En febrero de 2012, AGENCIA PACO URONDO
entrevistó al especialista en seguridad Marcelo Saín sobre si los
policías deben formar un gremio que los represente como el resto de los
trabajadores. Su aporte a un debate actual.
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO: Siempre hay una discusión en torno a la sindicalización de las fuerzas de seguridad. ¿Cuál es su opinión?
Marcelo Saín: Los policías, cuando son jóvenes, son reformistas.
Cuando ya están llegando a la cúpula se convierten en conservadores. Y
después cuando se retiran, algunos vuelven a ser reformistas. Pero
cuando tienen el poder para hacer algo, son conservadores. Eso es lo
importante.
Muchos de esos viejos retirados ahora empiezan a hablar de
gremios, de agremiación, de sindicato, etc. Pero dentro del ambiente
policial muchos rechazan la idea de la sindicalización por una cuestión
cultural: "nosotros no somos negros". Nosotros no somos trabajadores,
por ende, el sindicato es de trabajadores y de morochos. Nosotros somos
policías. Este es un fenómeno social bastante viejo en la Argentina. Los
maestros en el primer peronismo, en el peronismo clásico: nosotros
somos clase media. El sindicato es para los sectores populares. Hay todo
un espíritu de que la policía no tiene nada que ver con un sindicato.
Todo lo contrario. Te diría que hasta casi son una hipótesis de trabajo y
de control de los sindicatos.
AGENCIA PACO URONDO: Hay sectores dentro de la fuerza que sí piden la sindicalización.
MS: Otros están de acuerdo con la sindicalización, pero creen que la
sindicalización es una organización autónoma de policías en actividad y
retirados. Lo que la mayoría no entiende, de aquellos que son
partidarios de la sindicalización, es que cuando nosotros proclamamos el
derecho de agremiación estamos hablando de la aplicación de la ley de
asociaciones profesionales. Es ir a la CGT o a la CTA. Construir un
sindicato con personería gremial y con un conjunto de normas
reglamentarias, que tienen que ver –reitero- con la aplicación de todas
las normas de la ley de asociaciones profesionales. Eso es
sindicalizarse.
APU: ¿La ley actual permite esa situación a los policías?
MS: No, hoy no. Necesitamos una reforma normativa para que eso sea
posible. Nosotros estamos trabajando en la provincia de Buenos Aires.
Cuando nosotros hablamos de sindicalización estamos hablando de OIT, las
normas que recomienda OIT, la ley de asociaciones profesionales y las
reformas legales que permitan la agremiación con las limitaciones del
caso. Como los médicos o el personal sanitario, que no pueden hacer una
medida de fuerza en determinadas actividades y áreas de trabajo, como
puede ser una guardia hospitalaria. Tampoco la policía podrá hacer
huelga. Hay otras formas de protesta social. Pero más allá de esas
regulaciones, la sindicalización tiene que ver en el derecho a la
asociación, que además es constitucional en nuestro país, a los efectos
de articular y defender los intereses laborales. Esto significa
culturalmente convertir a los policías en trabajadores estatales. Esto
va a llevar mucho tiempo.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo sería esa agremiación?
MS: El cambio hacia la sindicalización policial tiene que estar
dentro del marco de lo que sería un proceso de laboralización del
trabajo policial, que debería comprometer otros cambios o concomitantes o
anteriores a este. Y que tienen que ver con esto que yo te señalaba
anteriormente, el cambio en la profesión policial, en la carrera de las
policías. La policía se maneja con los criterios del siglo XIX, de lo
que es una carrera policial, muy parecida a las careras militares, pero
del siglo XIX, ni siquiera las más modernas de los ejércitos más
modernos. No hay especialización. Hay rotación de personal
multifacéticamente. Son todas para arriba las carreras. No hay
aplanamiento funcional en las cúpulas. Toda una serie de cuestiones que
hay que cambiar, que tienen que ver con que vos le des una matriz
institucional distinta de carrera, fundamentalmente asentado en la
especialización por determinado tipo de tarea policial.
No es lo mismo un policía de investigación que un policía de
mantenimiento del orden público. No es lo mismo un policía científico
que lo que es un policía de operaciones especiales. No es lo mismo un
policía de patrullamiento en ruta que un policía de patrullamiento
urbano. No es lo mismo un policía de prevención de delitos rurales. Es
tan compleja la actividad policial en cada uno de estos campos que las
carreras tienen que inevitablemente garantizar la especialización, como
ocurre con la medicina, como ocurre con la economía, como ocurre con la
sociología.
Este es un ejemplo para mostrarte que, en realidad, lo que primero
que hay que cambiar es la matriz de lo que son las bases profesionales
de lo que es el trabajo policial. En segundo lugar, las condiciones
laborales propiamente dichas. Y cuando hablamos de la restructuración de
lo que es el sistema salarial policial es no pegar el salario a la
jerarquía, sino a las funciones, al cargo o a las responsabilidades que
se tienen, que es distinto. La espiralización, al conocerse el acuerdo
extorsivo entre la policía y De la Sota, es ya inevitable. Y va más allá
de reclamos por sindicalización y salarios. Es el regreso del poder de
los Centauros.
