Generando cambio

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¿Qué es pensar la defensa nacional hoy? PDF Imprimir Correo
Escrito por Agencia Paco Urondo   
Viernes, 06 de Mayo de 2022 00:00

En el marco de un nuevo aniversario del hundimiento del Crucero General Belgrano, el historiador Guillermo Caviasca reflexiona sobre la importancia de la soberanía territorial y económica, la visión geopolítica y el rol de las fuerzas armadas en defensa de los intereses nacionales.- Por Guillermo Martín Caviasca* Partimos de una serie de premisas: que la soberanía es el ejercicio del poder sobre un espacio geográfico, sus recursos, sus finanzas, sus bienes materiales e inmateriales, quien lo ejerce es el depositario de la soberanía. En los últimos siglos, en teoría, esta es ejercida por parte del “pueblo” nación, a través de una organización política institucional que es en nuestro presente el Estado. Una segunda premisa: que la defensa nacional es la capacidad de ese pueblo nación a través de sus organizaciones, entre ellas (como la más importante) el Estado, de darse políticas que le permitan hacer efectiva y defender esa soberanía sobre el espacio geográfico que reclama como propio. Tercero, que una herramienta central de esa capacidad es la fuerza la que expresa al pueblo organizado en diferentes ámbitos; entre ellos y como máximo exponente de esa fuerza, las fuerzas armadas nacionales. Y, por último; sin soberanía no existe posibilidad de pensar el desarrollo de las condiciones de progreso y bienestar de la mayoría de la población, al menos no pensadas desde el mismo país con autonomía.
La geopolítica es una ciencia con distintas teorías que intentan explicar el movimiento en el campo de los estados y organizaciones no estatales de proyección internacional. Da cuenta de las líneas de movimiento de largo plazo, y de aspiraciones. Intenta explicar su lógica y dar sentido a las estrategias. Su escenario es la geografía (por eso es “geo” política) pero el mundo actual deja pocas dudas de que la definición inicial de geopolítica abraca las estrategias de largo plazo identificables tanto de formación sociales como de otros actores capaces de proyectarse en el escenario internacional.
Existe la frontera política y la frontera geopolítica. La política es la que todos estudiamos en los mapas. La geopolítica es la frontera real, el espacio donde realmente se ejerce la soberanía tal cual la definimos antes. Como vemos desde esta concepción existen países cuyas fronteras geopolíticas se proyectan por todo el planeta y/o al interior de otros estados. Como países cuya frontera geopolítica es mucho menor de la que indican sus mapas. Argentina es el caso. No el único, son muchos sin dudas. Pero Argentina es el más destacado ya que además de haber perdido gran parte de la soberanía sobre sus finanzas, empresas, recursos del suelo y subsuelo, tiene una porción de territorio muy extensa en manos de una potencia extranjera (Malvinas, Georgias Sándwich y su entorno marítimo); y otra porción de casi 1 millón de Km más en disputa a definir en pocas décadas (la Antártida)
Situación argentina
Desde el marco presentado arriba, vemos que nuestro país carece hoy de soberanía, de capacidad de ejercerla y de unas fuerzas armadas en condiciones de hacerlo o de dar respaldo al ejercicio de la misma. Solo podemos recordar la pérdida del último submarino (sin que este en vistas construir, reparar y adquirir uno o varios nuevos lo que sería una necesidad). Es signo de la gravedad de la situación la existencia de varios en fabricación en un astillero semiabandonados hace años, lo que implicó una inversión para el país y un desperdicio que no tiene parangón en el mundo, salvo para Estados en disolución. Este tema lo señalamos, ya que llama la atención por su obscenidad y es solo el más llamativo (no es responsabilidad específica del gobierno actual, sino que es consecuencia de una estrategia de abandono de décadas impuesta sobre Argentina). Y es una señal de carencia de política de defensa estable.
Con esto no decimos que no hayan existido en determinados años ideas o intentos de dar una política para la defensa nacional. Sino que cualquier política de esta naturaleza requiere una continuidad de décadas, y eso no existe en Argentina. No hay espacio para excusas que adjudiquen a las crisis, ya que en décadas ha habido momentos de holgura económica y de crisis brutales. Si no, que señalamos la carencia de una política de defensa de la nación argentina que tenga objetivos de largo plazo a través de las décadas, con desafíos identificados, una visión geopolítica coherente que permita un desarrollo más allá de los cambios de gobierno. Eso no existe y se manifiesta en la cuestión de las FF.AA. en la situación de precariedad, el inicio de proyectos que después otro gobierno abandona (y hasta destruye con asesoramiento de la embajada de EEUU, como el caso de los misiles ya dos veces con Menem y Macri). O desde una perspectiva más amplia, el deterioro de nuestra presencia en la Antártida y nuestra desaparición del Atlántico sur, no solo militarmente, sino políticamente y económicamente.
