Parafraseando a Shakespeare

Siempre planteo que para estudiar Ciencias Políticas la base de Maquiavelo en “El Príncipe” y la obra del enigmático Williams Shakespeare, de cuya existencia o nombre real se sospecha, tenemos un panorama completo, de los mecanismos que utilizados desde el poder, que condicionan la historia. En nuestro país, con la historia escrita después de la batalla de Caseros, donde se produce la mayor traición de la historia universal, cuando un jefe de ejército, Urquiza, en guerra con otro país, Brasil en éste caso, convoca a éstos, los portugueses, a derrocar al gobierno de Rosas, junto a Mitre, que a partir de allí, entierra la memoria de los movimientos populares nacionales y escribe la historia de la Argentina colonizada.
Es ahí donde la palabra del guionista inglés, adquiere significación, cuando declara en su obra “algo está podrido en Dinamarca”. La Argentina huele mal, se destapó una olla conocida, pero no visibilizada, en donde cohabitan servicios de informaciones nacionales y extranjeros, aliados a sectores del Poder Judicial y el amparo periodístico, todos al servicio de un proyecto de país claudicante, sumiso y colonizado que gobierna elegido por el pueblo, pero en nombre del diseño estratégico de EEUU, que necesita alambrar América Latina, a cualquier costo, dada su situación internacional de debilidad, ante sucesivas derrotas del mundo Multipolar.
Estos personajes que salen a luz, son los mismos que contaminaron el expediente AMIA, con el amparo de la embajada israelí, que nunca investigó el atentado a su embajada, pero usó esos dramáticos episodios, para enarbolar su lucha contra la República Islámica de Irán, junto a los servicios de informaciones norteamericanos. Desde entonces la SIDE, hoy AFI, es nido de esas potencias, y actúa a su servicio, poniendo en riesgo la democracia en nuestro país.
No son una banda de delincuentes, son un sistema político, económico, mediático, financiero, judicial enhebrado en una conducción de objetivos de colonización sobre nuestra Patria. No dudan en encarrilar la lucha contra la hermana Venezuela, siguiendo instrucciones precisas del Departamento de Estado, ni dejarse conducir por el FMI y el Banco Mundial, permitir bases militares en nuestro territorio y cumplir el rol de estado gendarme, hacia adentro reprimiendo la protesta social y hacia afuera disciplinando a los países hermanos.
En definitiva, estamos ante una operación de magnitud, en donde están en juego desde la transparencia de las elecciones, hasta su viabilidad, cuestiones que sólo pueden ser resueltas por el pueblo en la calle, movilizado, en paz pero con determinación de no dejar de presionar al poder, para producir su despido, en democracia, consiguiendo lo máximos posible al menor costos social y político posible.
Cuando la Patria en peligro, lo único que no se puede hacer, es no defenderla.