Por Conrado Yasenza* El sueño de la
seguridad engendra monstruos. Y esos monstruos extorsionan a un poder
político que ha hecho de la demagogia punitiva, del desentendimiento
político del gobierno de las fuerzas policiales y del "hacer la vista
gorda" de los negocios ilegales de los uniformados policiales, un modo
de obrar. Allí las causas, a desentrañar, del acuartelamiento de la
policía cordobesa ocurrido los días 3 y 4 de diciembre últimos, y la ola
de saqueos organizados mediante bandas de mafiosos que concluyeron con
dos muertos.
En la actual situación de autogobierno policial y ausencia de
refundación democrática de las fuerzas de seguridad, discutir la
sindicalización puede constituir una expresión aspiracional, deseable y a
discutir mucho y con seriedad, pero de ahí a avalar la teoría del
reclamo sindical y salarial para explicar el efecto cascada de
acuartelamientos y organización de saqueos en un contexto que no es el
de una crisis social cercano a 1989 y menos al 2001, supone, al menos,
una simplificación que implica el ocultamiento del carácter represivo y
conservador de las fuerzas de seguridad policial que no han sido
atravesadas por 30 años de democracia. Sostengo que, luego de
descabezada la cúpula policial cordobesa tras haberse comprobado la
conexión narco-policial, se cortaron los "ingresos" extras por
actividades ilícitas. Ello demostraría que si un agente de
Investigaciones, por ejemplo, cobraba 7.500 pesos, por actividades
ilegales percibía un ingreso igual a la remuneración por sus funciones.
Antes del descabezamiento de la cúpula no supimos nunca de un reclamo
salarial. La respuesta es clara, me parece.
Por otro lado, haber cedido al reclamo del 220% que los acuartelados
le realizaron al Gobernador De la Sota, demuestra este pacto de
impunidad y silencio, como también el fracaso total de la implementación
de políticas pergeñadas en los centros de formación represiva, que se
experimentaron con el Plan Colombia. Pasar de 1.800 policías a 22.000
para saturar la Ciudad explica el alto grado de indefensión e
inseguridad al que se encuentran expuestos los ciudadanos, y en
particular, los sectores más vulnerables - y entre ellos, los más
jóvenes. A su vez, es posible encontrar el germen del amotinamiento en
un presupuesto provincial que para pagar sueldos a 22.000 agentes debe
necesariamente, otorgar remuneraciones bajas. Pero, insisto, no creo
central este punto.
El Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, no ha
logrado tampoco evitar el efecto contagio ni con los ascensos ni con el
aumento de las horas Co.Re.S . Y en la Provincia más grande del país,
los ciudadanos nos encontramos suspendidos sobre las manos armadas de la
organización policial que pacta impunidad con el poder político a
cambio de silencio y regulación del crimen organizado, entregando a la
población al imperio de la demagogia punitivo- extorsiva-represiva
ejercida por la fuerza más brutal y numerosa: La Policía de la
Provincia de Buenos Aires. Scioli lo ha hecho junto a su ministro, el
matarife pistolero, Granados. Ya veremos las consecuencias de rendirse
al poder extorsivo de las armas.
Ese es el monstruo que la demagogia punitiva y la complicidad del
poder político - vía pactos de control de los desmanes urbanos e
invisibilización de la crisis social - con las actividades ilegales de
las policías, ha engendrado. La espiralización, al conocerse el acuerdo
extorsivo entre la policía y De la Sota, es ya inevitable. Y va más allá
de reclamos por sindicalización y salarios. Es el regreso del poder de
los Centauros. La periodista Stella Calloni envió a la Agencia Paco Urondo una lectura alternativa a la nota que escribió Pablo Semán sobre los saqueos en Córdoba.
Estimados compañeros: algo muy cierto es lo que dice Pablo Seman, con
respecto a la desigualdad, que es mucho más profunda en algunas
provincias como en Córdoba, cuya policía es brutal y que no se resuelve
mágicamente, ni en diez ni en quince años , aunque a los gobiernos
cordobeses nunca les ha interesado solucionar, ni lo uno ni lo otro.
Con lo que significaron las dictaduras militares y la dictadura
neoliberal que añadió miles y miles de nuevos pobres a la pobreza
estructural que surge desde el nacimiento de la y las Repúblicas , y que
ya estaba marcado desde el primer desembarco colonial, tantos siglos
antes, estamos en una situación doblemente grave. Cada paso por
solucionarla es un paso gigante. Pero cuidado: estos son tiempos
de contrainsurgencia, que sabemos desde dónde viene y hacia dónde va.
Crear el caos, el shock es un proyecto tan viejo, como cualquier
proyecto del imperio-y lo digo con todas las letras porque a mí nunca me
amilanaron los que nos quieren avergonzar con aquello de "setentistas".
