Generando cambio

Generando cambio

Sobre las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires PDF Imprimir Correo
Escrito por Francisco Serrano   
Viernes, 15 de Julio de 2011 02:56
¿Que Hacer?
¿Que hacer frente al dolor y la bronca de la derrota en Capital Federal? ¿Ejecutar sumariamente a Barone y Barragán en un hara kiri autocrítico y ejemplificador, o pasar a deguello unos cuantos miles de porteños superfluos y fascistoides?
Hemos pasado por distintas etapas en la vida de la ciudad de Buenos Aires en las que su pueblo ha sido protagonista destacado de los sucesos políticos nacionales. La gesta del 45 trajo a la clase obrera de los cordones del Gran Bs. As. Y parió aquí un nuevo movimiento nacional y al peronismo. Las movilizaciones gigantescas del 73 tuvieron un corazón juvenil, obrero y estudiantil, que fue capaz de congregar y unir a amplísimos sectores populares, inundando las calles de esta ciudad. Diciembre del 2001, ya pronto hace 10 años, abrió un nuevo ciclo.
El 19 y 20 de Diciembre fueron una foto, en Buenos Aires, de los precursores mundiales que se alzaban indignados frente a la evidencia fáctica del fracaso del modelo neoliberal. Ante la liquidación de nuestro perfil industrial, destacó la hora de los movimientos sociales, que sobreimprimió sus características y las de sus métodos de lucha entrelazándola sobre la historia de lucha ya alcanzada por nuestro movimiento popular. Nada de todo esto es pasado ni nadie pudo aplastarlo. Pero desde el triunfo casi agónico de Néstor en el 2003 el agua que corrió bajo los puentes gestó una recuperación  inédita y veloz del potencial nacional: recuperación económica a tasas chinas, recomposición del trabajo y del empleo, repolitización de  las mayorías, reinserción latinoamericana y mundial de la Argentina. Somos un resultado, aún transicional, de las luchas obreras, del sufrimiento y combate contra el neoliberalismo, de la lucha de las madres y los movimientos de derechos humanos, de los movimientos sociales y de la nueva ilusión inesperada, alumbrada por el kirchnerismo. Pero también del auge de la venta de automóviles cero km para anchas franjas medias de nuestra sociedad y un consumismo, esta vez atado, como la fabricación automotriz, a la producción nacional. Y el hombre y su conciencia también es un resultado de las características productivas de su sociedad. Y las características de la producción y el consumo actuales son consecuencia de la recuperación indispensable de nuestra propia industria.
Así tenemos una clase media que mira nuevamente p’alante y para sí misma y nuestra “oferta” para conquistarla no puede ser confrontación porque “agotó” su perfil confrontativo y ahora quiere “disfrutar”. ¿Cómo la incluimos en una propuesta cuando aún tenemos enormes masas bajo la línea de la pobreza y con franjas gigantes de trabajo en negro, extendidas villas, que necesitan hospitales, escuelas y viviendas? El modelo de Estado que proponemos (que incluye la satisfacción de éstas demandas) puede ser atractivo para ellos pero solo el Estado nacional (que está en nuestras manos) puede hacerlo. Ni lo hizo ni lo va  a hacer Macri y si nosotros no lo ponemos en marcha (es decir fuera de la irrealidad de la utopía)  demostrando que la escuela pública puede ser de excelencia librada del lucro privatista y lo mismo la salud, no vamos a arrastrar una porción lo suficientemente significativa que sustente el poder popular. Ya que elegimos el camino democrático para la conquista del poder. (Es bueno que recordemos como se planteaban los bolcheviques esta cuestión: el poder nace de la fuerza). Este proceso político tiene en ese sentido un curso parecido al de Venezuela, de permanentes reválidas  eleccionarias y en consecuencia leyes propias de consolidación o pérdida del poder. En realidad somos democráticos porque no nos queda otra, en este sentido de inclusión de las reglas de la democracia liberal.
Y la dialéctica de promesas y realidades debe adoquinar caminos con hechos tangibles que deben disparar nuevas promesas hasta convertir todo eso en un mito fundante.
No me caben dudas que no podemos descafeinar la política ni la ideología que implican al abordar la campaña ni llevarlas al terreno de la nadería macrista. Pero de un análisis de la realidad social, económica y de expectativas de nuestros ciudadanos surgen las amarras que aten nuestras propuestas de transformación a sus deseos e imaginarios. Fabricar propuestas de laboratorio no sirve y nos conduce en un camino testimonial y fabricar marketing deriva inexorable en un oportunismo sin banderas.
Yo quisiera introducir una mirada sobre algunas otras cuestiones que estuvieron dando vueltas alrededor de la campaña y las candidaturas y que con seguridad seguirán siendo motivo de controversias y debate agudizadas por el escenario de la derrota reciente. Y que pueden agravarse si se mantiene un enfoque voluntarista, no analítico e inmediatista. Lo peor que podemos hacer es cerrar los ojos y postergar los debates porque estamos en campaña, porque los golpes que vamos a recibir machacan sobre heridas y estas se pueden transformar en gangrenas.
Para reexaminar la coyuntura política e intentar hacer un aporte al balance posterior a la primera vuelta electoral de la ciudad de Buenos Aires, es indispensable tener en cuenta el contexto político general y en el caso específico de la ciudad la historia de desencuentros que en ésta experimentó el movimiento nacional y popular.
