Generando cambio

Generando cambio

"Diego Armando Maradona" PDF Imprimir Correo
Escrito por Andrea N. Melo para Nuevo País   
Viernes, 27 de Noviembre de 2020 00:04

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La muerte de un ídolo de multitudes genera una nostalgia difícil de altpasar por la garganta

Para quienes hemos experimentado una felicidad inolvidable con su obra, Maradona, uno de los argentinos más reconocidos del mundo, tal vez el más importante junto con el Papá Francisco, es, fue y será el hacedor de su propia historia, una particular, la de un muchacho de barrio que llegó a la cima futbolística, pero no solo eso.
Símbolo de patriotismo rebelde ante los poderes globales, creador de cuantiosas alegrías nacionales, contenedor de una gracia inimitable y guerrero en el campo de batalla de la vida. Diego, compatriota querido, ¡que descanses en paz!
La noticia trascendió, y será el único tema relevante de la actualidad mundial por días,  semanas y quizás meses. Por todos lados advertimos los mensajes y las noticias al respecto, fotos que se comparten, frases que se recuerdan. Pero sobre todo, asistimos a cuantiosas muestras de amor y agradecimiento en todo el planeta. La despedida fue multitudinaria. Fue una despedida acorde a su grandeza.
Su “partida” nos duele. Si Señor. Porque el Diego, el Diego de la gente, que pasó todas y superó miles de obstáculos, nos dejó un día, como era de esperar. Y si, porque la muerte es parte de la vida (no casualmente) pero, uno, uno no quiere aceptar que se va ese que se quiere, ese que se despide para descansar pero que permanece.
Uno no quiere, al menos en primer término, morir tampoco y este (contexto de por medio) volvió a visibilizarse como el mayor miedo de la humanidad, que, a algunos nos motoriza a trascender y a otros, hemos visto, a aferrarse a una existencia sin planteos del cómo seguir. Maradona, eligió, sin dudas, trascender, y a la vida la vivió intensamente. Un recorrido fugaz por su historia, y nos topamos con anécdotas sorprendentes, tanto de superaciones de las carencias económicas como de todo el cariño que ha brindado y ha recogido a lo largo y ancho del mundo. Donde iba Maradona era un lío, lo sabemos, atraía a cada paso y todo el que cruzaba le hacía reverencias.
Se siente en el aire la tristeza mundial por su partida, y se advierten, escasos, malintencionados y ridículos, algunos comentarios surgidos del oportunismo ideologizante que siempre muestra la hilacha. Aunque pude hacerlo, no me detuve a repasar partidos, campeonatos, goles específicos de el mejor, aunque es ineludible no rememorar lo que todos conocemos. Sin embargo, mientras escuchaba la noticia, recordé a mis hermanos y mi viejo, a esa parte de la familia que me transmitió ese fanatismo bien entendido por los colores azul y oro, que también amó nuestro mismísimo “Dios”. Un DIOS demasiado humano. Entendí así que, Diego es como ese amor que se traslada de generación a generación, y tal cuestión reviste su grandeza. Es que, en algún punto Maradona es eso, es la familia unida por una pasión. Es la Argentina gritando enardecida el gol del triunfo. Es un país agitando por ganar una alegría, al menos una futbolística, que nos abrigue un poco. Porque el Diego nos unió y nos une, sin importar edades, clubes o partidismos.
Así las cosas, me empiezo a convencer de que, no muere en realidad quien vive en el alma del pueblo. Y por eso lo llora nuestra gente, y los pueblos del mundo, porque quien llega mientras tantos no llegaron, quien vive con pasión su vocación y quien se nace con estrella e ilumina a cada paso, no se olvida. Diego fue un orgulloso de su Villa Fiorito que desenmascaró las ínfulas de los “modositos y correctos” y las sigue desenmascarando aun hoy. Pues, solo los que actúan de moralistas, los que tienen en la cabeza fuertes ideologías importadas pueden darse el lujo de escribir sobre “sus contradicciones”, más que de Diego son las suyas, porque no entienden de la mística de la mística y se empeñan en discutir “política” alejados de los pueblos. Oportunistas… solo eso son, al querer explicar un amor popular que no se comprenderá jamás con intelectualismo barato. Se manifiestan mientras tanto por todos lados los hombres y mujeres que quieren recordarlo cantando y sonriendo porque eso, eso es lo que ha logrado, el agradecimiento de aquellos que aprendieron a soñar por él.
Grande, un grande de nuestra Nación. Hijo de este suelo, gambeteó una y mil veces las peripecias de esta existencia tan dura para los que no se callan nunca las verdades que otros buscan silenciar. Diego, supongo, fue aprendiendo sobre la marcha que ser líder nunca es gratis. Que solo despiertan odios y amores lo que como él, no pasan desapercibidos cuando dejan en la cancha el corazón.
Ojala algunos de esos, esos que están siempre señalando, pudieran disfrutar del goce que implica no traicionarse, no agachar la cabeza ante la supremacía del más fuerte, no mirar para otro lado cuando la realidad amerita posicionarse ante las injusticias históricas. Pues, por algo pocos disfrutan de ese cálido recuerdo popular que permanece y se traslada de generación tras generación cuando al contar anécdotas inolvidables, resurge el sentimiento de dejar todo en cada partido.
Únicos son y serán las personas que son tachadas de locas, los transgresores, los autores de la realidad aunque se muestre adversas, esa realidad que muchas veces pesa, que casi siempre se muestra grosera pero que nos relega a cada paso también, maravillas para adorar, como las de Diego Armando Maradona.
Cuando hay cosas tan difíciles de racionalizar, se eriza la piel, pues, la espontanea reacción popular, estremece. Horas y horas, filas y filas de feligreses para saludar al Crack del futbol mundial que hizo, tan solo con una pelota, las más bellas obras de arte. Los sabelotodo de las redes, están desconcertados, con su inteligencia artificial no han podido alcanzar la amorosa explosión de tantos países del mundo que, al mismo tiempo, y a cada hora que pasa, hablan de él, mas y mas.
Hablar de Maradona es hablar de política, de su enfrentamiento con los poderes globales, de que el día de su partida 4 años atrás se moría Fidel Castro, de la magia de la mano de DIOS justo frente a los ingleses piratas, del apoyo a líderes populares de América Latina, y de su reconocimiento como un soldado peronista. En términos generales, Diego combatió siempre las injusticias y acompañó muchas causas nobles, todo lo cual fue generando el amor popular, que es quizás, el más legítimo amor de todos. Héroe antihéroe. Mago de la pelota que no se mancha y grande, grande como ese ídolo que provocó miles de canciones en honor a sus proezas.
Que DIOS te tenga en la gloria, DIEZ. Que descanses en paz. Los pueblos del mundo te agradecen la felicidad que les has dado. Tu amor por la pelota seguirá siendo ejemplo de cómo deben hacerse las cosas: apasionadamente, sin olvidarse de donde se viene y con la mística que implica siempre intentar ser el mejor y lograrlo.

Última actualización en Viernes, 27 de Noviembre de 2020 12:38
 
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