Una cosa es un saqueo de desesperados por hambre y otra en un
acuartelamiento policial, cuando esos policías "necesitan" el caos, para
lograr sus fines y nadie duda de que lo encabezan y lo impulsan Los
periodistas de Córdoba como Tomás Méndez que se han jugado la cabeza
investigando y denunciando la complicidades y la dirección de los altos
jefes que rodeaban a José Manuel De la Sota en el narcotráfico,- que es
un peligro latente y lleva a Washington a comenzar a hablar de la
necesidad de "intervenir" de alguna manera en Argentina-, denuncian con
pruebas como pasaron policías de Civil en motos y camionetas de alta
gama, rompiendo vidrieras primero, alentando al robo y llevándose
eléctrodomésticos y electrónicos de alta gama. ¿Quién arrastra
por las calles semejantes aparatos? El narcotráfico es como esos
atentados o bombas que ellos mismos ponen como se ha comprobado a lo
largo del tiempo para crear una situación determinada e intervenir. Es
tan viejo como la cucaracha, todo ésto. Parece mentira que no estemos
entendiendo la "sublevación" policial desatada en provincias y en
ciudades como Concordia, que se destacaba por ir terminando con todos
los bolsones de pobreza y la construcción de viviendas que acabaron con
barrios de extrema pobreza y que ya estaba a punto de terminar viviendas
dignas para que no quedara ni un sólo barrio miserable en los
alrededores. En Concordia el gobernante Frente para la Victoria
ganó con un 67 por ciento. ¿Había que hacer pagar a esa ciudad semejante
osadía? O la de tener una escuela para el "yo sí puedo" que está
alfabetizando a tantos niños, personas grandes y jóvenes. Queridos
compañeros, no todos los saqueos pueden ser reivindicados porque
convenga políticamente a uno u otros. Hay criminalización de la protesta
social pero también banalización y utilización de algunas protestas
sociales con otros fines, que no son "primaveras" ,sino que tienen
lamentables y siniestros designios. En tiempos de expansión imperial
tenemos que movilizarnos más que nunca, pero saber por qué, quien nos
encabeza, es decir con verdadera conciencia política y la mirada
estratégica necesaria y responsablemente. Hay quienes hablan de
"sindicalización policial". Seguramente no calculan en esta
oferta que mientras esa policía siga teniendo como la de Córdoba todos
los lastres de las pasadas dictadura militares, con elementos mafiosos
incluidos, quien maneje esos sindicatos no serán los mejores policías. Cuidado
con las interpretaciones ideologizadas en extremo que no surjan de la
realidad, que es la base indispensable para la dialéctica. Y
también cuidado con algunas izquierdas que como en Salta ganan muchos
votos con el discurso de la derecha, adosado de un consignismo
falsamente izquierdista. Son tiempos duros éstos cuando todo el camino
andado con avances no imaginados y donde aún falta mucho por hacer y
construir puede se arrasado. Los reclamos de las fuerzas de seguridad se extendieron a Chaco, Entre Ríos, Santa Fe y la provincia de Buenos Aires. Se registraron hechos violentos en Concordia, Mar del Plata y Santa Fe.
Por Enrique de la Calle
Después del acuartelamiento policial ocurrido en Córdoba la semana
pasada, los reclamos se extendieron prácticamente a todas las
provincias. Anoche, mientras se avanzaba en diferentes negociaciones (en
Catamarca, Neuquén y Río Negro), se abrieron nuevos focos de conflicto
en Concordia, La Plata, Mar del Plata y Santa Fe. Excepto en la capital
bonaerense, en el resto de las ciudades se registraron graves hechos de
violencia y saqueos.
Durante las horas de la madrugada, funcionarios provinciales y
nacionales negociaban con referentes de las fuerzas de seguridad para
lograr destrabar las discusiones salariales. Mientras, la gendarmería se
encuentra desplegada prácticamente en todo el país para intentar
contener los desmanes. El Estado intentando recomponer su faceta
represiva.
Los hechos que están ocurriendo ponen en primer plano diferentes
problemáticas que persisten en esta segunda década del siglo XXI. Por un
lado, lo que tiene que ver con el rol de las fuerzas de seguridad y su
necesaria conducción por parte del poder político. Por otro, el costado
social: las imágenes de los saqueos muestran a jóvenes de las barriadas
más pobres de las ciudades violentadas. No debe ser casual que dos de
las localidades saqueadas sean Mar del Plata y Concordia, que registran
los peores índices en relación a desocupación, informalidad y pobreza.
En el país la informalidad afecta al 34% de los trabajadores. La
desocupación golpea al 7% (en las ciudades aludidas supera el 10%) . En
su mayoría, los afectados son jóvenes. Según diferentes estadísticas, los "ni-ni" (chicos que no estudian ni trabajan) son alrededor de un millón. A esto se suman problemas vinculados con el acceso a la vivienda (entre otras carencias): alrededor del 15% de los hogares argentinos sufre algún tipo de hacinamiento.
Los saqueos no tienen una sola explicación. Se trata sin dudas de un
fenómeno multicausal. Pero una parte de la descripción pasa por
comprender la difícil realidad social que sigue golpeando a millones de
compatriotas. La respuesta estatal debe contemplar acciones que vayan
más allá de la movilización de gendarmes.
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