Generando cambio

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Continuando con el trabajo sobre Juan Manuel de Rosas PDF Imprimir Correo
Escrito por Ag.Paco Urondo para Nuevo País   
Jueves, 04 de Abril de 2013 21:00

Distintas notas y entrevistas sobre Juan Manuel de Rosas, en otro material excelente de la Ag.Paco Urondo para Nuevo País
Continuidad de las notas de Rosas...

“Rosas surge como un emergente de la crisis que sacude a la sociedad rioplatense”

Entrevista con Fabio Wasserman, Doctor en Historia de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Por Enrique De La Calle
APU: ¿Qué implica esta figura tan controversial de nuestra historia y cuáles fueron las diferentes lecturas que se han hecho sobre Rosas? ¿Qué lugar ocupa Rosas en tu modo de entender o de vincularte con la historia argentina?
Fabio Wasserman: Es muy importante. Los historiadores en general nos especializamos en algún período, en algunos temas, yo trabajo mucho sobre el siglo XIX. Para mi trabajo el período rosista es muy importante, desde que empecé a investigar hace más de 20 años, los temas que trabajo no siempre son sobre Rosas o el rosismo pero están vinculados. Trabajé mucho sobre la generación del 37 que ahí está Alberdi, Echeverría, Sarmiento que eran opositores a Rosas, aunque algunos de ellos como Alberdi, en algún momento, estuvieron muy cerca del campo rosista. Es muy importante para mí y para la historia argentina, por eso también hay muchas controversias. Porque es una figura muy controvertida y porque ocupó el centro del escenario político durante mucho tiempo de un modo muy particular.
APU: ¿Cómo evaluás el período que él gobernó y cuáles son los puntos salientes para destacar?
FW: Primero, como toda figura histórica hay que entenderla en el contexto en el que emergió. Muchas veces, sobre todo en el caso de Rosas, se descontextualiza, se proyecta un Rosas al que dotan de atributos que en esa época no tenían sentido. Él surge como un emergente de la crisis que sacude a la sociedad rioplatense, después de la revolución hay muchos conflictos, grandes enfrentamientos y todo el tiempo la necesidad de la búsqueda de un orden.
Rosas aparece después de 1829 cuando llega a la gobernación por primera vez y accede como el hombre que es capaz de restituir ese orden, por eso, su ascenso al poder tiene mucho predicamento. Él es una figura muy aceptada por los sectores populares, urbanos pero también por las clases dominantes en Buenos Aires, después el rosismo, es un régimen que se va a ir construyendo. Asume la gobernación a fines del ´29, gobierna hasta el ´32 y luego asume de nuevo en el ´35 hasta la derrota de Caseros en el ´52, estamos hablando de 23 años con dos y pico que no estuvo en el gobierno. Es mucho tiempo y obviamente en ese tiempo, quiénes fueron rosistas, qué característica tuvo el régimen y cuáles fueron sus políticas fueron variando, eso también es importante tenerlo en cuenta.
APU: ¿El apoyo popular se mantiene?
FW: El apoyo popular fue muy fuerte. Rosas entendió mejor que otros políticos contemporáneos que ahí hay un elemento traído por la revolución, por las movilizaciones y las guerras que ésta había provocado. Entendió que la movilización popular iba a ser un elemento muy fuertemente presente en la sociedad y lo que hizo fue volcarlo muy decididamente a favor de su facción política haciéndolo de una manera muy singular y sistemática. Él cultivó, primero en el mundo rural y después en la Ciudad de Buenos Aires, cuando heredó de algún modo el capital político que había tenido Dorrego que era el líder popular de los inicios porteños, cultivó ese perfil y utilizó a los sectores populares como un elemento disciplinador de las propias élites.
Una de las cosas que Rosas evaluaba y no era el único, que el problema no eran los sectores populares, sino que eran las diferencias que afectaban a los sectores dominantes. Lo que había que hacer era, lograr imponer una facción sobre las otras, en este caso, la facción federal y dentro del federalismo quienes seguían incondicional a él y para eso utilizaba los sectores populares como un elemento disciplinador. Pero a la vez, estaba en contra de que este movimiento popular tenga cualquier piso de autonomía, eso no lo permitió de ningún modo y era algo que no lo iba a permitir jamás. En el año ´29 hubo una movilización muy fuerte después de la derrota y el asesinato de Dorrego en toda la campaña de Buenos Aires y muchas encabezadas por pequeños líderes locales. Varios de esos líderes que lo ponían a Rosas como su referente, al año siguiente fueron combatidos por el propio Rosas cuando siguieron mostrando autonomía, a pesar de que un año antes los había apoyado o había consentido que se movilizaran a favor suyo.
APU: José Pablo Feimann habla, en uno de sus libros, del desencuentro histórico de Rosas con Alberdi que en algún momento estuvieron muy cerca y se quiebra ese vínculo y él ve como un quiebre muy fuerte en la historia de nuestro país. ¿Esto es así?