Defensa en sentido amplio
Muchas veces cuando se habla de “defensa” el imaginario remite a las FF.AA. Si bien sin FF.AA. no hay defensa, la cuestión es que (como alguna vez señaló Perón) las FFAA son solo la punta de flecha de un sistema de defensa cuyo cuerpo, cuerda, empuñadura y arquero son el resto de la sociedad y sus componentes industriales e intelectuales. O sea, cuando hablamos de sistema de defensa lo hacemos de la capacidad nacional de producir, de extraer y transformar en el país la riqueza que nuestra tierra encierra, de la ocupación del territorio en forma armoniaca con industria y trabajo nacional, de la ocupación del mar con barcos propios, de la existencia de un sistema logístico orientado a las necesidades nacionales. La existencia de un pueblo sano culto y con bienestar. Y que de todo eso las FFAA solo son el pináculo de nuestro desarrollo nacional, la expresión destinada a defenderlo, a garantizar que el trabajo nacional del pueblo argentino se puede desplegar sin intromisiones dentro del territorio que reclamamos como propio. O sea, no es propio ni correcto hablar de defensa nacional y hacerlo solo de tal o cual equipo militar, sino que eso debe estar pensado dentro de un proyecto nacional.
Escenarios geopolíticos
Desde el punto de vista geopolítico Argentina tiene cinco grandes escenarios que son sujeto de la efectivización  de nuestra soberanía en términos geográficos, y que a su vez son sujeto de interés primordial transnacional para ser incorporados a sus propias soberanías.
Siguiendo a la inversa las agujas del reloj tenemos primero a Cuenca del Plata espacio histórico de disputa desde la misma creación del Virreinato, pasando por heroicas epopeyas de nuestra independencia, y de esa segunda guerra de independencia que fue la Guerra del Paraná (o Guerra Grande para los Orientales). Hoy en días en manos extranjeras en todos sus eslabones. El debate perdido sobre qué hacer con Vicentin primero y luego con la llamada “Hidrovía” (circula el 70% de la proteína mundial y el grueso de nuestras exportaciones e importaciones) mantuvo y profundizó la pérdida de soberanía sobre esa vía de comunicación troncal que estructura del centro al norte nuestro país y penetra en América del Sur.
Siguiendo el giro tenemos al Triangulo del Litio. Allí se encuentra, (en común con Chile y Bolivia) los dos tercios de las reservas mundiales conocidas de ese mineral que es hoy necesario para la construcción de baterías, una industria en crecimiento exponencial, entre otras cosas. Los ojos de las grandes transnacionales se depositan en esta región y las potencias tecnológicas e industriales buscan controlarlo para mantener su autonomía. Argentina ha demostrado menor voluntad que Bolivia e incluso que Chile en establecer una política nacional al respecto. Muy lejos del pensamiento que heredamos de Mosconi, Sabio, Baldrich, Perón y otros.  En la cordillera de los Andes toda la minería se encuentra en gran expansión. Con emprendimientos cuyas características son similares conceptualmente a las economías de enclave de las repúblicas bananeras de la primera mitad del siglo XX. Aunque en las provincias argentinas y en el siglo XXI. No esta demás indicar que una proporción significativa de capitales mineros son de países de la Commonwealth.
Dentro de la cordillera hacía en sur y bajando hacia la meseta patagónica se encuentra los yacimientos de Vaca Muerta de petróleo y gas no convencional. Siendo la segunda y cuarta reserva a nivel mundial respectivamente. Nuevamente hablamos de otro centro de disputas ya que en los próximos años hasta que la fuente de energía hidrocarburífera sea reemplazada, esas reservas serán el motor del mundo. En un escenario de un mundo en guerra, el control de fuentes de energía es central para la defensa (solo pesemos los problemas que Alemania tiene a partir de la guerra de Ucrania). Por lo tanto, la afirmación del control soberano de la región patagónica neuquina será un tema que se debe profundizar ante las amenazas existentes y posibles. Y esencialmente para la injerencia del capital trasnacional. Los documentos de defensa de los EEUU por ejemplo señalan esa región como lugar de interés.
