La oposición comenzó su campaña política electoral el 11 de diciembre de 1919 a partir de la cero hora. Desde entonces nunca cejó en dirigir sus ambiciones hacia un mismo objetivo, recuperar el espacio perdido. Subordinados como siempre a los intereses del poder económico.
Munidos de los mismos instrumentos que cuatro años antes, les había otorgado un sorprendente éxito, siguen, ahora con escasos y poco creíbles argumentos. Pero este método mezcla de duranbarbismo y Goebbels en su máxima expresión, ya no produce el mismo efecto esperado. Hasta las especies más insignificantes, evitan volver a caer en la misma trampa. A falta de argumentos programáticos creíbles, por su escasa capacidad política y por sus pésimos antecedentes, ahora por todos conocidos, su principal estrategia es arremeter contra toda medida tomada por el actual gobierno, sin importar el contenido de la misma. Lo que comúnmente se conoce como «la oposición por la oposición misma» utilizando una retórica poco convincente. Y con esa premisa, se pretende ingresar al cerebro de los ingenuos e incautos, que cada vez son menos.
Finalmente observamos atónitos, la manera en que se ajustan a tal estrategia, no sin ser advertida por el ciudadano que aunque se posicione de un lado o del otro, ya ha entendido que esta actitud es solo humo, cuya venta es absolutamente improbable.
Entonces la consigna es; dudar de la efectividad de la vacuna, que era mentira que podía llegar a vacunarse en diciembre, luego porqué no a los mayores de 60 años, etc.etc. Hasta llegar al ridículo cuando tales afirmaciones van cayendo una a una.
Si Alberto Fernández hubiera inferido la necesidad de abrir las escuelas, inmediatamente se hubieran posicionado en contra de esa decisión.
«LA MENTIRA TIENE PATAS CORTAS Y LOS IDIOTAS EXPLICACIONES LARGAS»