Firmado el dictamen de reforma de los Códigos Civil y Comercial
en la comisión bicameral, surgieron críticas que involucran a la
Iglesia por limitar derechos.
Por Nicolás Adet Larcher
El proyecto de reforma que pretende unificar los Códigos Civil y
Comercial, fue prorrogado para ser sancionado en marzo de 2014 luego de
un acuerdo entre el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, el titular de la
Cámara de Diputados, Julián Domínguez, y el bloque del Frente para la
Victoria.
Lo debatido dentro de la comisión bicameral, terminó aceptando
los planteamientos de la Iglesia Católica dejando de lado derechos como
la fertilización asistida – que será tratado por ley especial – la
gestación post mortem, y modificando el artículo 19 del Código en donde
se hace referencia al momento de la concepción de la persona, lo cual,
según la racionalidad de la Iglesia no permitiría la manipulación de
embriones para que sean insertados en el seno materno.
La Iglesia Católica considera persona a un embrión, pese a que la
jurisprudencia internacional la contradice. El artículo 4.1 de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos establece que sólo puede ser
considerada persona desde el momento en que es insertado dentro del
seno materno, como se consideraba antes de la modificación del artículo
por la Comisión. Sin dudas, estos cuestionamientos se suman a las
críticas vertidas por la Iglesia hacia las modificaciones al divorcio,
la adopción, la gestación post mortem, y a las ya conocidas por el
matrimonio igualitario en 2010, y la ley de identidad de género.
La presión desde Roma de parte del Vaticano fue directa, y el Papa no
perdió la oportunidad de echar mano en la reforma en medio de su
inmensa popularidad. Un llamado telefónico el miércoles habría sido
suficiente para evitar que se introduzcan elementos laicos a la reforma.
El repudio hacia esta cuestión y la exclusión de la función social de
la propiedad se vio en boca del CELS, el grupo de Curas en Opción por
los Pobres, y el constitucionalista Eduardo Barcesat, entre otros.
El grupo de Curas en Opción por los Pobres expresó: “Nos resulta
difícil de entender que los obispos hayan reclamado cambios, como la
modificación del artículo 19, que establece ahora que la persona humana
comienza desde la concepción, y no hayan reclamado con el mismo énfasis
la inclusión del principio de la función social de la propiedad, tema
claramente abordado por la reflexión bíblica, patrística y el magisterio
contemporáneo de los papas en la Iglesia católica y de incidencia
cotidiana en la vida de los pobres”. Así, expusieron el rol de la
Iglesia Católica que se expresa con mayor repudio cuando se trata de
cuestiones sexuales de los argentinos, que cuando se debate sobre el
acceso a la vivienda de los pobres, o a la tierra. El CELS aporto su
visión desde un comunicado: “La supresión en el dictamen de Comisión de
la función social de la propiedad es un grave retroceso que desprotege a
los sectores más necesitados de la sociedad. El reconocimiento de este
principio es imprescindible para la constitucionalización y
modernización del Código, que lo ubique en línea con el derecho
internacional de los derechos humanos”. Agrega que esta incorporación
no afectaría el derecho de propiedad privada, sino que estaría a tono
con las constituciones de Bolivia, Brasil, Ecuador, Chile y El Salvador.
Es curioso el detalle de la falta de atención de la Iglesia Católica
hacia la función social de la propiedad, y que sólo se haya limitado a
emitir fuertes pronunciamientos cuando los derechos se relacionan a la
familia de cada argentino. El Papa Francisco mismo supo decir este año:
“Todos estamos llamados a ser pobres y por eso debemos aprender a estar
con los pobres, compartir, tocar la carne de Cristo. Un cristiano no es
uno que se llena la boca con los pobres, ¡no! Es uno que los encuentra,
que los mira en los ojos, que los toca”. Por eso queda fuera de
cualquier lógica la indiferencia hacia una cuestión que verdaderamente
incluiría a sectores vulnerables que habitan en villas y asentamientos
urbanos.
El concilio Vaticano II, en una transcripción incluida en el
comunicado de los Curas en Opción por los Pobres dice: “Dios ha
destinado la tierra y cuanto ella contiene para el uso de todo el género
humano. Por consiguiente, los bienes creados deben llegar a todos de
una manera equitativa, dirigida por la justicia y acompañada por la
caridad”. En 1964, Bergoglio había sido enviado hacia el Colegio
Inmaculada concepción de Santa Fe, como parte de su formación educativa
dentro de su desempeño en la compañía de Jesús. Aquellos años eran
plenos dentro del debate por el Concilio Vaticano invocado por el Papa
Juan XXIII. Bergoglio fue influenciado por la entrada de los
adoctrinamientos del Concilio al colegio donde se desempeñaba como
profesor, por lo tanto conoce ampliamente el valor que sustenta la
cuestión social de la propiedad, ya que además fue cabeza de la compañía
de Jesús en la provincia desde 1973 y estaba a cargo de la compañía
jesuita.
Una Iglesia moralmente discursiva, es aquella que guarda silencio
frente al pobre, mientras se debaten cuestiones relacionadas a la
vivienda de aquel que dicen defender. La mirada hacia lo terrenal, que
es donde habitan, queda de lado cuando priman otras cuestiones. Un
derecho que forma parte de la Convención Americana de Derechos Humanos,
con jerarquía constitucional, merece un debate y una seriedad mayor que
los dogmas telefónicos desde Roma, y los comunicados bendecidos desde el
propio blindaje bíblico.
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