En el centro de todo “el reloj” se encuentra la Pampa Húmeda. No es necesario extendernos, ya que cuando hablamos de la Cuenca del Plata y las exportaciones argentinas nos referimos a la logística tanto de la zona cordillerana como de gran parte de la zona agroganadera. Nuestra tierra produce recursos en cantidad impresionante que son un porcentaje destacado de los alimentos en el comercio mundial. Si bien la propiedad de la tierra es, en última instancia, de propietarios argentinos. La organización de la producción, el qué, cómo, para qué y para quienes se produce no es una resolución argentina. Las grandes empresas transformadoras son abrumadoramente extranjeras y la logística de todo el complejo (especialmente puertos, barcos y el rio) es directamente extranjera. Por otra parte, la alimentación de nuestro pueblo es hoy puesta en cuestión por el tipo de organización, estructura de propiedad y de objetivos que tiene la producción orientada al mercado mundial, en manos de extranjeros o tributarios locales. Por último, cerrando el giro de las agujas del reloj se encuentran Malvinas, Atlántico sur y Antártida. Los que por ser un escenario muy destacado y conflictivo debe ser señalado en un ítem aparte.
El escenario geopolítico del Atlántico sur
En 1936 salió a la luz en primero de los cuadernos de FORJA. En el Raúl Scalabrini Ortiz presentaba una primera versión de Política británica en el Río de la Plata. Hoy han pasado ocho décadas de ese momento, pero muchas de sus afirmaciones y desvelamientos siguen estando vigentes. Solo que no existen los Scalabrini que nos nutran de nuevos capítulos para comprender a fondo la naturaleza de la política imperialista sobre nuestro país, y el rol británico en ella. Aun antes de la guerra los ingleses habían comenzado una política de consolidación de su presencia en la región. Esa estrategia avanzó después de la guerra. Pero más específicamente lo hizo no inmediatamente después de la derrota argentina, sino cuando la asunción de Carlos Menem y la concreción de las “Declaraciones de Madrid”. A partir de ellas la expansión de la presencia británica tanto económica, como diplomática, logística y militar se hizo apabullante. Argentina parece haber oscilado en torno a una hoja de ruta que ha desbalanceado cada vez más a favor de Inglaterra el ejercicio de la soberanía en toda la región. No es que todos los gobiernos hayan actuado igual. Pero algunos profundizaron la política de concesiones unilaterales, mientas que los otros no las lograron o intentaron revertirlas concienzudamente.
No hay presencia argentina en el mar, ni económica ni militar. Nuestra presencia en la Antártida se ha deteriorado. Mientras que la presencia inglesa y de sus aliados inmediatos se ha expandido con la colaboración de nuestro país, gracias a los acuerdos de Madrid, se ha extendido al interior de nuestro país enraizando intereses antinacionales. La reversión no es difícil, de hecho, hubo algunas señales de por donde se debía y podía comenzar durante el gobierno kirchnerista, pero fueron pasos iniciales muy débiles revertidos por el macrismo. Hablamos de políticas que tiendan al aislamiento que dificulten de desarrollo económico de la colonia. Y políticas coherentes que logren que los países latinoamericanos no se relacionen con los ingleses en las islas. Por ejemplo. De hecho, las islas son el pivote para la explotación de toda la riqueza existente y a desarrollar, son una plataforma hacia la Antártida y permiten controlar los pasos interoceánicos. Y, si solo hablamos de la riqueza del mar argentino, sabemos que es el equivalente a otra pampa húmeda.
Políticas actuales: políticas posibles y políticas necesarias
Para implementar políticas efectivas en lo que hace a defensa, y ejercicio de la soberanía se debe tener un “Proyecto nacional” y una visión geopolítica propia. Ambas cosas no se relacionan con la dinámica de los procesos electorales, sino que son una idea nacional que trasciende a las peleas políticas de coyuntura. Una “idea de nación” que sea de la mayoría de los argentinos, inclusive que trascienda a la lucha de clases. No porque elimine la “lucha de cases” sino porque define un piso nacional para la misma, eliminando, sí, las clases o grupos ajenos a ese “piso nacional”
Actualmente se han implementado desde el Ministerio de Defensa algunas líneas de acción, o planteado ideas que, si bien no son un proyecto nacional, sí expresan la voluntad de acciones que mejorarían la presencia argentina en el Atlántico sur. Específicamente la mejora de algunas bases antárticas entre ella la Petrel. La intención de construir un polo antártico en Tierra del Fuego que pueda pensar en volver a ser el pivote internacional de acceso al continente blanco. O la implementación del FONDEF (un fondo extra `presupuestario destinado al desarrollo o adquisición de equipos para las FFAA)
Sin embargo, una política de defensa o para las FFAA debe ser parte de un planteo de mayor alcance tanto en el tiempo como en la extensión. O sea, no hay cuestión relativa a la defensa o las FFAA si no se aborda desde una perspectiva geopolítica y de la soberanía el conjunto de los problemas estratégicos argentinos. Las políticas posibles y necesarias se deducen de dos premisas de este artículo: la implementación de la soberanía sobre los espacios geopolíticos descriptos más arriba y la definición de un proyecto nacional. Esto no es simplemente un acuerdo de fuerzas políticas (quizás hasta imposible en ese plano “táctico”) sino la creación de un aparato institucional y una red de intereses sociales, de una cultura y de intereses económicos nacionales que sean el sostén de una acción de largo plazo.