FW: Es así como lo plantea Feimann, yo no creo que sea así exactamente. Alberdi intentó acercarse a Rosas, la valoración que hace Alberdi en su primer texto y que es un texto importante de su generación es el Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho en 1837. Allí se ofrece como una especie de inteligencia para el régimen rosista y Rosas no le dio bola, sólo hubo un acercamiento de Alberdi pero no es que estuvieron cerca en un sentido estricto. La otra cuestión es cómo se proyectan sobre Rosas cuestiones del presente, es que de algún modo ahí, se está pensando el vínculo entre Perón y Montoneros.
APU: De hecho, el libro Filosofía y Nación se escribe en el año ´73 ó ´74.
FW: Sí, después lo republica a principios de los ´80. Pero lo que está pensando como forma más urgente es ese vínculo entre Perón y la izquierda y ese desencuentro. O como lo pone él, entre la razón iluminista y los que promueven determinadas ideas y la razón historicista de quiénes están muchos más apegados a lo concreto, a lo cotidiano, a la política de todos los días, puede ser Alberdi y Rosas, puede ser Perón y Montoneros, es interesante, no es ilegítimo. No estoy diciendo que esté mal pero está bueno tenerlo presente para entender por qué se plantean estas cosas, muchas veces hay que ver en qué contexto lo produjo y uno va a entender mejor cuáles son sus preocupaciones. Un texto contemporáneo es el de Osvaldo Bayer sobre Severino Di Giovanni, donde él estaba pensando en la violencia política de los ´70 en ese momento y su legitimidad o no.
APU: Un libro emblemático para pensar a Rosas es el Facundo de Sarmiento. Se plantea como un gran cuestionamiento pero hay una cosa muy importante ahí de fascinación con Rosas. ¿Cómo ves esa relación de doble vínculo entre Sarmiento y Rosas?
FW: Por un lado hay una fascinación con Facundo Quiroga porque recordemos que la biografía no es de Rosas, sino de Facundo. Pero hay una fascinación con los caudillos y eso es parte del interés y la perduración, es una de las razones de su escritura, de la perduración del libro de Sarmiento. Es un libro de combate, es un libro ideológico, es un libro que está pensado como un gran panfleto contra Rosas pero a su vez no deja de mostrar aspectos sobre Rosas que lo pone desde un punto de vista admirativo. Más en el caso de Facundo que en el de Rosas, porque lo que él ve en Facundo es una suerte de principio puro de la barbarie. En cambio a Rosas lo ve como una cosa híbrida, es la barbarie pero racional, fría.
Lo que en Facundo es pasional, en Rosas es frío y racional, ahí tiene una mirada admirativa. Lo que hace Sarmiento es toda una operación para ponerse como un enfrentamiento entre él y Rosas que son los dos grandes hombres de América. Por otro lado es una operación que le sale muy bien, pensando lo que fue su trayectoria intelectual y política posterior.
APU: Hablando de lectura sobre el rosismo, durante el Siglo XX se van a dar muchas lecturas sobre ese período. Lecturas marcadas por diferentes tradiciones ideológicas, políticas, una primera recuperación desde un nacionalismo más conservador y católico y varias décadas después lo va a recuperar el nacionalismo popular, para pensar esa relación entre San Martín, Rosas y Perón. ¿Cómo ves esas lecturas que se dieron ya en el siglo XX?
FW: En la década del ´30 hay una recuperación de Rosas que hacen los hermanos Irazusta, después tiene que ver con una idea de impugnación al orden político de esa década. Después de la crisis política del ´30 hay una idea de revalorización de Rosas como defensor de la Soberanía que logró constituir un orden y unidad, esa sería la idea que aparece muy fuertemente. Es verdad que desde el nacionalismo más popular, incluso desde algunas vetas de izquierda, a partir de la década del ´60 se lo empieza a reivindicar nuevamente.
Perón cuando fue Presidente no hizo ninguna reivindicación explícita sobre Rosas, muy por el contrario, él seguía muy firmemente lo que es la tradición liberal. Basta con ver los nombres que le puso a los ferrocarriles que nacionalizó, Urquiza, Mitre, Sarmiento, Roca, no le puso Rosas, Anchorena, Facundo Quiroga. En la década del ´60 aparece con mucha fuerza pero también con muchas miradas críticas. Uno de los aspectos más controvertidos de Rosas es que es visto como el defensor de la Soberanía y la unidad pero también por otro lado fue visto como el defensor de las clases dominantes en función de los intereses de Buenos Aires.
En esa década también aparece la reivindicación de otros caudillos con mucha fuerza, como Dorrego de Buenos Aires y del interior el Chacho Peñaloza. Hay una recuperación de Rosas que se hace desde el peronismo pero a su vez hay muchas miradas críticas. No se puede alinear tan claramente una determinada ideología como es la reivindicación de Rosas. Hoy en día hay un intento de recuperar su figura.