Una vez resuelto por Cristina, desde una potente centralidad, el armado de las listas de Octubre, esto supone que las elecciones, tanto las de Julio en la CABA como de Agosto y Octubre en la Nación, son tan solo una parte (si bien importante pero relativizada por la impotencia de la oposición en impedir el triunfo de Cristina Kirchner) de la aguda lucha política que está entablada en la Argentina y cuyo objetivo es redefinir el rumbo de las políticas nacionales: de un lado quienes pretenden proseguir, profundizando, el rumbo de cambios que caracterizan la actual época latinoamericana y del otro quienes no se atreven o francamente se oponen a enfrentar el  neoliberalismo en bancarrota (como lo demuestra el re agravamiento de la crisis europea) y se limitan a medrar con las dificultades kirchneristas ante falta de consistencia en una alternativa sustentable y creíble.  Este es el 1er. tema del debate nacional. ¿hacia dónde marchamos y cuáles serán las medidas que vienen?
Dada la perspectiva de fracaso opositor en Octubre, por la magnitud del liderazgo de la presidenta, sus maniobras buscan condicionar el rumbo, debilitar la unidad y cohesión interna, edificar un trabado escenario parlamentario e ir promoviendo a los mas inconsecuentes de nuestras propias filas para crear condiciones de desgaste y recambio para el 2015 que les sean favorables. Tan es así que ya Magnetto, en la pluma de Van der Kooy  inventó el “cristinismo” como nueva oposición del kirchnerismo, tratando de sacar partido de las contradicciones internas.
Otros, como Scioli, cantan loas a Néstor Kirchner, pero se reivindican peronistas no kirchneristas. Para ellos Kirchner fue tan sólo un peronista mas, por excelente que fuese, con lo que dejan la puerta abierta al “peronismo” duhaldista y esperan “turno” para elevar a Scioli al primer nivel, incluso enfrentando mas adelante, casi seguro, a Cristina Kirchner. Y acá pesa el apellido. Estas cuestiones, por sí solas alcanzarían para avanzar en el debate sobre el alcance fundacional del kirchnerismo, sin dudas incluyendo pero a la vez excediendo en mucho las fronteras del peronismo. Como puede verse esta no es una mera cuestión “teórica”, sino de un alcance político práctico que se irá plasmando con mayor nitidez después de Octubre.
Tenemos entonces un 2º gran tema del debate nacional: la relación entre peronismo y kirchnerismo. ¿ Es el peronismo que reabsorbe al kirchnerismo, lo deglute y hegemoniza a las diversas vertientes que surgieron desde variados orígenes en estos años inéditos? ó ¿es el kirchnerismo, que luego de revitalizar a un peronismo que semejaba exhausto luego de la sangría causada por la represión dictatorial y la cooptación neoliberal del menemismo, quien ensanchándolo en una nueva y abarcadora identidad, resignifica al movimiento nacional y popular?
Esto se relaciona con la selección de las candidaturas, con las características de la campaña y el afán del PJ (también la CGT), por poner su sello. Como la insistencia de  algunos en el abuso de la marcha peronista en una ciudad como Buenos Aires. Eso a pesar de que la elección de Filmus hecha por Cristina mostraba su propia visión, o perfil, de cómo resolver la relación peronismo kirchnerismo.  Y también a pesar que los candidatos porteños del Frente para la Victoria reconocen las dificultades que encontraron para soldar una relación con las mayorías ciudadanas allende las fronteras de la militancia y a pesar de la recomposición de la relación de Cristina con la ciudad. Esto de ninguna manera es una cuestión meramente instrumental sino que es una cuestión centralmente política. De todos ellos ningún sector está afuera pero tampoco ninguno puede hegemonizar sin romper el aún incipiente desarrollo de un nuevo movimiento nacional.
Tenemos un 3er. tema, que aunque solapado es de vital y estratégica importancia y que atañe no solo a lo que hagamos, por importante que esto es, sino al contexto internacional. Aún en el marco de indefiniciones en que se desenvuelve la crisis internacional la Argentina deberá inclinarse, sin excluirse, por un perfil G20 ó nuevas herramientas del UNASUR (por. Ej. Banco del Sur). Por supuesto hay quienes colocan la varilla más alto e impulsan a que nuestro gobierno se sume al ALBA. Yo creo que esto no es mas que una manifestación de voluntarismo político y no está dentro del menú real para el perfil de Argentina, aunque debemos defender el ALBA. Los dilemas que le plantea a nuestro país el lugar que una industria automotriz, a la que es imposible renunciar, en conexión estrecha con Brasil y de la que aún hay que aspirar por más, no es mas que una muestra de una situación que por aún por un largo período vamos a transitar. Este dilema aparece porque el UNASUR enfrenta dificultades para abrirse camino y la velocidad de su construcción no está a la altura de la gravedad de la crisis internacional y poderosos intereses económicos pretenden limitarnos a un G20 que no se logra desprender de los instrumentos que la crisis caducó y construir una nueva hegemonía sin esperar los nuevos fracasos que la reiteración de las recetas del FMI inevitablemente acarreará. Varios factores operan negativamente: no está mas Lula al frente de nuestro principal socio estratégico y si bien Dilma parece seguir su rumbo la lucha interna no se salda y los intereses de los monopolios paulistas junto a la dependencia de los volátiles capitales externos que sufre Brasil pisan el freno. Y sobre todo no tiene más un secretario general como Néstor Kirchner que le imprima un audaz sello. No tenemos en cuenta que en eso la importancia del crecimiento de la inteligencia internacional de N. Kirchner fue de enorme peso. En ese marco aparece opacada la figura de Hugo Chávez ( más allá de su actual enfermedad que esperemos que sea felizmente superada) por los problemas económicos y políticos que padece hoy Venezuela.  En realidad hay un equipo latinoamericano que debe reaparecer para protagonizar un rumbo económico y político del subcontinente que nos de el marco estratégico sin el cual no tenemos destino.
 
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