Suplemento Cultura Popular
Un material extraordinario, para leer, desmenuzarlo con inteligencia e imprimir. Entrevistas y Notas ¡Imperdibles!
Entrevista con Sebastián Scolnik, coordinador del área de
publicaciones y director de Ediciones BN. “A través de la editorial se
construye una presencia de la Biblioteca en la escena cultural”.
Por Juan Ciucci
APU: ¿Cómo arranca la editorial?
Sebastián Scolnik: Horacio González vino en el 2004 y la editorial
arrancó al año siguiente. En principio empezamos sacando la revista La Biblioteca,
que era una fuerte vocación de Horacio por recuperar la tradición de la
revista, que la había fundado Paul Groussac y después la siguió Borges y
él se puso de alguna manera en continuidad con esa experiencia.
O sea
que primero empezamos sacando la revista y después empezamos a coeditar
algunos libros hasta que descubrimos que, fundamentalmente Horacio,
hacía falta una editora nacional y que la biblioteca, si bien no tenía
la aspiración de ser la editora nacional, podía de alguna manera cumplir
ese rol de la edición. Que siendo que había experiencias muy fuertes
anteriores como el CEAL (Centro editor de América Latina) o todas las
experiencias ligadas a EUDEBA y demás ya no tenían la fuerza que
supieron tener en otro momento. Entonces, en una situación marcada muy
fuertemente por la transnacionalización del mundo editorial o por el
mercado de suplementos culturales de los medios masivos, falta la
intervención de una política editorial subsidiada que pudiese editar
aquello que el mercado no valora. No lo hace como un negocio, ya sea por
su tamaño o por el tipo de publicación, etcétera. Pero que a la vez
tuviera la fuerte impronta de crear públicos lectores nuevos. Y, un
poco, Horacio puso la biblioteca en ese rumbo al decidir crear la
editorial.
APU: En ese sentido, las colecciones cómo se pensaron ¿qué sería esto que queda fuera del mercado?
SS: Por ejemplo, hay una parte de la edición que fue muy saludada, que es la colección Reediciones y antologías.
Es una colección que quedaría por fuera del mercado por el hecho de que
son muy voluminosos, la edición facsimilar de la revista Los libros son cuatro volúmenes con los cuarenta y cuatro números que salieron de esa revista. Otro tanto la edición de Proa que se vende a $300 los dieciséis números de la revista. La reedición de la revista Envido, de Poesía Buenos Aires (que la estamos por editar), Pasado y presente,
son volúmenes grandes que dan cuenta de una experiencia editorial, un
conjunto de revistas de muchos números y que no son redituables desde el
punto de vista del mercado. ¿A cuánto lo tenés que vender si tomás los
costos de una editorial común? Y acá la Biblioteca subsidiando la
lectura cumple una doble misión. Por un lado difundir ciertas lecturas
del pasado que considera que hoy tiene algún tipo de relevancia en la
discusión, y por otro lado ayudar a la Biblioteca Nacional a completar
fondos que algunas veces no tiene, porque con cada edición de estas
nosotros salimos a completar fondos que a veces no están en la
hemeroteca o no están completos.
El caso de la revista Contorno es emblemático: no estaba en
el país completa, estaba por fotocopias y se hizo un trabajo de
investigación en el cual se dieron con todos los números y se hizo toda
una reconstrucción que eso es parte del trabajo que se hace, el de
limpiar los originales, una especie de “linotipismo digital” del nuevo
tiempo. Esa doble función la cumple la Editorial de la Biblioteca
Nacional con esta colección Reediciones y antologías. Después está la colección Los Raros,
que publica cosas que precisamente por raras no son abarcativas de un
público masivo, es decir, sus ediciones y sus precios son completamente
subsidiados. Subsidiados no quiere decir necesariamente a pérdida, en el
sentido de que por primera vez la Biblioteca Nacional a través de su
editorial logró estar en las librerías del país y eso también es una
novedad para el Estado, la capacidad de intervenir en el universo
editorial, en los suplementos culturales pero también en el mundo de las
librerías. Entonces, a través de la editorial se construye una
presencia de la Biblioteca en la escena cultural. Y también se da a
partir de ciertas cosas como la publicación de las obras de León
Rozitchner. Es un conjunto muy basto de obras y que la verdad si uno
analiza la política de precios respecto de la calidad de edición y al
material que ofrece es realmente una ecuación muy virtuosa en estos años
y eso se pudo lograr por la fuerte impronta que Horacio González le
puso a la editorial.
