Escrito por Jorge Rachid
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Martes, 27 de Septiembre de 2016 00:05 |
1- Muchos argentinos conmovidos y confundidos por la situación actual,
ante la brutalidad inhumana de un régimen desafectado de sus
obligaciones para con el conjunto del pueblo argentino, que arrasa
derechos, proyectos y calidades de vida de sus ciudadanos, ponen en la
mira, con la certeza, que en el devenir de lucha al movimiento obrero
organizado, ya que sin esa acción confrontativa, por parte de los
trabajadores, el pueblo tiene la convicción de que no podrán defenderse
los derechos conquistados en los últimos 12 años.
2- Tienen razón
en ese pensamiento y expectativa, ya que la historia de nuestro país y
del mundo, demuestran que sin los trabajadores organizados, las luchas
protagonizadas tienen el sello del reclamo simbólico, siempre necesario,
pero carente de peso para modificar la realidad que les toca enfrentar.
Puede haber estallidos sociales que siempre cuentan con trabajadores en
sus filas, como en el 2001 que cambian la historia, pero no
necesariamente la misma es capitalizada, por los movimientos nacionales y
populares, si el proceso iniciado por ese accionar, carece de proyecto
nacional con organizaciones que lo lleven adelante. 3- La Argentina
tiene, desde los quebrachales chaqueños a la Patagonia trágica,
siguiendo con al Semana Trágica de los talleres Vasena, una secuela de
episodios protagonizados por los trabajadores, que fueron obteniendo
derechos a costa de miles de muertos por la represión oligárquica, pero
no lograron la construcción de poder necesario para cambiar
estructuralmente el país, hacia la Justicia Social. Recién a mediados
del siglo XX con Perón y Evita, productos puros de la confluencia de una
conciencia nacional y un pueblo movilizado, se logró ese objetivo.
4- Esa obtención de derechos y el protagonismo del movimiento obrero en
la matriz del poder político peronista, fue demasiado como hoy, para los
intereses de las oligarquías de adentro y afuera, que siempre habían
lucrado con la explotación del pueblo y ahora debían atenerse a nuevas
reglas de juego Constitucionales, donde el bien social estaba por encima
de los intereses económicos y de la propiedad privada, como remarca hoy
Francisco en sus mensajes pastorales. 5- La lucha del movimiento
obrero organizado, con sus dolores, claudicaciones y mártires a los
largo de la Resistencia Peronista, marca la direccionalidad de estos
conceptos en cuanto la lucha se dio en un marco de consignas claras como
Perón Vuelve, por la democracia, pero esencialmente por un modelo de
país, con soberanía política e independencia económica en cada documento
y proclama, como en Huerta Grande, La Falda, 1° de Mayo y CGT de los
Argentinos y luego los26 puntos de la CGT Brasil de Ubaldini. También
ellos convivieron con otros personajes que no aceptaban la lucha como
eje de su accionar, privilegiando la negociación y el acuerdismo. 6-
Dirigentes sindicales como Ongaro, Benito Romano, Di Pascuale,
Ferraresi, Framini, Tosco, Atilio López entre otros cientos, fueron
escribiendo la historia compartiendo su tiempo con los Vandor, March,
Coria y otros, que tenían proyectos alejados de la construcción del
movimiento nacional y popular y de la necesidad de recuperar el poder
político, para garantizar derechos, con el trabajo como ordenador social
que garantiza calidad de vida y seguridad social. Sin embargo pudieron
llevar adelante una gesta histórica, sin mirar al costado y asumiendo el
compromiso, con la lucha del pueblo. 7- Conocer la historia es
necesario para interpretar el presente del modelo sindical argentino,
único en el mundo por presencia, masividad y poder político que emana de
experiencias de proyectos de país, aún inconclusos que el peronismo se
planteó junto al movimiento nacional y popular, que es mas amplio, con
contradicciones prioritarias con el poder económico financiero del
neoliberalismo y que constituye la masa crítica necesaria para enfrentar
las políticas antinacionales y antipopulares del régimen, en un mundo
en crisis. 8- Hoy la defensa del modelos sindical, se da en el marco
de un proyecto de país, no existe “per se” la defensa corporativa
simple, como eje de construcción de futuro. Lo saben los sindicalistas,
lo conocen los movimientos sociales, lo entendemos todos los argentinos
preocupados y en lucha, que sin país soberano e inclusivo, no hay
destino para nadie. Casi una de las máximas del peronismo, tan agraviado
como sometido a la ignominia, que nadie se salva en un país que se
hunde. En ese saber está encarrilada la lucha de la Corriente Federal de
Trabajadores, la CTA y grandes contingentes de trabajadores
organizados, que forman parte de la CGT y plantean esos objetivos al
pleno de la organización. 9- En esa relación de fuerzas se está
dando la lucha por los dos modelos de país, en esa tracción ejercida por
el poder político a través de prebendas y canonjías, que pretenden
apagar el fuego del reclamo sustantivo de la etapa, en defensa de los
derechos adquiridos y el modelo de país, que deviene de la lucha del
pueblo en la preservación de la cultura del trabajo y el estado como
ordenador social, siendo la política la herramienta de confrontación
democrática, con movilización y debate, que permite la preservación y
recuperación de un modelo social solidario, frente a la voracidad
insaciable de la lógica macroeconómica liberal. 10- El peronismo “el
hecho maldito del país burgués” descripto por Cooke, se asienta en los
trabajadores organizados y en los movimientos sociales surgidos al calor
de la lucha de los desplazados del sistema, “que no da mas” al decir
del Papa y sigue siendo la herramienta doctrinaria, política, ideológica
y filosófica del país y de la región, que permite dar la lucha por una
causa justa: la humanización de la política, colocando al hombre como
eje del accionar del modelo social, en una concepción biocéntrica,
profunda, americana criolla y morena, negada por los dueños del poder
actual. Los últimos doce años de peronismo, devolvieron la identidad al
movimiento nacional, popular y Latinoamericano, que siempre propugnó el
peronismo y que llevaron adelante Néstor y Cristina, por más que algunos
hoy, como ayer, renieguen de ello cuando cambian los vientos.
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