APU: Un paso antes del intento de este gobierno, en los ´80, hay como una nueva mirada del revisionismo en torno a su figura.
FW: Sí, ahí lo primero que aparece es la película Camila, una asociación muy fuerte entre lo que fue la dictadura y el régimen nazista. Un régimen dictatorial, represor que impide la expresión de cualquier opinión contraria. Lo que sí cambió mucho del ´83 en adelante, la historiografía en argentina se fue extendiendo mucho más.
Mucha más gente produce conocimiento histórico, se fue profesionalizando más y eso no quiere decir que los historiadores obtengamos determinadas ideas y determinadas ideologías pero las ponemos en juego a la hora de investigar sin que eso afecte nuestra investigación. En cuanto a mi investigación, por ejemplo, hay toda una idea muy arraigada de que Rosas busca volver al orden colonial. Yo trabajé sobre la producción de conocimiento histórico del Siglo XIX y en realidad Rosas reivindica el proceso revolucionario de una manera particular. Entonces, se pueden encontrar otras interpretaciones que no estén tan sesgadas por la discusión entre liberalismo y revisionismo.
Eso es algo que había quedado un poco relevado y que desde el último momento histórico y del actual ha sido puesto de nuevo en el tapete con una reivindicación muy fuerte del gobierno de esa tradición revisionista. Autores como Pigna que es muy reconocido, jamás va a defender a Rosas, eso creo que es lo último que haría y Pacho O’Donnel sí es un gran defensor de Rosas. Son dos figuras muy emblemáticas en lo que respecta a la historia hoy en día y lo que la sociedad conoce a través de ellos. Sin embargo pareciera que están juntos en determinadas formas de pensar el pasado y ya ves que no, Rosas es una figura no tan sencilla de incorporar.
APU: Cuando el gobierno recupera su figura a partir de La Vuelta de Obligado, declara además el Día de la Soberanía Nacional y feriado, eso incluso, incomodó a algunos sectores del kirchnerismo. Pienso en una columna de opinión de Horacio González que no fue crítico con ese hecho, sino que decía que se puede reivindicar la Vuelta de Obligado pero no necesariamente reivindicar a Rosas.
FW: La reivindicación de la idea de soberanía a través de Rosas, es como querer no hacerte cargo de lo que es el rosismo. Si uno reivindica a Rosas está bien pero tiene que ser conciente de todo lo que arrastra atrás de eso. Es lo que decía antes, Rosas era un líder popular pero defendía los intereses de las clases dominantes, unificó al país pero al costo de la conquista.
El interior fue conquistado entre 1839-1841. Se lo reivindica mucho al Chacho Peñaloza y se lo reivindica como opositor a Mitre, por su trágico final y su lucha con Sarmiento pero en 1840/41 Chacho Peñaloza peleaba contra Rosas y ahí, la explicación es muy sencilla porque en ambos casos, estaba resistiendo la imposición de Buenos Aires. Uno puede encontrar mucha línea de continuidad entre Rivadavia, Rosas y Mitre mucha más de las que muchos autores quisieran poner en un primer plano.
Obviamente esto no es tan sencillo, cuando uno recupera a Rosas se tiene que hacer cargo que está recuperando todo eso también y ahí hay una discusión muy fuerte. Se armó una discusión con La vuelta de Obligado, es verdad que Rosas defendió la determinación que tiene una Nación de manejar la libre navegación de los ríos interiores. Lo que no se dice es que toda la delegación de las relaciones exteriores fue consecuencia de una imposición de Rosas sobre el resto del rosismo, de la Provincia de Buenos Aires o del resto de las provincias, no fue algo graciosamente concedido, si alguien lo sabe y lo omite, es mala fe. Me parece que a veces estas discusiones por querer recuperar una acción de recuperación de Rosas, muchos historiadores operan con mala fe porque saben perfectamente eso.
Eso no pone en discusión que sí existía una agresión colonialista e imperialista, pero tenés que explicar todas las condiciones en las cuales había tantos levantamientos y tanta oposición contra Rosas. Y no es porque sean antinacionales, sino porque están defendiendo intereses de sus provincias que estaban afectadas por las políticas del rosismo. Finalmente el régimen rosista que tanto se lo pone como crítico de Inglaterra, era librecambista absoluto, salvo la ley de aduana, un intento por moderar un poco las consecuencias de lo que no se implementó. Rosas era un gran amigo de Inglaterra, donde se fue a exiliar después de su derrota. No parece un enemigo del imperialismo y colonialismo inglés alguien que se va a exiliar ahí cuando es derrotado.
Hay muchos más elementos que son muy simbólicos y que por lo menos debería permitir hacernos dudar o cuestionarnos muchas cosas que a veces se dicen.
APU: El programa infantil que se emite en Paka Paka sobre historia argentina ¿Qué te parece?