APU: Más o menos cómo funciona la editorial ¿hay un equipo que preselecciona?
SS: Por un lado hay un equipo de trabajo muy chico, seremos unas diez
o doce personas que se ocupan de todo, el proceso del libro es muy
complejo: sacar ISBN, administrarlo, manejar el stock, la distribución,
la venta en la librería de la Biblioteca, la diagramación, la edición
etc. Horacio (González) interviene fuertemente en los criterios de
selección de lo que se publica en una especie de diálogo muy abierto con
nosotros y también con otras personas de afuera que vienen a acercar
proyectos de edición; y la verdad es que nos vimos desbordados. Al día
de hoy en menos de diez años llevamos unos trescientos cincuenta
títulos, siendo esto que tenemos la ventaja de pertenecer al Estado pero
también sus desventajas, ciertos procedimientos, ciertas
reglamentaciones, formas de trabajo que no son las más dinámicas para un
mundo tan cambiante como lo es el editorial. Es un grupo chico pero con
criterios prácticos bastante aceitados y que asume en colaboración con
otra gente de la Biblioteca el trabajo de llevar adelante la editorial.
Es un trabajo bastante arduo.
APU: Quizá la colección más popular sean los libritos chiquitos…
SS: Sí, los de La máquina del bicentenario. Eso es
claramente una política de fomento de la lectura, es el rescate de
libros clásicos o contemporáneos porque ha habido una cantidad de
autores que han cedido cuentos y cosas. Son libros que están a cinco
pesos, se mete una moneda en la maquinita y te llevás un Roberto Arlt,
un David Viñas, un León Rozitchner, Quiroga, Borneman, un Borgesito te
podés llevar... Eso hace furor, en cada Feria del libro se lleva La maquina del bicentenario
y ahí la Editorial trabaja incluso por debajo de sus costes, pero es
una política ponerlo en circulación. Además, a través del dispositivo de
la máquina, genera un entusiasmo en los pibes, que de esa manera se
accede a un libro es un gesto muy bonito. Sí, es la más popular de las
colecciones.
APU: También se está editando la revista Modulo 2
SS: Sí, ese es un trabajo que dirige María Moreno con presos del
Penal de Ezeiza, y la Biblioteca se pone como estructura al servicio de
este trabajo que considera muy relevante: narrar las cárceles con el
lenguaje producido desde las mismas cárceles. Ahí editamos, no
intervenimos tanto en el proyecto sino a través de María Moreno.
APU: Hace poco presentaron la colección Jorge Álvarez.
SS: Es una colección muy importante. Por un lado está el tema de la
figura de Jorge Álvarez, que es en sí mismo una figura histórica al
haber participado en experiencias musicales y literarias como editor. Y
la idea de la colección Jorge Álvarez era armar una especie de diálogo
histórico entre aquello que él editó y el contexto en el cual él editaba
y cosas de este tiempo que invita a pensar la edición hoy. Es como dos
generaciones de edición en la cual participa Jorge Álvarez de ambas y es
muy interesante porque sacamos dos libros al mismo tiempo. El primero
son las obras completas de Germán Rozenmacher, la editora Jorge Álvarez
en su momento empezó con el cuento Cabecita negra de
Rozenmacher, que es un cuento bastante importante y lo que hicimos acá
no fue sólo editar ese cuento, que era como la piedra inicial de la
editorial, sino sumar todas las obras, los guiones de televisión, de
teatro, los artículos periodísticos y los demás cuentos y armar las
obras completas. El segundo volumen es uno muy pequeño de César Aira, se
llamaTres cuentos pringlenses y que donó específicamente como
una forma de apoyar esta experiencia. Y también para ponerse en diálogo
con lo que significa Jorge Álvarez, con lo que significa desde el punto
de vista de una edición pensada desde la Argentina con los criterios
autónomos de la edición.
APU: Están planeando la edición facsimilar de la revista Fichas.
SS: Van a salir más o menos juntos tres facsimilares, uno es Socialismo/Peronismo y liberación que es la revista de Hernández Arregui, Fichas de Milcíades Peña y la revista Pasado y presente, que
se cumplen 50 años desde que comenzó a salir. Saldrán en febrero,
marzo. Ya la estamos montando y terminando de pulir los detalles.
APU: Y, a futuro ¿alguna otra publicación?
