Generando cambio

Generando cambio

Ante el anuncio de paros de transportistas PDF Imprimir Correo
Escrito por Ediciones Agua Clara   
Martes, 26 de Junio de 2012 11:54
                            ASALTO Y MATANZA EN EDIFICIO PRESIDENCIAL
                       MARTIROLOGIO DE SALVADOR ALLENDE Y DEL PUEBLO

Dio la casualidad que meses antes del derrocamiento de ese gran Presidente Constitucional Chileno, recorriéramos con mi esposa la Tierra del Fuego argentina y chilena.
En Febrero me tocaban las vacaciones anuales y podíamos dejar nuestros hijos al cuidado de los abuelos en una casita muy humilde pero con un hermoso jardín arbolado, ubicada en Bosques (Ptdo de Florencio Varela-P. B. A.).Un compañero de trabajo, marino retirado, nos sugirió que sacáramos pasajes a precio accesible en los transportes al sur de la marina, estaban teóricamente al alcance de cualquiera, pero... Un telefonazo al encargado de la boletería, ex subordinado suyo, bastó para conseguir camarote en primera clase, similar a los que gozaban los familiares de los oficiales superiores.
Viaje muy apacible, la mayoría del personal de a bordo era civil y el capitán un tipo macanudo, que los días de mucho calor se refrescaba con nosotros en cubierta con la manguera de agua de mar. Además me había hecho amigo de otro civil, el médico de a bordo, quien me facilitaba un lugar en la enfermería donde podía dedicarme tranquilo a escribir futuros estrenos de teatros independientes.
El "Bahía Buen Suceso", que luego participaría en la guerra de Malvinas, realizaba paradas en Puerto Madryn, Deseado y durante varios días en Ushuaia, brindándonos la posibilidad de conocer esos luga- res.
Arribar a Ushuaia, recorrerla, viajar hasta Lago Escondido y realizar la consabida excursión en un pesquero de centollas, nos quedaba una semana antes que el buque emprendiera el regreso.
Teníamos tiempo para llegar a la ciudad más austral del mundo, Punta Arenas (Chile). esLo que nos permitiría apreciar personalmente las virtudes de un gobierno progresista.
No existían líneas de transportes regulares; un compañero de viaje, con negocios por la zona, nos ofreció llevarnos en auto, durante sus diversas gestiones nos dejaría esperando en algún lugar y finalizaría el recorrido en Cerro Sombrero desde donde no tendríamos inconveniente para llegar a Punta Arenas.
La Tierra del Fuego que atravesamos era un desierto sólo interrumpido por pozos petrólíferos, que reconocíamos por las bombas, creo que se llaman cigüeñas, y un par de pequeños galpones o viviendas de chapa. Los obreros trabajaban durante un mes en esa soledad y luego de unos días de descanso retornaban para trabajar otros 30 días.
La primera parada la hicimos en una base de la fuerza aérea chilena, mientras el comerciante atendía negocios en la zona.
La base no tenía pista de aterrizaje y estaba a cargo de un suboficial y su familia, su principal obligación era mantener el contacto por onda corta.
Nos trataron con generosa amabilidad, brindándonos suculenta cena, el uso de un dormitorio y se mostraron ávidos de conversaciones. Estaban muy disgustados por el desabastecimiento al que los sometía el gobierno de Allende. De madrugada cuando nos levantamos a higienizarnos, prontos a reiniciar el viaje, confundimos la puerta del baño con la de una despensa en la que vimos con estupor que disponían gran cantidad de comestibles y enseres, la provisión de un almacén de ramos generales.
En un par de horas llegamos a Cerro Sombrero, localidad moderna con varios miles de habitantes, principal centro petrolífero chileno. El ómnibus ya había salido, conseguimos cruzar el Estrecho de Magallanes con excursionistas alemanes que se dirigían a Río Gallegos. Después de un par de horas nos levantó un camión que transportaba obreros petrolíferos hasta Punta Arenas, gente muy servicial, partidaria del gobierno, que se declaraba muy satisfecha
Ellos nos recomendaron un hotel muy confortable, íntegramente construido en madera, que carecía de comedor.