FW: Zamba, sí yo vi los primeros capítulos y la verdad me gustaron mucho. Yo soy amigo de uno de los autores y cuando lo hicieron me pareció muy bueno. No vi los últimos, vi los que eran sobre la Revolución de Mayo. Me pareció algo muy fresco, muy divertido, me gustó mucho la estética también. Ahí se puede ver, en esas interpretaciones sobre la Revolución de Mayo, aparecen muchas de las cosas que hoy en día plantean los historiadores y que se corre del eje liberalismo, revisionismo. Sé que hay uno sobre La Vuelta de Obligado pero no lo vi.
APU: Hay un Rosas medio rockero.
FW: Me parece que está bien, creo que hoy en día la sociedad se ha transformado tanto que esa sacralización para bien o para mal de las figuras no tienen cabida y no creo que ofrezca problema.
Por Luciana Sousa

Juan Manuel de Rosas: el cine como intervención en la historia

La película de Manuel Antín, estrenada en 1972, rescata la figura del Restaurador, al tiempo que propone una forma de leer el peronismo.
Dice el poeta alemán Heinrich Heine que “toda época, cuando recibe nuevas ideas, recibe también nuevos ojos, y ve inclusive muchas cosas nuevas en las viejas obras del espíritu”.
Algo similar es lo que ocurre entre 1968 y 1975, período de la historia argentina en el que proliferan las películas que recuperan figuras históricas y personajes literarios del siglo XIX; desde Martín Fierro (1968) de Leopoldo Torre Nilsson, hasta Los hijos de Fierro (1975 aunque no estrenada hasta 1983) de Fernando Solanas, pasando por Don Segundo Sombra (1969) de Manuel Antín, Santos Vega (1971) de Carlos Borcosque, Güemes: la tierra en armas (1971) de Leopoldo Torre Nilsson, Moreira (1973) de Leonardo Favio, Yo maté a Facundo (1974) de Hugo del Carril, y La vuelta de Martín Fierro (1974) de Enrique Dawi.
Una de ellas, Juan Manuel de Rosas, estrenada en 1972, fue dirigida por Manuel Antín, escrita por el historiador revisionista José María Rosa e interpretada por Rodolfo Bebán en el papel de Don Juan Manuel. El filme retrata 32 años de historia argentina, desde el casamiento del caudillo con Encarnación Ezcurra en 1813 hasta la victoria de la Vuelta de Obligado contra las fuerzas colonialistas anglofrancesas en 1845.
La película comienza con una carta que San Martín le escribe a Rosas; una “bendición” del libertador de la patria que espera “que el pueblo argentino recuerde” a Don Juan Manuel.
La caracterización de Rosas es bastante ingenua, en tanto es poco problemática: se trata de un líder noble, que confía en los enemigos que prontamente lo traicionarán, que atiende los mandatos de su esposa, Encarnación, y luego los de su hija Manuela, y que en un determinado momento se ve “desbordado” por la efervescencia del pueblo que él mismo alentó: “no quiero contenerlos, ni podría tampoco”, señala el Rosas de Antín.
El filme exacerba algunos diálogos, que no pueden sino leerse en el marco del contexto sociopolítico no ya del siglo XIX, sino del siglo XX y sus conflictos. En boca de Rosas se escuchan reflexiones como: “si los patrones no son los primeros en respetar la ley, las cosas van a andar mal para todos”; “la causa de nuestros infortunios es que los argentinos no somos dueños de nuestro país”; o “no basta con tener gobierno propio, también hay que ser independientes”.
El rol de Encarnación Ezcurra en el filme es casi central, apoya y “empuja” muchas de las decisiones del Restaurador. En ese sentido se orientan los diálogos:
Encarnación Ezcurra: ¿No habrá llegado el momento de ayudar a ese riojano Quiroga y a Manuel Dorrego a meterlos en vereda?
Juan Manuel de Rosas: Vos siempre politiquera, Encarnación. Eso hay que dejarlo a los doctores, nosotros somos gente de trabajo.
Encarnación Ezcurra: ¿La gente de trabajo debe estar fuera del país? Lo quieran o no, Dorrego va a ser gobierno.
O más adelante:
Juan Manuel de Rosas: ¿Qué será del país encarnación, si la fe de los pactos se destruye?
Encarnación Ezcurra: No, Juan Manuel, o el país somos nosotros, o son ellos.
La película introduce además algunas cuestiones muy interesantes, como la figura del traidor; el terror de “los de arriba” y el terror “de los de abajo”; la oposición entre la fiesta popular en el espacio público y la aristocracia unitaria letrada, representada en los salones; la explícita antinomia civilización y barbarie; y el rol de la prensa que llegaba de Montevideo.
Juan Manuel de Rosas finaliza con la batalla de Vuelta de Obligado y las fiestas en las calles vivando al Restaurador. El último tramo de la película se articula sobre la defensa de la soberanía popular y el discurso gira sobre la unidad: el pueblo vence porque está unido.