SS: Poesía Buenos Aires es otra publicación importante, son
dos volúmenes de la más célebre quizá revista de poesía que salió en el
país y específicamente en Buenos Aires y la idea también es tenerlo para
marzo, abril, lo antes que se pueda. Pero son trabajos muy duros porque
hay que limpiar imagen por imagen; cada página es una imagen y es, a
veces, un trabajo de reconstrucción artesanal. Se escanea o se saca foto
y después se la monta en la pantalla y con programas de edición se va
reconstruyendo la imagen, borrando manchas, a veces clonando letras para
conservar la tipografía original, es un laburo arduo. Pero la idea es
que de acá a cuatro meses salgan esos facsimilares que van a ser muy
importantes.
Ediciones BN
Las colecciones con que hoy cuenta EDICIONES BN son:
25 años, 25 libros | Ademanes | Chiquitos de América Latina |
Colección Los Raros | Colección Jorge Álvarez | Cuadernos de música |
Ensayos & Debates | Fototeca Benito Panunzi | Índices y
Bibliografías | Investigaciones de la Biblioteca Nacional | León
Rozitchner. Obras | Libros de música | Libros del Bicentenario | Museo
del libro y de la lengua | Otras publicaciones | Pensamientos locales |
PLACTED | Quelonios | Reediciones & Antologías | Revista La
Biblioteca
Las publicaciones pueden adquirirse en la Librería de la Biblioteca
Nacional, ubicada en la Planta Baja de lunes a viernes de 14 a 19 hs.
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Entrevista con la directora del Museo del libro y de la lengua, María Pía López, a partir de la colección Libros del Museo.
Tiene sentido que haya una editorial pública también para que publique
aquello que no funciona con eficacia en el terreno mercantil.
Por Juan Ciucci
APU: ¿Cómo se piensa y se encara esta colección del Museo del libro y de la lengua?
María Pía López: Esta es una colección que se llama Libros del Museo,
es una de las líneas de Ediciones Biblioteca Nacional. El primer
esquema que tuvimos para esta colección es lo que estamos haciendo
ahora: generar un archivo en común sobre ciertos temas. Trabajar sobre
ciertos campos temáticos, que tienen que ver con la discusión sobre la
lengua, sobre el idioma en la Argentina. La idea es producir libros que
recopilan ciertos documentos de no fácil acceso, con encargados e
investigadores que vienen trabajando hace mucho con estos temas y que
producen estudios preliminares muy eruditos y contextualizan el
material.
APU: ¿Qué libros han editado este año?
MPL: Este año salió La querella de la lengua en Argentina,
compilado por Fernando Alfón, que es un libro donde se rastrea un
debate, que es la querella central, cómo desde 1837 empieza a aparecer
la discusión sobre la necesidad de una lengua propia. Nos emancipamos de
España y sin embargo la lengua con la que podemos hablar, es la lengua
española. Empiezan a aparecer una cantidad de discusiones, respecto de
si podemos considerar que el modo que hablamos, que siempre tiene
algunas diferencias con el idioma de los españoles, da pie o no a una
lengua propia. Es una discusión que recorre todo el siglo XIX, que lleva
a que Juan María Gutiérrez rechace el diploma que le manda la Real
Academia pidiéndole que sea miembro, porque dice "yo no voy a ser agente
de la colonia". Sin embargo, Juan Bautista Alberdi acepta el mismo
diploma, que por otro lado tenía planteos parecidos. Ahí aparece una
discusión que me parece central, que todo el tiempo están preguntándose
cómo distanciarse de España pero aparece esa distancia con España
poniéndolos en un riesgo que es la cercanía con el mundo bárbaro,
empiezan a discutir cómo hacer para que la lengua no se barbarice, no
se empobrezca. En 1900 llega un momento muy crítico porque aparece un
francés, Luciano Abeille, que publica un libro que se llama Idioma nacional de los argentinos
y genera una especie de estupor y de reacciones muy escandalizadas de
los intelectuales argentinos. Este hombre decía que ése lenguaje surge
del contacto con el francés que leen, con el italiano de los que aquí
viven, con el contacto con las lenguas indígenas. Entonces, lo que está
llamado idioma nacional de los argentinos es algo muy plebeyo. Fernando
Alfón va recopilando todo ese debate y contextos que son sacados de
libros y de periódicos, una querella que se dio gran parte en los
diarios. Nos parecía interesante tener esa discusión de fondo para
discutir hoy las políticas de regulación que España se atribuye y sigue
sosteniendo respecto de la lengua.
