A raíz del denuesto del periodista Eduardo Feinmann en contra
de la memoria del escritor Juan Gelman, como albatros enfurecido emana
una reflexión con perspectiva histórica y democrática en forma de
respuesta escrita ante semejante falta de ética profesional.
Por Álvaro Erices
Luego de un minuto de presentación y elogios para con Juan Gelman,
Eduardo Feinmann habló en C5N haciendo referencia que hay una “historia
completa” que los pibes en las escuelas deberían saber. Se refirió a que
ésa historia hay que mirarla con los dos ojos, no solamente con el
“izquierdo” sino también con el “derecho”.
Lógico, porque ante la imposibilidad humana y anatómica de visualizar
un objeto cualquiera sin uno de los dos ojos, se dificulta un poco el
diario vivir. Pero engañoso, pues el corazón y los ojos no son solamente
órganos vitales.
Además, tildó de facineroso a quien nunca se enriqueció con la lucha
armada. Y llamó asesino a quien incansablemente lucho gran parte de su
vida a favor por los Derechos Humanos en la búsqueda de una nieta nacida
en cautiverio y que le fue robada en dictadura.
Llamó asesino a quien vivió la pérdida de una nuera y amigos íntimos.
Llamó asesino a quien vivió el horroroso hallazgo del cuerpo de su hijo
de 20 años dentro de un tarro lleno de cemento. Llamó facineroso y
asesino a un hombre que le dijo que NO a la “Contraofensiva” de 1978.
Expresiones que no son otra cosa que una ausencia total de decoro.
Además, es clarísimo, y no muy difícil de entender (valga la
aclaración), que un difunto no se puede defender por sí mismo ante tales
agravios.
Gente como el comentarista de noticias, Eduardo Feinmann, forma
opinión en la Argentina y guste o no, debe quedar claro que para que
gente como él se pueda expresar libremente –diciendo lo que se le
ocurra–, existe una Ley de Medios constitucional, para todos y todas, y
sancionada democráticamente en 2009, luego de más de 25 años de debate a
lo largo de todo el país.
Para todos todo, para nosotros democracia.
|