Contar el presente
Todo texto es una intervención en la historia, por eso la película de Antin, como el resto de las producciones de aquellos años, constituye uno de los aportes a la renovada discusión sobre el ser nacional, el panteón histórico y las fábulas de identidad, iniciada a principios del siglo, al calor de los festejos por el centenario, cuando Lugones y Rojas definen al Martín Fierro como poema épico nacional. Así se exalta lo local, afianzando un pacífico “crisol de razas” en el que se diluían diferencias y tensiones, raciales y sociales. En ese contexto, la ponderación de la figura del gaucho, actor social casi extinguido para 1910, resuelve diferencias que podían ser amenazantes para el poder liberal tradicional que venía gobernado el país.
La proliferación y el éxito de estas películas en la década del 60 postulan la necesidad de reabrir este debate, revisar el pasado para narrar una historia más auténtica. Incluso Borges, que siempre se opuso a esta decisión de adoptar al Martín Fierro como poema épico nacional, escribe en 1974 en el prólogo a una edición del Facundo que “si la hubiéramos canonizado como nuestro libro ejemplar, otra sería nuestra historia y mejor”.
¿Qué ha cambiado desde aquella discusión en 1910? ¿Por qué reabrir ese debate en la década del 60? Es lícito pensar que la irrupción del peronismo en la historia cambia por completo el paradigma del “ser nacional”. Como señala Borges en su ensayo Kafka y sus precursores (1951), una obra importante cambia no sólo la forma en que se producirán las próximas obras sino la concepción de obras anteriores. Algo de ello hay en la “relectura” de la obra de Rosas. Volver a contar la historia en ese contexto es una forma de contar el presente.

Malvinas, Rosas y John W. Cooke

El 2 de junio de 1948 se discutía en la Cámara de Diputados de la Nación la inserción en el diario de sesiones de documentos relacionados con la actuación del gobierno de Rosas en el conflicto de las Malvinas. La interpretación sobre los mismos, proponía un Rosas entreguista de la soberanía argentina sobre las islas a cambio de la cancelación de parte de la deuda con la casa Baring Brothers.
El diputado nacional por el Partido Peronista, John William Cooke, alzó su voz contra la interpretación que defendían los diputados Sammartino y Dellapiane, argumentando que con la propuesta “solo se perseguía un fin político” ya que se “estaba buscando una dilación en un momento en que los medios de Inglaterra para sojuzgar a nuestro país eran muy poderosos”. Además, sostenía que “en ningún momento se comprometió nuestra soberanía”, puesto que si efectivamente las intenciones del gobierno hubiesen sido las de concretar una suerte de trueque, la condición previa era “el reconocimiento por parte de Inglaterra de nuestra soberanía sobre dichas islas”.
A continuación, transcribimos las intervenciones de los diputados en el Congreso de la Nación:
Sr. Cooke: El señor diputado por la Capital sabe que con respecto a los problemas de coloniaje en América tenemos desde hace mucho tiempo una posición totalmente coincidente. No obstante, quiero formularle una aclaración.
El señor diputado hizo referencia a la supuesta entrega de las Islas Malvinas programada por el Ministro Arana durante la época de Rosas. El origen de sus manifestaciones es, sin duda, una nota publicada hace algunos años por Jorge Lavalle Cobo, a raíz del descubrimiento del documento de la proposición de Arana.
Roberto Laferrére ha publicado un estudio analítico de la actitud del ministro Arana, que aparecía sin congruencia con la seria defensa de la soberanía argentina que hizo ese mismo ministro. Llega a la conclusión de que basta estudiar los antecedentes que originaron la proposición para darse cuenta de que solo se perseguía un fin político, de que estaba buscando una dilación en un momento en que los medios de Inglaterra para sojuzgar a nuestro país eran muy poderosos, y que en ningún momento se comprometió nuestra soberanía, pues aun en el supuesto de que fuese real el propósito del Poder Ejecutivo argentino de entonces, en el sentido de efectuar una cesión de las Islas Malvinas a cambio del pago de nuestra deuda, era condición previa el reconocimiento por parte de Inglaterra de nuestra soberanía sobre dichas islas.
Mi opinión es que en ningún momento pasó por la mente de los gobernantes de aquella época la intención de entregar las Malvinas en pago de una deuda; Creo que el proyecto era impracticable e inaceptable para Inglaterra; y eso no lo podía ignorar un ministro como Arana, profundo conocedor de todas las cuestiones geográficas y económicas de entonces.
Independientemente de esa opinión personal, dejo constancia de que en el mismo documento se empieza por exigir como condición indispensable, ya que se propone el trueque, el reconocimiento de nuestros derechos exclusivos sobre Malvinas y el reconocimiento de nuestra absoluta y única soberanía sobre dichos territorios. No con ánimo polémico, son únicamente para no dejar en silencio una opinión que difiere totalmente con la mía, respecto a la actuación del ministro Arana, es que formulo esta aclaración.
Sr. Presidente (Cámpora): Tiene la palabra el señor diputado por la Capital para una aclaración.
