Generando cambio

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Escrito por Dr. Marcos Edgardo Azerrad   
Sábado, 08 de Diciembre de 2012 00:00
JUDÍOS SEFARDÍES. PIONEROS DE LA INMIGRACIÓN EN LA REPÚBLICA ARGENTINA. ORÍGENES. PROCEDENCIA. LA GRAN DISPERSIÓN. DIÁSPORA SECUNDARIA. DEMOGRAFÍA ESTADÍSTICA. INTEGRACIÓN Y REALIDAD HISTÓRICA. SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS. UN NUEVO PARADIGMA.
         Segunda Parte:
    EL EDICTO DE EXPULSIÓN
De tal suerte, que el Edicto de Expulsión firmado el 31 de Marzo de 1492 de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, Reyes Católicos, dispusieron que “Todos los hombres y mujeres judíos, de todas las edades, deben dejar nuestros reinos antes de finalizar Julio, con sus hijos e hijas, sirvientes y parientes, que sean judíos”, rezaba la Orden de los monarcas. Podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que el número de personas expulsadas difieren sustancialmente entre los autores, de tal manera que este es un tema que bien puede definírselo como las “cifras de la discordia”; en efecto, Paul Johnson en “La Historia Universal de los Judíos”, refiere que aproximadamente 400.000 judíos fueron expulsados, en tanto la Profesora Paloma Díaz Mas, estima que la cifra fue de  aproximadamente 100.000 radicándose la mayoría en Marruecos; Yizhar Baer, por su parte, estima esa cantidad entre 150.000 a 170.000, en tanto Caro Baroja dice que fueron expulsados de España aproximadamente 270.000 judíos, destacando que el núcleo de la población era esencialmente urbana, aunque existían minoritariamente sectores rurales; Haim Beinart, refiere que esa cifra asciende a 200.000 judíos expulsados; Bernard Vicent, de 100.000 a 150.000 mil; Joseph Pérez, de 50.000 a 150.000; A. Domínguez Ortíz, 100.000 mil; Jaime Contreras, de 70.000 a 90.000 mil judíos expulsados; Edward Burman, 400.000 judíos expulsados.
Y así pues, esta Diáspora se extendió a través de Marruecos, Turquía, Grecia (los judíos del Mediterráneo), Bulgaria, Hungría, Holanda, Inglaterra, Francia e Italia, entre otras regiones. Básicamente la dispersión se produjo a través de cuatro bloques geográficos, los cuales podemos identificarlos de la siguiente manera: a) aquellos que emigraron hacia África del Norte; b) la emigración hacia las tierras del Mediterráneo (Orientales); c) y finalmente la emigración hacia Europa Occidental; d) América.
En apretada síntesis, podemos ubicar a esta inmigración en cuatro grandes bloques geográficos, a saber: a) África del norte: Judíos Marroquíes; b) Los Judíos del Mediterráneo: Grecia y Turquía (Rodas, Salónica, Cos, Esmirna; Siria: Alepo y Damasco; c) Los Judíos que emigraron hacia Europa Occidental: Bulgaria, Hungría, Holanda, Inglaterra, Francia e Italia, etc); América, último centro de radicación, principalmente de marranos: Recife, Curazao, Nueva York, entre otros.
Llevaron de España la lengua, que algunos llaman “ladino”, otros “judezmo” o la “jakitia”, que precisamente ésta última hablaban nuestros familiares que emigraron de Tetuán, Marrakech, Tánger, Larache, Fez, Alkazarquivir, etc.
Por otra parte, estos emigrados llevaron además el castellano como lengua identitaria común con la nacionalidad española.
En el Siglo I, unos 50.000 judíos se establecieron en Andalucía (Sevilla y Granada) y desde entonces, con el beneplácito o no de los sectores del poder, estos pobladores fueron construyendo su idiosincrasia. El Ladino, o Sefardí, o Judeo-español, es la lengua de los descendientes de esos judíos que, en 1492, fueron expulsados de España. La música ocupaba un espacio de importancia. En el seno de la familia sefardí se cantaba: la madre le cantaba a la hija al nacer, el enamorado a su amada, las mujeres a la desposada .
Durante las dos centurias posteriores a la expulsión, se desarrolló una extraordinaria cultura rabínica y cabalística.
Como dato verdaderamente trascendente y relevante, debo señalar que Francois Mitterrand, impulsó y creó la Primer Cátedra en el mundo de “Judezmo Español”, en la Sorbona en el año 1984 y cuya titularidad ejerce el prestigioso investigador sobre cultura e identidad sefardí, Jaim Vidal Sephiha, sobreviviente del Holocausto.
Sostiene Sephiha que “Los judíos españoles, se llevaron la lengua que se hablaba en España a fines del Siglo XV, lengua que les era común al conjunto de los españoles, fuesen musulmanes, cristianos o judíos, y fue a partir del español peninsular que nació el dzhudeo-espanyol vernáculo o espanyol o dzhudezmo (término éste último que significa “judaísmo”) o aún dzhudyó o dzhidyó “ .

