Escrito por Agencia Paco Urondo, Especial para Nuevo Paìs
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Sábado, 24 de Mayo de 2014 11:56 |
El Ceremoniero Papal, Guillermo Karcher, hizo de vocero cuando no le
correspondía y dejó mal parada a la Iglesia ante el gobierno nacional y a
su persona ante el Papa. ¿Lo operaron?
Por José Cornejo
Guillermo Karcher no es el vocero papal. Desde 2006, esa tarea la
cumple el jesuita italiano Federico Lombardi, que tiene una antigua
relación con Francisco I por pertenecer a la misma orden. Lejos de eso,
Karcher es el Ceremoniero Pontificio: solamente le compete lo necesario
para las celebraciones sagradas. Sin embargo, le apasionan los medios.
El día de la asunción de Francisco I apareció en la tapa de todos los
diarios del planeta al sostener el micrófono de su Santidad.
Todo indica que alguien convenció a Karcher que la letra vaticana era “un collage de mala leche”
y que le correspondía a él, desde Roma, desmentir esa misiva. De esa
manera se ganaría la aprobación papal como paladín de la verdad y en
simultáneo obtendría una buena dosis de exposición mediática. Karcher
no podría haber sido más inoportuno. Además de perjudicar la excelente
relación de Francisco con la mandataria argentina, lo hizo 72 horas
antes del esperado Tedeum del 25 de mayo. La misa patria sellará el
reencuentro de la jefa del gobierno argentino con el obispo de Roma. Obviamente,
el gobierno argentino salió a responder de inmediato. Las filigranas
del papel y el cartero mismo provenían de la nunciatura (embajada)
porteña. La mentira tenía patas extremadamente cortas. Solo alguien con
un profundo desconocimiento de la realidad política argentina caería en
una trampa así. El blooper estaba instalado. ¿Quién pudo haberlo
convencido a Karcher? El ceremoniero argentino hace casi una década que
vive en Italia. Debe haber sido aconsejado por una actor local, más
empapados de estos temas. Es difícil determinar las relaciones exactas
del desafortunado sacerdote, pero la Iglesia criolla se divide en dos
grandes bandos. Los conservadores, con el obispo platense Aguer a la
cabeza, y representantes de la talla del arzobispo de Mercedes - Luján, Ogñenovich.
Y los socialcrististianos, cuya figura emblemática fue el purpurado
moronense Laguna. Karcher proviene del primer sector. Bergoglio del
segundo. Es lógico que quiera ganarse algunos puntos, dado la reciente caída del obispo rosarino también proveniente del primer grupo. Difícil
saber quién pudo convencerlo sobre lo de la carta. Ahora si el objeto
era denunciar ante los medios argentinos la falsa misiva, ¿cómo no
confiar en Guillermo Marcó? El padre Marcó es un antikirchnerista confeso,
por lo que comparte partido con el buen Karcher. Y además tiene una
excelente relación con Clarín y La Nación, cimentada en su época de
vocero de la Catedral. Bien asesorado, y mejor vinculado a los
medios masivos, Karcher fue a la carga. Haría doblete: le pegaría al
gobierno nacional y defendería a su jefe romano. Si la jugada salía
bien, incluso sabotearía el Tedeum con la despreciada Cristina Kirchner.
Después del blooper, que dejó en offside la portada del diario
Clarín, el que salió a pasearse por los medios fue Marcó. Balbuceó una
defensa de Karcher que bien parecía una acusación: “Quizás lo que quiso
decir es que no era una carta, sino un telegrama”, observó. Es difícil
probar fehacientemente la participación de Marcó en esta intriga. Pero
una sola cosa se sabe con certeza de esta trama. Que Marcó está
dispuesto a cualquier cosa por instalarse en Roma.
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