Otra
investigación de un detective preocupado por el porvenir.
EL
AVISPERO DE LAS REDES SOCIALES:
Con tanto
cambio de clima, que calor, que frío, que sol, que lluvia, el detective andaba
a los tumbos, salía del un resfrío, pero
proseguía el dolor de garganta, gripe, o vaya a saber qué.
Además en
la agencia todo tranqui, pocos pedidos de personal de vigilancia. Al aire
libre, o en espacios abiertos se programaba poco y con el asunto de la no
concurrencia a las canchas de los hinchas visitantes, vigiladores sobraban.
Se guardó
por unos días en casa para hacerle
cuernitos a la mala racha y prepararse
para un verano de mayor actividad. Su mujer encantada, o no tanto, tenía
trabajo de traducciones para la empresa del marido y alguna otra.
El creía
que no molestaba pero había que
atenderlo. No podía estarse quieto, tenía hormigas en la cola. La computadora
funcionaba, se le ocurrió que sentadito cerca de la estufa podría dar un
vistazo a las redes sociales, bah! a Facebook, porque Twiter con la limitación
de letras era para decir poco, mandar
saludos, o auxiliarse con escribas, secretarios que fraccionaban el mensaje en
textos breves.
Se decidió
por el descarado espionaje que sufrían los países de Sudamérica , incluida las
redes sociales, por parte del coloso del Norte.
Al punto
que la presidenta de Brasil había desistido de su viaje a Washington invitada
por Obama, distinción muy especial, Lula
no había sido nunca invitado, pero el morocho debió esperar mejor oportunidad y
tragarse el desplante.
Sus
primeras publicaciones en Facebook fueron de tanteo, pero pronto se dio cuenta
que en ese avispero, excitado por el proceso prelectoral, se tiraban con
munición gruesa, y si quería sacar algo
en limpio debía resultar, por lo menos, tan provocativo como ellos.
El sistema
estaba preparado para la exaltación de personalismos elementales, la foto de
perfil en la que se mostraban lindos o importantes, perfil cambiado a menudo,
con micrófono, o sin él, en actitud doctoral, o cubiertos de sombreros para disimular
el cabello que raleaba. Los seguían media docena de partidarios, o menos, que
despreciaban a toda la competencia del mismo ramo. Los poetas (bastante repetitivos
por cierto) servían de ejemplo, aunque de vez en cuando se pasaran una manito
de vaselina. Ni hablar de los que tenían diferentes ideas, volaban andanadas de
insultos calibre grueso ego-casquillo, apuntando a la cabeza, o casi.
Los
jóvenes con la relativa experiencia, y a veces conocimientos, propios de sus años, no se privaban de exponer razonamientos
extremos que hubieran resultado novedosos, si no ridiculizaran agresivamente y
destacaran las desastrosas conductas de
las demás cofradías.
La gente mayor, en cambio, con aires de sabihondos,
se basaban más en la satisfacción del ego y en la repetición de lugares
comunes, que en el análisis de sus pocas,
o muchas, experiencias de vida.
Algunos
dedicaban varias horas diarias a realizar múltiples publicaciones, allá ellos.
Es claro
que también había quienes utilizaban los medios sociales como formas de
comunicación con los amigos, o conocidos, reemplazando al teléfono.
Controlar
los medios sociales, los teléfonos e Internet, a los servicios de información
para algo les debía servir, sobre todo
para individualizar a enemigos circunstanciales, que marcaban con una cruz para
siempre, y por supuesto a los
utilizables por vanidad, o intereses, en sus endiabladas maquinaciones.
El detective
se sentía más o menos repuesto (Chau resfrío, gripe y toses), mal de muchos
consuelo de tontos, y prefirió acotar esa investigación, y retornar a labores cotidianas menos
transitadas.
De cuando,
muy en cuando, seguiría practicando su contrainteligencia (¿contrainteligencia será
sinónimo de burrada?) por despuntar el vicio y la agresividad.