Después sacamos un libro que es la compilación de un libro muy
extenso, de diez tomos que había hecho Berta Vidal de Battini. Ella
durante más de 30 años había recopilado cuentos, relatos folklóricos de
todo el país. Lo que es bien interesante y que trabaja mucho Laura
Kornfeld en el estudio preliminar, es que Vidal de Battini era una
profesora muy ligada al Ministerio de Educación y sin embargo respeta la
oralidad cuando transcribe, no los corrige, no los normativiza. Uno
tiene en ese libro, que son todos relatos en algunos casos muy
repetidos, como si fuera una estructura mítica que se va reiterando en
la narración popular, entre provincias, entre pueblos; pero los tiene
con distintas variedades lingüísticas. Eso es interesante para otro
aspecto político que nos interesa sostener desde el Museo, que nos
interesa sostener para las políticas públicas argentinas y también en
relación a España. Que un territorio lingüístico es un territorio de
variedades muy heterogéneo; y que esa heterogeneidad no es algo a
combatir. Que no es algo a combatir, no hay que intentar que en Córdoba
hablen igual que en la Patagonia, o que en Argentina y Perú. Este libro
nos parece que documentaba ese aspecto, el de un país con variedades
lingüísticas. Tenemos muchos españoles en este libro, que en algunos
casos estos castellanos están salpicados, dependiendo de la región, del
guaraní, del quechua. La realidad es esa, la presunta norma del ISER
donde todos los locutores hablan igual o tenés otras editoriales que
dicen “hay que escribir el español neutro”, la idea de neutralidad es
como lo opuesto a esto.
El tercer libro de este año lo compiló Guillermo David, es un libro
raro, son tres diccionarios, uno de Rosas, uno de Mitre y uno de Perón;
son diccionarios de lenguaje indígena. Es raro porque es raro pensar esa
secuencia, Rosas/Mitre/Perón, creo que de todas las
combinaciones/genealogías de la historia argentina, ésta faltaba. Lenguaraces egregios. Rosas, Mitre, Perón y las lenguas indígenas.
En el estudio preliminar que Guillermo hace defiende mucho el
diccionario de Mitre. Tuve la impresión cuando lo leía que muestran el
drama del trato con las lenguas indígenas en el país. Por un lado como
la voluntad del conocimiento y la incorporación, y al mismo tiempo esa
incorporación va a tender a destruir la singularidad de esos pueblos. Y
estos diccionarios tienen que ver con el Estado, con el mando, cómo se
manda a esos hombres, y cómo se comercia. Son bien interesantes para ese
otro aspecto que a nosotros nos interesa del Museo, cómo pensamos la
heterogeneidad lingüística, pensar los modos bien dramáticos en los que
se trató esa heterogeneidad cuando pensamos en lenguas indígenas; que
fueron momentos de aniquilación o desconocimiento. O estos que son los
modos más amables, si se quiere de la cosa, que es constituir un
conocimiento que lo vuelva útil para otra cosa.
APU: Así presentado, estarían en una línea muy directa las
publicaciones con la idea del Museo, una posibilidad de plasmar ese
concepto.
MP: Un poco la idea es hacer trabajos arqueológicos, teníamos una
idea de que el Museo fuera un espacio de circulación, difusión con las
muestras pero también un espacio de investigación. Y que esa
investigación tuviera por un lado algo que todavía no hicimos, que
siempre prometemos hacer, que es el relevamiento de la lengua actual de
Argentina. Y por otro lado este tipo de recopilación más de la historia
de las ideas. Qué textos hay en el pasado cultural que te permitan
generar un archivo para discusiones. Lo que estamos tratando con la
colección es ese camino de puesta en común de documentos. Porque además
de constituir el Museo como lugar de investigación era tratar de
sostener un problema que para nosotros era como muy evidente y es que en
Argentina hay como mucha gente que necesita estudiar estas cosas.
Muchos lingüistas, filólogos, gente que se dedica a estudiar las
lenguas, sus estados, historicidad. Pero hay una escisión muy fuerte
entre ese mundo académico muy especializado y el público en general. La
estrategia del Museo es tratar de producir una especie de lugar de
encuentro, entre un saber de investigación universitaria y un público
más general. Si querías conocer estos textos tenías que ir al mundo
académico o a rastrear estos documentos al tesoro de la Biblioteca
Nacional, por ejemplo. La idea de que este material esté accesible.
APU: Como una instancia del Estado, ¿cómo se encararía una
colección? Quizás como están apadrinados por la Biblioteca Nacional, se
hace más sencillo.
