nuestra sociedad.
Todo lo que viene aconteciendo en los últimos años en la vida política nacional, difiere en demasía de aquellos contenidos que poseía las juventudes políticas en Argentina. No sólo la gloriosa Juventud Peronista ha brillado en esas épocas setentistas, debemos incluir a la Junta Coordinadora Nacional del radicalismo, los jóvenes luchadores de distintas extracciones políticas y sociales, entre ellos los militantes activos del socialismo popular, todos sin excepción estimulados por las corrientes que venían desde el “Mayo francés” allá por el año 1968.
Ahora, tenemos que preguntarnos: ¿en que quedó aquellas ilusiones y energías puestas en marcha para lograr la tan ansiada liberación? Todo se fue desdibujando por las escasas o nulas condiciones de políticos que se acercaban más a la corrupción, que al logro de esos postulados que atraían a los jóvenes.
Tan sólo debemos recordar lo sucedido hace apenas 9 años, cuando todo un pueblo vociferaba: “Que se vayan todos”, luego del intento definitivo de consolidar las políticas neoliberales de exclusión, algo que se agiganta en la actualidad en toda Europa. Es evidente que muchos sectores de la vida nacional y continental, todavía no han comprendido el fracaso rotundo de esas estrategias y desean fervorosamente retornar a las mismas, pero un pueblo maduro, dolido y con ansias de no volver a vivir tanta tristeza y desolación, ha puesto en total axiomática desde la muerte de Néstor Kirchner, que la única forma de conquistar la ansiada liberación, es a través de un modelo de inclusión social que está en práctica desde mayo de 2003 y que además ha devuelto el interés en nuestra juventud de retomar las banderas que habíamos perdido después de tanta muerte y dolor en la década del 70.
Es incuestionable, sin ningún tipo de fundamentalismo, que la inquietud que menciono se le debemos a Néstor y Cristina, no importa el rumbo que tome cada joven en cuanto a la ideología, simplemente lo que debemos valorar, es la importancia que le dan a la militancia activa, tanto sea política o social. El precio ha sido muy alto, porque ya no lo tenemos a uno de los preceptores de la recuperación de ésa militancia, pero en homenaje a la figura de Néstor, lo trascendente es que están recuperados los valores juveniles que nunca tendríamos que haber perdido.
Pero claro, debemos incluir también a los que nos son tan jóvenes, como quién escribe por ejemplo, y para ello me voy a tomar el tiempo y el atrevimiento de volver a publicar y anexar a ésta nota, el documento que alguna vez creó y difundió el (MIR) Movimiento de Izquierda Revolucionario de Chile, y que publiqué en nuestras páginas oportunamente y en alguno de mis libros editados. Esto lo hago simplemente, para estimular a los que todavía no se dieron cuenta que el protagonismo de un pueblo en los grandes temas nacionales, es vital e importante para lograr en forma definitiva la verdadera libración nacional, además de revalorizar las estrategias del programa 678 del Canal Público, que lejos de creer en las apreciaciones de Jorge Lanata, pone en circulación la repetición de muchas cosas para refrescar las mentes y no dejarse llevar por las intenciones de las Corporaciones en debilitar las mismas con ametrallamiento de noticias que sólo impiden pensar en libertad.
El texto del documento es el siguiente, merece leerse con total pausa y atención:
Para viejos militantes
El Che y un compañero, recostados a un árbol, comían su medio chorizo con galleta y hablaban de sus hijos, cuando sonó el primer disparo. Tres días antes habían desembarcado en Cuba, luego de navegar siete días con mar agitada y sin alimentos. Ahora se reponían luego de atravesar interminables ciénagas.
El lugar se llamaba Alegría de Pío, y solo 12 de los 82 guerrilleros pudieron escapar, entre ellos el Che, herido. 'Pensaba mas en la amargura de la derrota y en la inminencia de mi muerte, que en los acontecimientos de la lucha', relataría mas tarde.
Pero la lucha siguió, y la derrota y la muerte pasaron a ser accidentes probables en la vida del comandante Guevara, como lo son en la vida de cualquier revolucionario.
Al partir de Cuba, en su carta de despedida a Fidel, escribió: 'aquí dejo lo mas puro de mis esperanzas de constructor'. Y salio a construir mundos y hombres nuevos.
Han pasado casi 33 años de aquella charla interrumpida en Alegría de Pío. Las organizaciones revolucionarias de estas latitudes están emergiendo de una derrota que, aunque costo vidas y dolor, marco caminos, acumulo experiencias y sentó premisas históricas.
Toda derrota, aunque sea parcial, deja heridas en aquellos que participaron. Pero llama a la reflexión el hecho de que muchos militantes que atravesaron indemnes la lucha, el dolor, la muerte, el silencio, el ostracismo, y la prisión, fueron alejándose, cuando esa frase quedo, por el momento, cerrada. ¿Qué extraño fenómeno ha ido desgranando a las organizaciones que mas sintieron los rigores del sistema?
La respuesta es compleja, por lo que toda simplificación o generalización será falsa, y soloprofundizando y particularizando nos acercaremos a las causas de ese goteo que ha ido raleando las filas precisamente de aquellos mas necesarios, los que guardaban en si una experiencia insustituible.
El fuego antiguo.
En primer lugar, a muchos los secuestro la vida, es decir el reencuentro con todo lo perdido en la dura travesía de infiernos y desiertos. Parejas a zurcir con hilos que el tiempo fue tiñendo de diversos colores; hijos que no admitían consejos ni preguntas de esos parcos extraños, culpables tal vez de su desventura; relaciones que, como el dinero, habían ido cambiando de valor; vidas no vividas.
A otros les jugo el cansancio, el 'no va mas', el 'tengo derecho', el 'desensillar hasta que aclare'. Explicitado o encubierto con sofisticados argumentos, el cansancio.
A otros, simplemente, el miedo los envolvió con su pesado sudario, inmovilizando la fuerza y la razón, el 'debería' y el 'tendríamos'. Miedo propio, el que siente en el pellejo todo aquel que vive y lucha; y miedo ajeno, el que puede sentir quien mira una cuna y piensa en Simón. Miedo diurno, el que se piensa mirando los diarios donde la heroicidad es un cadáver tirado; miedo nocturno, el que golpea las viseras cuando un sueño o reales golpes en la puerta nos despiertan, en esos breves segundos en que la memoria se apura para saber si es el pasado o el presente.
También están los que aun no tienen muy claro en que punto se comenzaron a despegar de sus convicciones. Tal vez fueron discrepancias con interpretaciones del pasado o enfoques del presente. Tal vez esta niebla tibia de hoy, que no deja avizorar lo que vendrá. Tal vez aquellas viejas motivaciones se perdieron en un futuro incierto, tomando tal distancia en el tiempo que no hubo capacidad para recrear el fuego antiguo.
Por supuesto, no podemos olvidar a los inadaptados a esta etapa, que encuentran que hay que tirar de un carro muy pesado. La falta de motivaciones los tira al fondo, los desanima: no hacen nada porque no pueden hacer lo que querrían.
Nacieron a la lucha política en épocas mas activas, con gente en la calle, y hoy el reflujo -pantano del tiempo histórico- les impide ver la utilidad de militar organizadamente.
Y están, en fin, los puristas. Son los que creen que el hombre nuevo es el punto de partida y no un proceso lleno de baches personales y colectivos. Son los que pretenden tener la estrategia clarita antes de mover un músculo, para no gastar un gramo de energía -dicen- si no vamos en la precisa dirección. Son los que aspiran a que el dedo de dios o el de Marx toquen a la organización política, imperfecta por humana, y operen el milagro de la perfección, desterrando todos los ismos sin necesidad de participación propia. Piden la casa pero no acercan los ladrillos.
Un Camino Personal.
¿Qué respuesta hay para este arsenal de motivaciones y desmotivaciones? ¿Qué palabras pueden restituir lo perdido? ¿Que argumentos lograrían imponerse a lo que quizás formo primero un nudo en la boca del estomago, y luego derivo en justificaciones?
A los que la vida se llevo, solo la vida puede traerlos. Los cansados, no todos, volverán cuando una madrugada de insomnio se les revele, como aquella vez en el pasado, que hay que ubicarse en el fondo de las filas y pedir la parte que corresponde en el pesado trabajo de alumbrar un mundo nuevo. Los que temen están en su derecho. Pero deben saber que el miedo no los salvara de un aparato represivo que no entiende de sutilezas. Tampoco podrá tender un cerco impenetrable en torno a los más queridos, que a lo mejor despertarán a la lucha sin pedirles opinión.
Aquellos que se sientan a esperar que el imperialismo pase aunque sea malherido, deberían pensar que el problema es 'donde debemos estar' y no 'lo que queremos hacer'.
Las estrategias, los hombres del siglo XXI, las vanguardias y sus vínculos con la gente, todo se procesa en una fragua que consume voluntades humanas. ¿Pero es que se puede atesorar la vida, fatalmente condenada, con el solo fin de ser espectador de la maldad? ¿Acaso se puede transitar un camino personal sin pisar el dolor del prójimo?

