Generando cambio

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SIN MORDAZA: LA GOBERNABILIDAD Y LA INSTITUCIONALIDAD PIERDEN SENTIDO, ANTE LA MUERTE DE UN HIJO PDF Imprimir Correo
Escrito por Jorge Rachid   
Miércoles, 19 de Septiembre de 2018 00:00

1- Los argentinos hemos naturalizado la muerte. Es así cuando la realidad golpea cada día las puertas del dolor, sin provocar siquiera conmoción, lágrimas ante tantas vidas que deberían estar y ya no están, en especial de aquellos hijos de la exclusión social. 2- Los índices de mortalidad infantil en aumento, son criaturas que murieron de causas evitables de muerte, los cierres de servicios de pediatría en los hospitales desde Terapia Intensiva Neonatal hasta la última de Cirugía Cardiovascular Infantil del Posadas, todas medidas, junto a la suspensión de la vacuna de los 11 años del meningococo provocan dolor y muerte.
3- Nuestros mayores han visto retroceder sus derechos, ante la indiferencia social, excepto sus familias más cercanas que deben afrontar ahora los gastos de medicamentos que antes les entregaban como derecho adquirido. Ahora los que no tienen familia deben elegir entre comer y comprar el remedio. Doble trampa mortal, sino comen o no toman el medicamento.
4- También naturalizamos la necesidad del “cierre del déficit fiscal”, de “alcanzar la metas de inflación”, del dólar sustentable, del riesgo país, del acuerdo con el FMI. Toda la batería de la macro economía que nos lleva a la muerte antes descripta, con un divorcio semántico que impide ver causas y consecuencias. Más dolor y muerte es el panorama a futuro.
5- Es que cuando vemos los nuevos habitantes de las calles, familias enteras que antes estaban incluidas socialmente que han sido arrojadas a la periferia misma, de las banquinas de la historia, lo analizamos como hecho sociológico, no como catástrofe humana, que lo es. Calle de los dealers, los traficantes y los arrogantes policías de “la ciudad limpia de elementos indeseables”. Más dolor, más muerte.
6- Cuando una persona pierde su proyecto de vida, no está solo, está su familia directa, su medio social, el barrio, las relaciones los amigos. Es una piedra en el agua que altera la vida de cientos de personas del afecto, sumado a la imposibilidad de garantizar el crecimiento de sus hijos. Eso es dolor social y familiar inmenso, profundo, sensación de pérdida absoluta, aislamiento y segregación, depresión y muerte.
7- Es que las condiciones de vida deterioradas, garantizan un cuadro de inmuno-depresión que dispara enfermedades. Así como el hambre de los chicos garantiza la muerte de los más débiles ante bacterias que habitualmente no matan. Un cuadro patético de dolor recorre la vida, aunque no se refleja en los medios, que siguen buscando verdades en las estepas patagónicas. Si no fuese trágico, sería ridículo.
8- Pero es entonces cuando aparecen las voces de que hay que ser “responsables y darles gobernabilidad” a los causantes de éste cuadro de situación social, que cuando los encontramos en las calles, muchos argentinos protestan por su presencia y por el estorbo causado. No protestan por las muertes, no las quieren ver, apuestan a la negación anestésica que les proponen, repitiendo que hay que ser “racionales en la oposición”. ¿Racionales ante las muerte diaria y el dolor inmenso?
9- ¿Se le puede pedir a una madre que intente que no se le muera su hijo hasta las elecciones del 2019, o a un hijo que espere que el medicamento va a llegar cuando el FMI apruebe el acuerdo marco de endeudamiento? Sólo si la madre es otra o el hijo es otro, no aquel que pide respetar la institucionalidad incólume, como si nuestra Carta Magna no ofreciese respuestas, ante una situación social límite, que contiene la muerte diaria.
10- Lo máximo posible, al menor costo social posible es una máxima de la política. Elecciones anticipadas, juicio político, renuncia, plebiscito vinculante son opciones políticas de recambio gubernamental en paz, democráticamente. El acompañamiento opositor cómplice será responsable de las muertes que se sigan produciendo, siempre muertes silenciosas, calladas por la prensa y visibilizadas por los movimientos sociales y el pueblo en la calle. Los dirigentes que dicen luchar, deben asumir esta responsabilidad ante la historia o serán sepultados por la misma.




 
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