MP: Se hace más sencillo porque en realidad la invención grande fue
la de crear las ediciones de la Biblioteca Nacional, debe tener más de
300 títulos la Biblioteca y con un trabajo formidable. La Biblioteca
tomó la decisión de crear una editorial pública, como habían existido
otras experiencias, y eso implica generar un catálogo de lógicas de
intervención que son, en general, muy a contrapelo del mercado. Tiene
sentido que haya una editorial pública también para que publique aquello
que no funciona con eficacia en el terreno mercantil. La Biblioteca
hizo mucho en ese sentido, por eso esta colección se escribe muy
claramente ahí, que es reeditar cosas que estaban fuera de circulación.
Ya sea con la colección Los raros o con algo que fue un hallazgo de la Biblioteca que es reeditar las revistas (Contorno, Envido, Proa, etc) en forma facsimilar. Eso generó un acceso a todo ese tipo de materiales muy amable para el lector.
APU: ¿A futuro ya tienen un plan editorial o algunos otros textos planteados?
MP: Estábamos pensando dos para el año que viene, están encargados a
dos lingüistas. Una es Mara Glozman, les estamos pidiendo que hagan una
compilación sobre políticas oficiales sobre la lengua, queremos ver la
legislación efectiva sobre la lengua que tenga regulaciones, con planes,
puede ser un trabajo interesante. Otro trabajo es con Ángela Di Tullio,
que es más sobre la enseñanza gramatical, es una enseñanza de la lengua
en los textos normativos en la Argentina. Porque por más que tengamos
estas discusiones políticas sobre la idiomática, algo que se ve en la
discusión argentina es que no aparecen en primer plano la producción de
instrumentos de regulación. Aparecen más textos políticos, manifiestos o
literarios; pero salvo en ciertos momentos no pareciera que haya habido
gramáticas propias o diccionarios propios. Y en parte, porque algunos
hubo, es interesante ver qué plantean esos textos, qué plantean respecto
de la lengua y cómo se enseña.
Las publicaciones pueden adquirirse en la Librería de la Biblioteca
Nacional, ubicada en la Planta Baja de lunes a viernes de 14 a 19 hs.
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| 4807-6778 Publicamos la edición facsimilar del texto publicado por González en el número 4 de la Revista Envido, publicado en septiembre de 1971.
La revista Envido fue dirigida por Arturo Armada, durante el
breve pero intenso ciclo de sus diez números. Comenzó a salir en julio
de 1970 y dio a luz su última entrega en noviembre de 1973. En el medio,
el país asistió al retorno de Perón y a los trágicos acontecimientos de
Ezeiza, a la renuncia de Cámpora y a la asunción como presidente del
propio Perón. Envido fue siempre una iniciativa libre,
autónoma, juvenil. Se debía parecer bastante al espíritu de la
generación de 1837, aunque su lenguaje evitó la herencia del
romanticismo y de las literaturas críticas, para acercarse a las
trincheras del debate sociológico, en cuyos legados peticionó un lugar
extremadamente politizado. Estuvo, no tanto en sus primeros números,
pero sí después, bajo la sombra del peronismo, de su discurso, de su
drama.
La edición facsimilar, en dos tomos, forma parte de la colección
Reediciones & Antologías de las Ediciones Biblioteca Nacional.
Suplemento Cultura Popular
El libro de Verónica Gago Controversia: una lengua del exilio
(Colección Ademanes, Ediciones Biblioteca Nacional) indaga en los temas
y debates que formaron parte de la revista publicada entre 1979 y 1981
por un grupo de intelectuales argentinos exiliados en México.
Por Juan Ciucci
Quizás sea la tarea más difícil la de asumir y discutir públicamente
la derrota de un proyecto político revolucionario. Si le sumamos a esto
la situación exiliar de quienes fueron derrotados, queda claro por qué
la revista Controversia es un caso sumamente interesante para analizar.
Un grupo de intelectuales (entre los que estaban Nicolás Casullo,
José Aricó, Juan Carlos Portantiero, Oscar Terán) edita esta revista
entre los años 1979 y 1981, en pleno exilio mexicano. Lo que se proponen
discutir es la derrota, aquella que han sufrido; y que aún sufren sus
compañeros de lucha y de armas, en aquella lejana/cercana Argentina.