Sr. Sammartino: He hecho la afirmación de que la única excepción en nuestra historia, en esta reclamación inalterable de nuestra soberanía sobre las Malvinas, había sido la de Rosas: y esa afirmación la he basado en documentos auténticos que existen en el Archivo General de la Nación.
Estos documentos son de puño y letra del ministro de Relaciones Exteriores de Rosas, don Felipe Arana, y de nuestro representante en Londres, señor Moreno. A través de la lectura de esas piezas históricas surge la evidencia de que el gobierno de Rosas intentó negociar o entregar las Malvinas en pago de las amortizaciones del empréstito de la casa Baring Brothers.
Para no prolongar este debate no voy a leer párrafos textuales de esas comunicaciones del ministro de Relaciones Exteriores de Rosas y de la respuesta del representante argentino en Londres, señor Moreno: pero voy a pedir la inclusión de estos documentos en el Diario de Sesiones para que resalte en forma incontrovertible la exactitud de mi afirmación.
Sr. Cooke: ¿Si me permite el señor diputado?....El señor diputado comprenderá – y creo haber sido claro -  que no niego la existencia de esos documentos. Hasta he dicho que quién lo difundió fue Jorge Lavalle Cobo, en un artículo que creo que el doctor Alfredo Palacio tomó en consideración al hacer uno de sus alegatos a favor de Malvinas.
Sr. Sammartino: Yo he tomado esas notas del Boletín del Centro Naval, de una publicación de un marino que se titula: “Rosas, el empréstito inglés de 1824 y las islas Malvinas”.
Sr. Cooke: ¿De qué época es?
Sr Sammartino: Del año 1944.
Sr Cooke: El artículo del señor Jorge Lavalle Cobo no recuerdo si fue de 1940 o de 1942. No tengo los datos a mano, pero digo al señor diputado que mi afirmación tendía, no a negar la existencia de esos documentos, sino a negar que haya sido la voluntad de Rosas o de Felipe Arana entregar las Malvinas: y sobre todo que en ningún momento se negó la soberanía argentina sobre ella, desde que el primer ofrecimiento que se hizo fue el reconocimiento por parte de Inglaterra de nuestra soberanía, dado que no las podíamos dar en truque sí no las teníamos con anterioridad como propiedad argentina.
Sr. Sammartino: Bastaría leer un solo párrafo de la comunicación del ministro de Relaciones Exteriores para demostrar que su interpretación no es exacta.
Sr. Cooke: No, señor diputado, porque si me lee un párrafo, el señor diputado va a tener toda la razón ante la Cámara, que no conoce los argumentos en contra, que no puedo exponer aquí en estos momentos por no disponer de los elementos a mano. Quiero decir que respecto de estas notas existe un estudio histórico – que el diputado podrá no compartir, pero que es serio -, y lo remito a una serie de artículos de Roberto de Laferrére que tienden a demostrar mi tesis.
Sr, Sammartino: Es una interpretación de Roberto Laferrére, cuya posición rosista conocemos; pero más valiosa  que es interpretación  es la realidad que surge de los propios documentos históricos.
Sr. Cooke: Pero lo que más me interesa en este momento es la posición de Arana, que se opone al bloqueo anglo-francés, que es quien suscribe el pacto con Shoutheon y con Lepedour, como así todas las actividades que consagran la soberanía sobre nuestros ríos. Hay toda una actuación. No se puede pretender que Felipe Arana, defensor de nuestra soberanía territorial en forma absoluta, vaya a claudicar en un asunto como el de las islas Malvinas, que era perfectamente claro.
Sr. Presidente (Cámpora): Ruego a los señores diputados vuelvan al asunto en discusión. Se va a votar el pedido de inserción formulado por el señor diputado por la Capital.
Sr. Cooke: Pido la palabra.
Sr. Presidente (Cámpora): Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.
Sr. Cooke: En contra de mi costumbre, me voy a oponer a esa inserción. Me parece que esos documentos, así, solos, son truncos, porque los hechos históricos requiere su valoración e interpretación.
Sr. Dellepiane: Se trata de la tradición internacional de la República.
Sr. Presidente (Cámpora): No interrumpa señor diputado.
Sr. Cooke: Pero la tradición internacional de la República, y sobre todo, la tradición internacional de ese ministro, que está en discusión, está dada por actuación integral.
Sr. Dellepiane: Si me permite, con permiso de la presidencia……Deseo expresarle al señor diputado que nos oponemos a que se exhiba a Rosas como campeón de la soberanía. Siempre fue amigo de los ingleses. El “viaje a caballo por las provincias argentinas”, de MacCann, libro útil para comprender la época, lo prueba ampliamente. El general Mansilla pudo decir, refiriéndose a la misma, “ser inglés, verbigracia, ¡Qué pichincha entonces!”
De modo que si nos dedicamos a la tarea de las interpretaciones pasionales, es cosa de nunca acabar. Preferimos el análisis directo de los documentos.
