1- El poder real no se mide por los votos electorales, ni por los espacios conquistados en el aparato gubernamental del gobierno, es por aquello que es intangible a la vista del compatriota común, pero que condiciona su vida y acota los márgenes de maniobra del gobernante. 2-  ¿Entonces para que votamos?, sería la pregunta a continuación, para lo cual la respuesta es siempre que venciendo electoralmente, avanzamos hacia la consolidación del poder del pueblo, en un democracia popular directa, que desaloje, los factores de poder ocultos, llamados en forma eufemística, “círculo rojo”. Eso sólo es posible con una Nueva Constitución.
3-  No existe proceso más dañino para un pueblo, que el destino de la Patria en manos de poderes, que no sólo monitorean al gobierno, sino que lo condicionan, peor aun cuando esos mismos poderes, responden a intereses foráneos, imperiales, expansivos y colonizadores.
4-  Entonces estamos hablando que la democracia tal cual la concebimos hoy, es un papel ajado, que está siendo puesto en discusión en el mundo, excepto en nuestro país, a raíz de los avances de los nuevos misiles con los cuales opera el poder: los medios hegemónicos, verdaderos factores de poder; los fondos de inversión supra nacionales que barren soberanías y la complicidad de una Justicia cooptada y corrupta.
5-  El rol que antes ejercían los militares golpistas, al servicio ciego de esos factores de poder, en el siglo XX, mutó en el siglo XXl hacia esas nuevas herramientas de presión, reacondicionando la democracia limitada del Consenso de Washington, en formas de sujeción, colonización y sumisión, más sutiles a los ojos vista del pueblo.
6-  Ese proceso destinado a fortalecer el llamado Mercado, como ordenador social, mejor dicho como disciplinador social, hizo sonar el escarmiento a los gobiernos populares, ante cada desviación heterodoxa de la economía y frente a la instalación de líderes populares, por medio del voto popular, que se encargaron luego de denigrar, perseguir, encarcelar y amenazar, como vemos hoy en América Latina.
7-  Es así que hoy la lucha no puede ser planteada únicamente como electoral, sino cuenta con los elementos respaldatorios de una política de estado a ejecutar, que permita demoler el edificio estructural del neoliberalismo, que en estos años ha erigido, procediendo a construir pilares fortalecidos de una Patria Justa, Libre y Soberana. Otra vez aparece la necesidad de la Nueva Constitución.
8-  Para ello hace falta algo más que voluntad política de ser candidato, se requiere la fortaleza necesaria para dar mil batallas y la inteligencia para planificar estratégicamente cada una de ellas, para vencer. Aliarse tácticamente al enemigo neoliberal y neocolonial, es poner el freno en la boca de un pueblo en marcha.
9-  El Movimiento Nacional y Popular, estructurado en eje al proceso cultural, político, ideológico y filosófico del peronismo, más sus aliados del campo nacional, garantiza la identificación del enemigo como estandarte necesario de aglutinación y masa crítica para la batalla, pero eso no alcanza, sin un desafío del programa, explicitado o no, que dé respuestas a la lucha por el poder real.
10- Es que todavía el pueblo argentino se está preguntando, como después de doce años de gobierno, el enemigo, en poco tiempo, pudo borrar derechos, perseguir dirigentes, intentar barrer la memoria, instalar la represión como herramienta política, entregarse a los dictados imperiales de EEUU, FMI y la UE, ajustar, endeudarse, entregar soberanía, perder la moneda y seguir su camino de consolidación estructural. La respuesta es que la dinámica del poder estaba ahí, intacta, sin mella, cuestión que no debemos volver a permitir en el futuro.