Generando cambio

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Coronel Pringles (Buenos Aires) PDF Imprimir Correo
Escrito por Fabio Rojas   
Miércoles, 02 de Octubre de 2013 21:00

Archivo Histórico Municipal Aldo Pirola

El baúl de la Historia

 Las calles de Pringles: Giofredo Flesia, parte II

Continuamos en esta nota con la reseña sobre el primer maestro de Coronel Pringles, cuyo nombre lleva la calle 43. Su acción no se limitó a la enseñanza, por lo que aquí recordaremos otros aspectos de su actuación y el recuerdo de algunos de sus ex alumnos.

A fines de 1884, cuando hacía menos de un año que las autoridades se habían instalado en el ejido del pueblo, se crea la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos. A poco de llegado al pueblo, Flesia es incorporado a la misma, el 30 de marzo de 1885. Esta  Sociedad inauguró su sede, la Pieza Social, que se constituyó en lugar de reunión de eventos de distinta índole, ya que era el único apropiado que por entonces existía: reuniones sociales, comunales, políticas, la primera capilla del culto católico estuvo allí; también funcionó la Guardia Nacional y la enfermería de las Damas Benefactoras. Años más tarde, en 1912 es elegido para reorganizarla ya que desde 1899 había tenido serios altibajos en su funcionamiento.

Simultáneamente, el 9 de enero de 1887 los italianos se congregaron en otra mutualidad. La proclama, redactada por Flesia, recuerda los conflictos vividos en la lejana patria:  

“¡Italianos! La voz de la fraternidad llama a unirse en la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos. Como hijos de aquel bello país, que tanto sufriera cuando no se daba valor a la unidad, tenemos aquel espléndido resultado de haber atravesado el engaño del jesuitismo y mantenido en camino el sentimiento de la nacionalidad”.

Flesia fue electo presidente y participó en la inauguración de su sede, en junio, ejecutando el clarinete en la banda de música de Fermín Carletti.

También en 1887 se instala en su casa, de ladrillos (hasta entonces había vivido en la casa de madera en que funcionaba la escuela N° 1), ubicada en Stegmann y Suárez, de la que hoy solo subsiste un ala en la que funciona el Museo Flesia.

Si bien Flesia se afirmaba en la nueva comunidad, se hacen evidentes las desavenencias que se generaban en torno a su figura: en el primer año de presidencia de la Sociedad Italiana, tres veces renunció y tres veces debió retirarla, ante el pedido de coterráneos que le ratificaban su confianza. Tal situación se reprodujo con posterioridad, y con iguales resultados.

Además, fue cónsul italiano desde 1897, y en 1908, las autoridades italianas le otorgan el grado de Caballero de la Orden de la Corona.

Poco después, en 1911, publicó un folleto destinado a la exposición de Torino, sobre Los Italianos en la República Argentina. La colectividad italiana en Coronel Pringles.  Allí realiza una apreciación de nuestro partido en esa época:

“El resto de la campaña de esta comuna estaba ya en propiedad privada, con un total de 6500 kilómetros, representada por estancias, poblados de animales, más hoy, mucho campo está cultivado con agricultura. No obstante la gran ventaja del precio y su pago, pocos italianos compraron chacras, porque casi todos carecían de familia, o sea sin ayuda para el cultivo y sin medios para proveerse de manutención, sementeras, animales e instrumentos indispensables, o sea porque en esta época, los productos se vendían a bajísimo precio, porque era demasiado costoso el transporte a la estación ferroviaria, que estaba lejos, por caminos en estado primitivo e impracticables en tiempo lluvioso. Por eso, nuestros connacionales, que vinieron al principio, preferían ocuparse como jornaleros en trabajos de edificación o en negocios de poco capital.

Este pueblo poco próspero en los primeros veinte años, porque se encontraba con difíciles vías de comunicación con plazas lejanas para comerciar (desde el tendido de dos líneas férreas) tiene ya el aspecto de ciudad industrial. La población comunal es cosmopolita; hay de todos los países de Europa, y se calcula en casi 15.000 la urbana y la rural. Tiene luz eléctrica, una empresa telefónica, 4 semanarios, escuela pública en grandes edificios construidos ex profeso, dos colegios particulares para varones y uno dirigido por monjas, dos consulados –uno italiana y otro español-, dos bancos, cuatro sociedades de socorros mutuos –italiana, española, francesa, cosmopolita-, dos sociedades de beneficencia –de las cuales una subsidia a los pobres y tiene un asilo y la otra tiene a cargo un hospital, un club social, una logia masónica, un centro comercial, una sociedad recreativa que periódicamente da bailes en el teatro. También dos políticos los cuales, para disputarse el gobierno de la municipalidad, ponen en juego todas las astucias para vencer o para hacer anular las elecciones; tampoco reparan en reclutar elementos de terror –matones- para introducir el temor y promover el desorden en los comicios. Por eso la votación no ha sido nunca la expresión genuina de tan decantado pueblo soberano”.

Para recibir el premio que se le diera por este trabajo, viaja a Italia, luego de 33 años de ausencia.

Testimonios de sus ex alumnos lo recordaban tanto por su carácter fuerte y enérgico, como organizando asados para los niños a fines del año escolar. José Pedro Braglia había sido su alumno en 1905. Lo recuerda así:”era de carácter fuerte y enérgico, lo que me parece que fue muy necesario con cantidad de educandos indisciplinados, traviesos y camorreros, entre los que había algunos hombres, que portaban cuchillo al cinto”. Domingo Cruci contaba que “había aleccionado de tal forma a su perrito negro lanudo que éste se echaba vigilante junto a su mesa, y cuando alguno de los alumnos se movía en cualquier travesura, lo avanzaba ladrando y alertaba al Maestro”. Jorge Gorza, por su parte, relataba que “acostumbraba hacer una fiesta con asados para todos los niños, mediante pocos centavos de nosotros y gran parte de él”.

Falleció en Pringles, el 11 de agosto de 1929. Desde entonces, ha contado con el reconocimiento permanente de la comunidad.

 


 
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