Suplemento Cultura Popular
“El humor del programa rescata los puntos políticamente problemáticos eludidos por la sociedad del espectáculo”.
Por Santiago Asorey
Hay algo subversivo en la mirada de Diego Capusotto que alcanza
momentos geniales en su irreverencia. El humor del programa rescata los
puntos políticamente problemáticos eludidos por la sociedad del
espectáculo. Capusotto hace que nos riamos en nuestra incomodad, que
nace del reconocer esas formas de nuestro imaginario popular en sus
personajes. El reciclaje del lenguaje popular y la parodia indistinta
hacia toda la industria cultural sin importar su contenido muestra que
su humor entiende la lógica del enemigo cultural como un mecanismo de
invisibilización.
Sus personajes hacen evidente lo que el discurso dominante intenta
ocultar. Desde Pomelo hasta Micky Vainilla, pasando por Bombita
Rodríguez los personajes de Capusotto exacerban con la parodia para
intentar recuperar una dimensión que une el humor y la politica.
Micky Vainilla es por ejemplo una típica estrella Pop adolescente que
expresa sus ideas nazis que se filtran en su discurso estetizado. El
personaje pertenece a la industria del espectáculo y funciona como una
fusión entre el racismo imperceptible de las series de Cris Morena y el
marketing de Mauricio Macri. Como Capusotto explica “Micky Vainilla no
es un diputado, ni un funcionario, es un cantante pop, que se legitima
siendo un cantante, que es aceptado por todos, que forma parte del
espectáculo y dice cosas tremendas”.
El humor absurdo de Capusotto nace de una estrategia que muestra la
hipocresía del discurso de la industria cultural que niega una y otra
vez el mecanismo que vincula la sociedad del espectáculo y el poder. Lo
que es seguro es que personajes como Micky Vainilla exponen el costado
imbécil pero no por eso menos político de la sociedad del espectáculo.
Tal vez la transformación de la revolución a un cancionero del
espectáculo en Bombita Rodríguez haga más referencia a una visión de la
sociedad contemporánea que a una referencia a la izquierda peronista de
los años setenta. El fino riesgo en donde la revolución se vuelve un
producto más en el mercado.
La caricatura de Borges convertida en la marca de comida rápida,
Borges King, sea acaso uno de las muestras más evidentes de la crítica
que ejerce Capusotto a una forma de interpretar la cultura y sus valores
para convertirlos en una marca y producto más del mercado.
Capusotto dice: “Es como reírte de la tragedia. Nadie se ríe de un
carnaval carioca. Te reís de un carnaval carioca si el que va adelante
de un trencito sufre un ataque cardíaco y se muere. 'Pe pe pe', y el que
está adelante está muerto. Vos te reís de lo que sale mal, de lo que
sale bien, nunca”. Reírse de la tragedia cultural es asumir la risa
incomoda, la risa que nos liga de responsabilidad al problema del cual
nos reímos.
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