Los que sin saber como, un día vieron que las convicciones se les caían como piel mutada, podrán sufrir un proceso inverso a condición de que vientos del sur se lleven este denso y húmedo presente.
El milagro del trabajo.
Al reflujo no lo revertirá la sola voluntad de cuatro personas o diez organizaciones. Tampoco lo hará un espontáneo e inesperado milagro, será forzoso que todos participemos en un proceso lento y difícil. Es necesario ponerse a trabajar, echar los cimientos, sembrar, organizar.
 La revolución es viable, mañana o dentro de treinta años. Si dejamos el esfuerzo a quienes nos siguen estaremos escondiendo la historia detrás de nuestra pobre peripecia personal. Muchas veces hemos pensado en la amargura de la derrota y en la inminencia de la muerte, pero el espejo nos sigue recordando que termina por imponerse la esperanza de constructor. Metámonos en camisa de once varas, busquemos nuestras viejas convicciones, invirtamos
el capital de experiencia que nos fue dado, echemos los miedos en la mochila, compartamos los escepticismos entre compañeros.
Examinemos la historia y la sociedad con el raciocinio que indique los senderos a caminar y por las dudas llevemos en el fondo de los corazones la seguridad de que, aun derrotados, buscamos la verdad.

 

Última actualización en Jueves, 18 de Noviembre de 2010 10:12
 
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