Pero el hecho es que Rosas fue permanentemente amigo de los ingleses, eso no lo puede negar nadie que haya estudiado a fondo la época, y sabe perfectamente bien el señor diputado cuál fue el final de su proceso de despotismo, dónde se refugió y dónde pasó sus últimos días.
Sr. Cooke: Si, señor diputado.
Sr. Dellepiane: El final de Napoleón Bonaparte, que era enemigo de Inglaterra fue muy distinto.
Sr. Presidente (Cámpora): Ruego a los señores diputados que vuelvan al asunto en debate. No está en discusión el gobierno de Rosas.
Sr. Cooke: Deseo aclarar que Rosas podía ser amigo de los ingleses y, lógicamente, fue a acogerse a la hospitalidad inglesa, lo mismo que antes los ingleses se acogían a la hospitalidad de Rosas: pero una cosas es la amistad de Rosas con los ingleses y otra es la posición de Rosas cuando los ingleses bloquearon nuestro puerto. Rosas resistió el bloqueo victoriosamente y, por mantener simpatía o amistad personal hacia los ingleses, no puede ser tachado de antipatriota, pues esa amistad no le impidió defender la soberanía argentina.
Por Emanuel Bonforti

Vuelta de Obligado: la política proteccionista rosista

Desde este lugar analizaremos de qué manera influye la política proteccionista rosista, los medios de comunicación, la oposición desde el exilio, la situación que atravesaba Europa y detrás de esa reconstrucción de la memoria colectiva establecer algunos puntos en común con el presente.
Conocida es la historia de la resistencia de nuestras tropas en lo que se conoce como Batalla de la Vuelta de Obligado donde el General Lucio Mansilla con dos mil patriotas logran defender la soberanía heroicamente ante el ejército más poderoso de aquel entonces.
Dicha gesta adquiere el relevante status histórico para nuestro pabellón nacional por la disparidad de fuerzas entre los contrincantes. Los dos imperios invasores acostumbraban realizar este tipo de incursión por naciones débiles geopolíticamente y recientemente independiente donde las oligarquías portuarias locales eran condescendientes a los reclamos imperiales.
Pero resulta apropiado focalizar en la trama que existe previa a la invasión imperial y al posterior desenvolvimiento de los acontecimientos de los actores intervinientes en la arena política criolla de aquel entonces. Desde este lugar analizaremos de qué manera influye la política proteccionista rosista, los medios de comunicación, la oposición desde el exilio, la situación que atravesaba Europa y detrás de esa reconstrucción de la memoria colectiva establecer algunos puntos en común con el presente.
El imperio francés rezagado en el proceso de industrialización y asediado por el conflicto social interno decide lanzarse a la conquista de nuevos territorios, así por ejemplo invade Argelia. Los ingleses llegan al Río de La Plata con el antecedente de haber conquistado China años atrás, tanto galos como británicos utilizarán la artillería de las mencionadas aventuras imperiales en el territorio nacional.
A diferencia de estas invasiones territoriales, los imperios están convencidos luego de algunas intentonas previas que las estrategias utilizadas tanto en Argelia como en China no resultarían efectivas para los objetivos bélicos del Río de La Plata. Esto en parte se debía a que si bien existía la posibilidad concreta de apoderarse del puerto de Buenos Aires, los imperios eran conocedores del arraigo popular que desplegaba Juan Manuel de Rosas en las poblaciones del interior de Buenos Aires, así vislumbraban un clima de hostilidad en el que no iban a poder avanzar en sus negocios.
La estrategia para América del Sur consistía en lo que se conoce como balcanización continental. Inglaterra desplegará todo su aparato diplomático para conseguir que las estructuras territoriales de los antiguos virreinatos se desmiembren y se conviertan en un puñado de veinte repúblicas. El ejemplo paradigmático de esta política es la creación del Uruguay como una suerte de estado tapón entre el imperio brasilero y la Confederación del Río de La Plata. El imperio apunta también a intervenir en las disputas internas de la región y lograr que fruto de esta situación de desentendimiento los nuevos países independientes realicen acuerdos bilaterales con los imperios por fuera de una estrategia continental de bloque y así debilitar el proyecto de Patria Grande.
Resulta interesante que mientras Europa avanzaba en un proceso de unificación territorial, apueste en paralelo a la creación de nuevos y pequeños estados en América Latina. Así un reconocido unificador italiano como Giuseppe Garibaldi adquiere un rol protagónico en los hechos previos a Obligado, actuando como oficial a sueldo de los imperios promueve saqueos y alienta los sentimientos de separatismo en la Mesopotamia argentina.
