Escrito por León Guinsburg
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Martes, 23 de Abril de 2013 10:35 |
EL FRASQUITOInvoco al dios más troglodita alineado en el letargo de la pasiva espera por saber si soy simbiótico o tan bello como el Adán de Rafael, ... residente en la Sixtina.
Nacido negro, blanco, cobrizo, alimonaado o tal vez con invisibles rayas verticales, tiendo a diluir mi cepa darwiniana para encontrar mi reino en un frasquito. Quien inventó la sangre y la pintó de rojo me hizo igual al resto por imperio. ¿Será roja la sangre por ideología? ¿El cromatismo de las carnes por capricho? Espero la Tierra, por ser diosa coherente y negra, roja y amarilla a un tiempo y tener hijos verdes, naranjas, violetas dejando, generosa, los azules para el cielo. Espero, y no impaciente. La impaciencia es el poder incongruente que condenó a retractarse a Galileo, a Servet a la hoguera, a Freud al destierro al judío al anatema y al gitano al desprecio. Cuando la sangre roja fue Babel, por partenogénesis nacieron los poetas. Cuando fue tronco hueco, los músicos. Novelistas, ensayistas, cuentistas, filósofos y benditos editores que Gutemberg mediante babelizaron en tinta los idiomas del pecado. Yo espero. Los científicos duros levitan las respuestas en politeístas herejías rindiendo culto al Dios de la Paciencia. Que vengan, entre tanto, bellas e inteligentes, mucha Evas detrás de la serpiente, blancas, negras, cobrizas, alimonadas, con sus vientre llenos de niñas y niños trascendentes, con pecado concebido. Que lleguen Godivas y Juanas de Arco, las Levi, las Klein, las Arendt y las Rosas Luxemburgo. Que lleguen las Nin, las Alcott, las Gabrielas y Alfonsinas, las Marylin, las Sofías, las Brigittes y las Cocas Sarli, las Judith, las Azurduy y las Evitas, las Menchú y las madres y abuelas de la Plaza. Yo espero con mi frasquito abierto.
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