LA PRIMERA DISPERSIÓN. LA GRAN DIÁSPORA.
Los judíos expulsados de España, iniciaron lo que se denomina la Gran Diáspora. Los que se quedaron, los convertidos de manera forzosa o voluntaria, fueron llamados “marranos” .
“El 31 de Julio de 1492, unos trescientos mil judíos abandonan Sefarad (España), su Patria durante más de mil años. El Decreto firmado por los Reyes Isabel y Fernando otorga cuatro meses para la dramática expulsión. Se realiza en dos etapas. La primera por vía terrestre y marítima, distribuyéndose por Navarra y Portugal y paulatinamente hacia Italia, África del Norte, Grecia, Egipto, Tierra Santa y el Imperio Otomano. La Segunda Etapa, más extensa, es la de los judíos que se habían convertido a la fuerza al catolicismo. Esos llamados “cristianos nuevos” o “marranos” (criptojudíos), mantienen en secreto su judaísmo. Se trasladan entre los Siglos XV y XVIII a posesiones americanas de España y Portugal tales como Recife, Buenos Aires y México. Cuando se proclaman judíos, van mayormente a los territorios holandeses e ingleses: Ámsterdam, Recife, Jamaica, Nueva York. Encuentran en su exilio comunidades judías antiguas como en Roma y Tetuán a las que se asimilan y agregan su alto nivel cultural, sus tradiciones y lengua: el judeoespañol, el ladino y la haketiya” .
En 1602, Ámsterdam abrió sus puertas a otra minoría perseguida: los judíos, entre quienes figuraban algunos de los más ricos mercaderes. En pocos años se formó en la ciudad una importante comunidad de judíos sefardíes, sobre todo portugueses, que huyeron de los dominios de Felipe II ante la creciente persecución inquisitorial y que, al llegar a los Países Bajos, pudieron practicar su religión sin ninguna traba. En el seno de una de estas familias sefardíes, nació, en 1632 el filósofo Baruch de Spinoza .
En Marruecos, excavaciones arqueológicas han demostrado la existencia de comunidades judías antes de la Expulsión. En la zona del Sous y las cadenas montañosas del Atlas, subsistió una población judía autóctona y notoriamente diferente a los recién llegados o expulsados. Así pues, los recién llegados fueron llamados en hebreo “megorashim”, en contraposición a los oriundos del país, denominados “toshabim”, (autóctonos).
Sostiene Víctor Malta que “La Diáspora Marroquí es, seguramente, una de las más antiguas de Israel. Según algunos historiadores, la llegada de los judíos a Marruecos se situaría en la época del Rey Salomón, mientras que para otros, después de la destrucción del Templo de Jerusalén por Nabucodonosor en 586 (a.C.). Estas comunidades han depositado, en otro tiempo, en el acervo espiritual de Israel el mejor legado: la aristocracia intelectual. El judaísmo marroquí ha conducido durante siglos, la vida de las comunidades sosteniéndolas en la fe y en la esperanza. Constituidos en la época de Cartagena, sobrevivieron a la dominación de los romanos, de los vándalos, de los bizantinos, de los turcos, de los españoles y de los franceses.  Los gobernantes cambiaban, la opresión se transformaba, pero este judaísmo marroquí continuaba viviendo en una especie de extraterritorialidad, en una JERUSALÉN soñada e imaginaria”  .
Los judíos establecidos en el Imperio Otomano, desarrollaron una extraordinaria cultura, además de haber sido protegidos por el Sultán de aquél entonces. En este último lugar, existió la imprenta que permitió un adelanto y progreso para aquella inmigración. Fueron famosas las centenares de publicaciones de carácter periódico que se editaron sobre todo en Salónica y Esmirna. Muchos se publican en judeoespañol aljamiado, pero también con posterioridad comenzaron a aparecer publicaciones en caracteres latinos, o en otras lenguas como el griego, el turco, el hebreo o el francés.

DIÁSPORA SECUNDARIA
La inmigración de los judíos sefardíes durante el Siglo XIX, que se trasladan a Canadá, Brasil, Estados Unidos, Francia, Venezuela, Cuba, México y Argentina, etc., obedecen a distintas causas  y factores estructurales, pero fundamentalmente a la necesidad de encontrar nuevos horizontes que cristalizaran los objetivos básicos de todo inmigrante: libertad en primer lugar, trabajo, paz, respeto y dignidad y educación para sus hijos.
¿Qué busca el judío que huye de los países donde está sometido a tensión a las naciones de Ultramar? ¿Pan y libertad?, se preguntó el historiador Simón Dubnow: “No, libertad y pan¡” .
“Una nueva crisis política, económica y cultural, que se inició hacia finales del Siglo XIX y se prolongó hasta las dos guerras mundiales, impulsó a los sefardíes a la búsqueda de un nuevo entorno geográfico: se produjo entonces la llamada diáspora secundaria, efecto de la cual es que actualmente las grandes concentraciones sefarditas no se encuentren en su marco geográfico tradicional, sino en América, Europa Occidental o Israel” .
 
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