Por ejemplo. Argentina debe declarar su “independencia financiera”. La deuda externa y la tributación al FMI deben pasar a un segundo orden de resolución, aunque implique problemas y desafíos difíciles. La “Ley de entidades financieras” es el pivote de un proyecto transnacional globalizante y debe ser derogada. Ella articula intereses y dar sustento a la destrucción de nuestro país. Ese pivote debe ser desarmado y argentina recuperar su soberanía financiera, creando a ese nivel intereses de sentido opuesto. Si mencionamos que la pampa húmeda. La Cuenca del Plata, el triángulo del Litio, Vaca Muerta, son desafíos geopolíticos de largo plazo. Debe avanzarse una articulación de intereses nacionales y sociales que se desarrollen con la recuperación y control soberano de esos espacios. Pensado para el desarrollo nacional, industrial y tecnológico y de condiciones de vida de la población trabajadora.
El Atlántico sur las Islas Malvinas y la Antártida son la disputa del siglo XXI y allí se encuentra encerrada una riqueza equivalente a la de toda la argentina continental. Debemos darnos una visión estratégica de “nueva frontera” a integrar a nuestro país. El proyecto “Pampa Azul” justamente da cuenta en teoría de esta situación. Se debe superar la articulación de espacios científicos (lo que no está mal) y pasar a considerarse una visión geopolítica, con el desarrollo de puertos, ciudades, empresas presencia de trabajo, científica y militar desde la península Antártica en todo ese gran arco de 3 millones de Km2 que termina en la costa atlántica. Tenemos la base jurídica de la única (peor no menor en lo diplomático) victoria argentina en la que se dio un reconocimiento (condicionado, ojo) a la extensión de la plataforma continental bajo nuestra jurisdicción.
En la actualidad el capital trasnacional está construyendo su base operativa en la ciudad de Montevideo como colonia de los intereses globales, desde allí articula la Cuenca del Plata con el océano. Por otro lado, desde Punta Arenas se ha avanzado en reemplazar a Tierra del fuego en la proyección logística Antártica y la presencia en los pasos interoceánicos. La cantidad de países que operan desde allí abandonando a Argentina como opción es alarmante. En frente de nuestras costas, las Malvinas desarrollan un gran puerto y se proyectan como base articuladora para toda la región. Si uno observa esta situación existe entre Montevideo, Malvinas y Punta Arenas un cerco estratégico sobre Argentina, que además de implicar una fractura geopolítica entre el norte y sur de nuestro país, y nos coloca con la “costa seca” de hecho. Ese cerco debe ser combatido con la ampliación a estrategia geopolítica de la “Pampa Azul” y romper ese cerco. Desarticulando la alianza de estos puertos con la colonia británica. Recuperando la soberanía del Paraná y la presencia en el Atlántico sur y Antártida.
Nada de esto es posible sin un proyecto en el que las masas populares se impliquen desde la perspectiva de recuperar la Nación para desarrollar sus potencialidades. Para ello hay que mirar hacia adentro más que hacia afuera. Y ejercer la soberanía efectiva. Hablamos de una visión de un proyecto nacional de largo plazo que trascienda las coyunturas electorales. Con hitos que serán escalones en su concreción. Un proyecto que ir más allá de nuestra vida, será la construcción de la Argentina por los argentinos para todo el siglo XXI.  El mundo se encuentra en guerra, un conflicto que puede alterar el balance de fuerzas internacional actual que nos oprime, y que abre posibilidades a nuestro país si lo sabemos aprovechar y ubicarnos en forma inteligente para lograr un espacio en la nueva distribución mundial de poder.
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