La investigación de Verónica Gago nos permite acceder a los diversos
registros que encuentran esas palabras difíciles de decir en voz alta:
derrota, exilio. Pero también de aquella otra que se volvería capital en
las discusiones políticas de los´80: democracia. Es que este grupo se
planteó la necesidad de discutir esa derrota, pensando en un futuro
posible, quizás cercano.
Y allí la democracia tomó un cariz fundamental, en un proceso por
revalorizarla, intentando pensarla como viable. Difícil tarea, ante el
pasado democrático argentino y con el fuego aun presente de las
voluntades revolucionarias. “La pregunta por la democracia – dice
Gago- como proyecto moderno y de masas aparece como la cuestión
pendiente tras la derrota de los años ´70. Se trata de repensar la
democracia sin caer en su versión liberal pero al mismo tiempo sin
despreciar su andamiaje formal e institucional”. Estas discusiones nos
pueden ser útiles en estos días de festejos por los 30 años que venimos
transitando. Y ante el riesgo de naturalizar y simplificar los alcances
y los límites de este modelo de organización social.
Los otros puntos fundantes son la derrota y el exilio. Allí el libro
nos acerca a los distintos modos en que fueron construidos estos
conceptos en el debate de Controversia, que explicitó en su
primer editorial no buscar una síntesis de esos planteos. Así la revista
sigue siendo una fuente fundamental para comprender el interregno entre
el golpe genocida del ’76 y el retorno democrático. Las discusiones que
allí se plasmaron anticiparon las que hegemonizarían la discusión
política argentina de los ´80. Este libro de Verónica Gago nos ofrece un
marco analítico propicio para conocer e indagar esos debates.
Otros títulos Colección Ademanes
Juan Carlos Portantiero: un itinerario político-intelectual Entrevista de Edgardo Mocca "Si las luchas populares en Latinoamérica son la expresión
potente de una tradición descolonizadora, el aporte de Wittgenstein
puede ser vital para la interpretación de los lenguajes populares y su
disputa por la hegemonía del sentido común de lo político, de lo
cultural, lo económico y lo social".
Por Santiago Asorey
Wittgenstein, la filosofía como ética de Samuel Cabanchik es una de las obras editadas por la Biblioteca Nacional en el marco de la colección Pensamientos Locales.
La colección dirigida por Adrián Cangi y Ariel Pennisi, pensada como
colección popular y local de filosofía, asume los desafíos desde los
cuales el pensamiento local se articula a partir de la apropiación de la
tradición occidental.
La apropiación del pensamiento de Ludwig Wittgenstein (1889-1951)
desde una matriz local podría ser clave para la reflexión sobre la
identidad latinoamericana a través de sus lenguajes y las expresiones de
las distintas particularidades sociopolíticas, culturales y económicas
de sus tradiciones. Si esto es posible, es debido a que el pensamiento
de Wittgenstein funciona como una puesta en crisis y subversión en la
historia del pensamiento occidental.
Wittgenstein iguala el valor de todas las proposiciones para
revelarlas como lenguaje y superficie. Todo signo nos lleva a otro signo
y los límites de nuestro mundo, son los límites de nuestra capacidad de
significar. No hay posibilidad de acceder a fundamentos “con un plus de
verdad” metafísicos u objetivos. Por ende todo lenguaje es siempre
“metáfora” y no hay validación afuera del lenguaje que sea sostenible
como verdad última. La metafísica, la lógica, lo objetivo o la economía
política son distintas formas de artificio lingüístico.
Pensar un lenguaje es pensar una forma de vida, es pensar un mundo.
Por lo tanto, como dice Cabanchik, es clave reconocer el impacto de
Wittgenstein en la antropología política. Si las luchas populares en
Latinoamérica son la expresión potente de una tradición descolonizadora,
el aporte de Wittgenstein puede ser vital para la interpretación de los
lenguajes populares y su disputa por la hegemonía del sentido común de
lo político, de lo cultural, lo económico y lo social.
Otros títulos de la colección
Simmel Esteban Vernik Derrida Roberto Ferro Spinoza Diego Tatián Benjamin Ricardo Forster Bourdieu Pablo Tovillas Freud Diego Zerba Heidegger Dina Picotti Kierkegaard Oscar Cuervo Nietzsche Gustavo Varela Rorty Tomás Abraham Sartre Sara Vassallo Deleuze Adrián Cangi Foucault Roberto Echavarren Bergson Ángel Vassallo Bataille Silvio Mattoni Althusser Alejandro Lezama y Emilio de Ípola Lacan Hugo Levin
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