Ediciones Agua Clara- www.edicionesaguaclara.com-ar-
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LOS SOFISMAS DEL MAESTRO CIRUELA Sobre los medios
audiovisuales y la prensa.
Acepciones
de diccionario.
INTERESAR: Despertar el interés por personas, hechos, o
cosas.
DISFRUTAR: Percibir las utilidades, aprovechar.
ENTRETENER: Hacer perder el tiempo impidiendo la
realización.
DIVERTIR: Distraer la
atención, agradar.
¡Pobre maestro ciruela! Lo que escriben él y sus colegas,
aunque no se den cuenta, cada vez
encuentra menos público lector.
Se quedaron en el pasado, tienen la pretensión de interesar
al lector, de hacerlo pensar, contrariando el entretenimiento fácil que
brindan los medios audiovisuales.
Bastante tiene la gente con luchar contra la vida, unos
porque no encuentran o disponen de cómo y otros porque no alcanzan a
satisfacer logros de posesión que
consideran indispensables. Un auto de alta gama, o el mediano de
último modelo con olorcito a nuevo. Las vacaciones a Miami, o al Sur
para esquiar (o el sucedáneo accesible
tres días puente en Mardel) cuando algunos recién salidos de la nada,
tienen la suerte de afrontar un crucero por el Caribe. Sin que ello signifique
criticarlos con argumentos del tiempo de la Nona, a la
que le encantaba pasear por los bosques de Palermo.
Y encima la tensión de todos los días caminando por la
cornisa para mantener el status, afianzar
aspiraciones, o competir contra los que pretenden lograr las suyas.
El maestro ciruela con sus amigos, encaran el despropósito de hacerlos pensar en los
escasos momentos de relajación, cuando tratan de descansar en el limbo, de distraerse de la tensión cotidiana con
cualquier pavada exitosa.
Contra el entretenimiento de los medios audiovisuales los
maestros ciruela relegados a la prehistoria de la sociedad de consumo, no
tienen chance.
La gente necesita divertirse, liberarse por un rato de las
exigencias, olvidarse del vértigo, volver a la infancia, acostumbrarse a
“disfrutar” fruta insulsa edulcorada artificialmente, tienen tiempo para
esperar que madure.
Y algunos idealistas, como el maestro ciruela, pretenden
desentrañar la realidad cotidiana para
trascenderla ¡Lindo bolonqui! Viven en la luna de Valencia.
En cambio los animadores exitosos de los medios se abstraen
del presente con groserías elementales, aunque también existen consagrados por
las Academias que cultivan su vida interior imaginativamente en campanas de
cristal
Uno de los escritores argentinos más famoso del siglo XX,
conocido anglófobo, se arriesgó a percibir derechos por recomendar la lectura
de libros de su biblioteca personal, entre ellos la “Historia de la decadencia
y ruina del Imperio Romano” de Edgard Gibbon, no destinada por cierto al común,
en preciosa edición para especialistas. Poco antes de morir el famoso literato
formalizó el himeneo con su joven asistente, quien heredó bienes y derechos de
autor, mientras la mujer que cuidó de él y su madre durante cuarenta años
quedaba en banda, lo que confirma que las campanas de cristal suelen resultar opacas.
Grandes empresas periodísticas acometen la realización, la
difusión y explotación de los audiovisuales que regocijan a un público
entretenido, sumándolo a su distractiva información,
Resultado: Aumento del raiting audiovisual,
la prensa reemplaza a la literatura y lo que imprimen las grandes
editoriales cada vez se parece más a lo de los medios audiovisuales.
La literatura independiente, que intenta ahondar en la
realidad de nuestra vida, no cuenta con canales de difusión, sus ediciones
resultan deficitarias, y los autores para vivir deben trabajar para los medios
audiovisuales. También les queda la posibilidad de dedicarse al periodismo político, al espadeo electoralista, o a comentar
el deporte y la rivalidad entre las hinchadas de fútbol.
Los temas referidos a
las relaciones humanas entre sí y a la naturaleza convulsionada por el cambio
climático quedan relegados y el público
“disfruta” de la droga audiovisual y de los entreveros políticos
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