Las críticas al carácter autoritario de la política rosista formaron parte de los argumentos de las historiografía liberal, pero la invasión a nuestros ríos no se debe precisamente por estos rasgos denunciados por los liberales, sino que se explica fundamentalmente por la implementación de un programa proteccionista que se sella en la promulgación de la Ley de Aduanas de 1835. Por primera vez desde la época de Rivadavia cultor del libre mercado, se logra avanzar en una política que deja de ser provincial para convertirse en nacional como dice José Rosa. Con esta sanción se consigue defender la manufactura y la artesanía del interior que se encontraba golpeada a partir del triunfo librecambista del ala rivadaviana en mayo.
Esta decisión soberana no fue bien recibida por los caballeros británicos amantes del libre mercado justamente en un momento donde la tendencia era precisamente la contraria a la medida que tomara Rosas, es decir permitir la apertura de nuevos mercados para colocar sus productos.
Pero el Restaurador conocía perfectamente los desafíos a los que se enfrentaba a partir de sus decisiones proteccionistas. La guerra imperialista comercial como denominaba a la invasión anglo-francesa consistía en una hostilidad fluvial y marítima con un bloqueo naval. Pero para llevar a cabo esto también era necesario el apoyo de aquellos sectores de la política local que al desprestigiar la figura del caudillo no hacían más que alimentar las ilusiones de los conquistadores e interpretar las aventuras imperiales como un aporte a la cultura sobre la barbarie impuesta por Rosas.
Operando a través de medios periodísticos, aquellos exiliados del régimen federal generaban una opinión pública sobre aquellos sectores ilustrados de la época no pudiendo cautivar a los sectores populares adherentes al rosismo que expresaban los intereses nacionales contra el invasor. Sarmiento desde Chile con su pluma en el Mercurio y Alberdi desde Montevideo actuaron de una suerte de coro a la intervención extranjera. Como siempre los “civilizadores” europeos que tanto esperaban los intelectuales de la época no hicieron más que desplegar el terror y el miedo que supone toda actividad imperialista.
Los representantes políticos de los imperios argumentaban el bloqueo a través de la diatriba preferida del liberalismo, es decir la falta de diálogo y comunicación que mostraba el Restaurador, aducían el tono violento que utilizaban los miembros de la Sala de Representes, que se avasallan los derechos de los extranjeros, el deshumanitario lenguaje oficial que llama salvaje a los opositores, que la policía del régimen comete hechos siniestros.
Este es el trasfondo que tiñe a los sucesos de Vuelta de Obligado y por primera vez encontramos cómo la guerra no solo se define en el campo de batalla, ni tampoco en lo que se refiere al ámbito diplomático. Existe todo un contexto de guerra ideológica donde los medios escritos por primera vez adquieren el rol de participantes activos. Como mencionábamos, los periódicos antirosistas machacarán en el carácter sanguinario de la tiranía, mostrando la avanzada imperial como a la bandera democrática y civilizadora que viene al rescate de la nación y sus buenas costumbres.
Pero el Restaurador conocedor de que la guerra no solo se resolvía con la espada, busca atravesar el cerco informativo propuesto por los exiliados y publicó un semanario conocido como “Archivo Americano y espíritu de la prensa del mundo”. Con una tirada en francés, inglés y español trata de enfrentar la campaña de difamación mundial contra su persona y el proceso proteccionista que él encara.
Rosas a medida que reforzaba la batalla en plano ideológico apuntaba a fortalecerse en el terreno diplomático, sabía que el éxito de la guerra consistía en prolongar el conflicto y no proponer enfrentamientos cuerpo a cuerpo debido a las desigualdades materiales que se tenía con el invasor. Desde estos dos planos supo quebrar el frente interno del enemigo en territorio propio, llegando a través de sus publicaciones a los sectores medios franceses e ingleses que se encontraban disgustados con las políticas de sus gobernantes.
A su vez logró dividir aguas entre los sectores financieros imperiales, aduciendo que mientras se mantuviese el bloqueo sería imposible hacer frente a las deudas con los organismos internacionales de aquel entonces. Muchos de estos sectores presionarán a las autoridades de los imperios para que se interrumpa el hostigamiento.
Pero al margen de la muñeca del conductor, la gesta es explicable principalmente por la intervención de los sectores populares que inflamados de un desbordante patriotismo nunca aceptaron los designios imperiales. A pesar de que el resultado de la batalla no fue la victoria, como dice José Rosa “no importa, no se estaba allí para ganar sino para que los gringos no se la llevasen de arriba”.
En la actualidad, puede observarse cómo los sectores dominantes argumentan con el mismo sentir antinacional que lo hacían los voceros imperiales durante el conflicto de Obligado, en términos económicos esgrimen la falta de seguridad jurídica para las inversiones extranjeras, en cuestiones de formalidad política enuncian la falta de diálogo del oficialismo, en conflictos territoriales no dudaron en firmar solicitadas pro británicas en la causa Malvinas. Estos posicionamientos nos permiten reflexionar acerca de cómo los procesos de liberación nacional tanto en el plano territorial como en el ideológico se mantienen inconclusos y que es tarea acompañar y profundizar los cambios que avanzan en ese sentido.

 
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