LA PEDAGOGÍA DEL Y

Como herramienta de defensa esgrimida para la supervivencia en situaciones críticas, utilizamos el argumento de la denuncia: “son los otros, nosotros no”. Creyendo que el aviso amortiguará las consecuencias que se aproximan, orando como si en nombre del hambre, del trabajo o de la transformación inmunizamos las decisiones que predisponen la crisis moral e institucional. ¿Pero esta crisis solo es la calificación actual de nuestra situación, o la manifestación presente sobre un período de gestación de varios años?
Y pensar en esto, en el círculo de la denuncia, la advertencia y la protección intencionada, ¿De qué lado nos pone?. Denuncio a mi compatriota, para defender mis convicciones, en la acción u omisión, como si esto nos librara de los desmanes producidos, como si lo distinto sea razón determinante para excusar las distancias, el odio y la discriminación. A lo que automáticamente se producen damnificados: comerciantes, familias, fuerzas de seguridad, en conclusión TODOS. Todos y cada uno de nosotros somos los afectados, directa o indirectamente, y eso ineludiblemente nos coloca en otro lugar: ya no dentro de la pedagogía de la advertencia, sino en LA PEDAGOGIA DEL Y.
Pero ¿Por qué pedagogía? Porque es una construcción que, en principio, debe concebirse en el prisma mental de cada ciudadano, debe ser visualizado interiormente para poder ser interpretado. En el instante durante el cual elegimos el cosmos social y colectivo que nos propone Y, aprehendemos análogamente a infantes alumnos en situación de aprendizaje, comenzamos a hacer propio en nuestro actuar, en nuestros sentimientos y pensamientos lo producido; a tal punto que se pierde de vista nuestro papel de receptores para convertirnos en convencidos docentes creadores, testigos de la experiencia vivida.
Comprender el concepto de Y, es conjugar la trama compleja de la naturaleza humana: el ideario multimensional sobre el mundo, la familia, la cultura, la economía, la sociedad y la naturaleza. La precisa integración de las esferas precedentes, en consonancia con una vocacionada práctica de la pedagogía, se registrará no solo en nosotros mismos, sino en todas las experiencias de nuestras vidas, pero por sobre todo en el otro, la entidad que Y busca unificar…
¿Qué puede unir Y?
A Trabajadores Y Empresarios
A Bs As Y el Interior del país
A Alumnos Y Docentes
A la Disciplina Y el Afecto
A los Derechos Humanos Y la Seguridad Ciudadana
A las Palabras Y sus Acciones
Al Salario Digno Y La Formación Profesional
Al otro Y yo.
Es esta labor reflexiva que promueve respeto, comprensión y tolerancia, la que nos puede ofrecer estabilidad para los tiempos que se aproximan, entendiendo que el círculo de la denuncia no ejerce la autocrítica, tan necesaria para el progreso y la autosuperación, sino proyecta sólo un sistema de excusas, de divisiones cada vez más irreconciliables. Sin perder de vista que nuestras acciones, individuales y grupales, tendrán sus consecuencias en el futuro: cada palabra, obra, y emoción compartida influirán en nuestro entorno, en tanto que mucho de lo que disfrutamos y padecemos en el presente es el resultado de nuestros actos pasados.
Si nos damos la oportunidad de tomar conciencia de este PODER, en el humilde intento cotidiano de aplicar LA PEDAGOGÍA DEL Y, simplemente cabe reconocer augurios de buen diálogo, de sana comunicación, de buenos y nuevos tiempos…
MARTÍN CAPASSO
Psicopedagogo
Acompañante Terapéutico-Operador Socioterapéutico
www.martincapasso.blogspot.com.ar