A las dos de la mañana, lo único que permanecía abierto en Punta Arenas era el aristocrático restaurante del Jockey Club, en el que saciamos el apetito con una regia cazuela de pescados y mariscos a precio accesible, no supimos si el cambio de moneda nos era favorable, o la comida en Chile estaba barata.
De día recorrimos Punta Arenas, las vidrieras aparecían semi-vacías y los comerciantes se quejaban amargamente por el desabastecimiento. Cuando les ofrecimos pesos argentinos aunque preferían dólares, por obra de magia aparecía la mercadería que solicitáramos. Nosotros no queríamos pichinchear y sólo compramos algunas de las clásicas chucherías de recuerdo.
Estábamos desconcertados, en vez de encontrarnos con gente satisfecha conversábamos con feroces opositores. Para sacarnos la mufa por la tarde decidimos visitar un centro socialista.
Quedaba subiendo una loma o cerro, entre viviendas obreras. Nos atendieron jóvenes vivaces, durante el rato que conversamos con ellos vimos pasar, hacia un lado y el otro del local más de cien.
Ellos nos explicaron que la falta de algunos productos se debía a un lockout patronal de transportistas, al que el gobierno no podía poner fin., mientras los comerciantes hacían su agosto vendiendo los comestibles básicos a precios más altos que los fijados.
Nos aseguraron, entusiasmados, que en las elecciones de Senadores Nacionales, a celebrarse en un par de meses triunfaría la coalición progresista.
El personal del hotel, fervientes partidarios de Salvador Allende, tenían la misma confianza que los muchachos.
Volvimos a la Argentina desde Puerto Porvenir en un ómnibus traqueteante que después de todo un día de viaje nos dejó en Río Grande, los transportes de línea a Ushuaia ya habían salido. Además
nos enteramos que el Bahía Buen Suceso había adelantado su regreso, partía a la madrugada.
Contratamos un taxi, para atravesar la cordillera fueguina, en un noche con una nevisca para nosotros infernal, llegamos sobre la hora de la partida. La cocina del barco estaba cerrada, hasta el desayuno debimos conformarnos masticando aire.
El viaje marítimo de regreso fue tan agradable como el de ida, durante el festejo de despedida el Capitán me pidió que dijera unas palabras, tal vez influenciado porque era uno de los pocos a los que no molestaba el rolar del barco, o porque se había enterado que durante algunas horas diarias escribía en el lugar que me había facilitado el médico. A mí me sorprendió, improvisé algunas gansadas convencionales, para salir del paso.
El lockaut de los empresarios camioneros de Chile prosiguió, pese a lo cual la alianza de Salvador Allende ganó las elecciones senatoriales y consolidó su mayoría en las cámaras, tal como habían vaticinado los muchachos socialistas. Pero la intranquilidad provocada por el desabastecimiento crecía.
Los sectores golpistas exigieron la renuncia del jefe del ejército Gral. Prats (luego asesinado por los esbirros de Pinochet en su exilio argentino), al poco tiempo concretaron su criminal ataque a La Moneda (equivalente chileno de la Casa Rosada) y erigieron un régimen de terror.
El transporte vial de cargas en la Argentina tradicionalmente fue realizado por propietarios de uno, o dos camiones, que se sacrificaban día y noche para obtener beneficios de una actividad antieconómica.
La situación cambió, la mayor parte de la carga es transportada por empresas dueñas de muchos camiones, a algunas de las cuales están vinculados los sindicalistas, los obreros camioneros mejoraron sus sueldos, y el Estado Nacional se hace cargo de subsidios, entre otros a los combustibles, para hacer rentable la actividad. Pero el gremio reclama que no sólo se eleve el mínimo no imponible, sino que se eliminen los impuestos a los ingresos del trabajo en relación de dependencia, es decir que el estado resigne ingresos para satisfacción de los grandes transportistas y sus conductores.
Inevitablemente me acuerdo del gran Salvador Allende y la complicidad de los empresarios transpor-tistas con el criminal Pinochet.
Ediciones Agua Clara – Esta dirección de correo electrónico está protegida contra robots de spam. Necesita activar JavaScript para poder verla – www.edicionesaguaclara.com.ar
 
Joomla 1.5 Templates by Joomlashack