"Revolución pedagógica" macrista o contrarreforma conservadora
Gentileza Tiempo Argentino, para Nuevo Paìs. Desde
el inicio del siglo, y en consonancia con los profundos cambios
políticos que se produjeron en el continente, nuestros países han
alcanzado indicadores sociales que muestran una clara tendencia a
revertir la herencia de los gobiernos, vividas en las últimas décadas
del siglo XX. La pobreza se redujo sustancialmente, aunque no haya
ocurrido en el mismo grado con la desigualdad. Existen límites
estructurales de carácter productivo, distributivo, cultural e
institucional que actúan como verdaderas barreras para seguir avanzando
hacia niveles de mayor justicia distributiva.
Al mismo tiempo, la
emergencia de sectores que han salido de la pobreza y el hambre,
integrándose a diversos estratos de las clases medias, van generando
nuevas demandas. La lógica política de nuestros Estados democráticos,
sustentada en la ampliación continua de nuevos derechos tiene
consecuencias concretas. Así como se logran avances muy trascendentes,
también se manifiestan límites estructurales, organizacionales y
subjetivos.Esta complejidad debe leerse en el contexto de una
disputa con aquellos sectores portadores de privilegios que, aunque en
estos años acrecentaron sus ganancias, intentan volver al viejo modelo
económico de "libertad" del mercado, obturando los procesos de
reactivación y desarrollo con inclusión social y cultural. En
otras palabras, los procesos de "invención" de una sociedad más justa
deben asumir los nuevos retos que generan sus propias conquistas. Estos
núcleos del poder corporativo y cultural local buscan potenciarse para
alcanzar nivel continental y mundial, con sistemas y formas variadas de
organización. Los encuentros de la Fundación Pensar –bajo la inspiración
de Mauricio Macri– reúnen a exponentes bien representativos de esta
corriente cultural, ideológica y política: Vargas Llosa, José María
Aznar y Mariano Rajoy, Sebastián Piñera entre otros calificados miembros
de la Internacional Conservadora. Hay planteada entonces, una lucha
civilizatoria profunda entre corrientes antagónicas. Aquellas que
cuestionan, con distintos alcances, niveles y definiciones, al orden
capitalista en su actual fase neoliberal, y su opuesto: los defensores y
propagandistas del liberalismo moderno como base de la organización de
la sociedad y de su sistema de relaciones sociales. Uno de los
campos privilegiados de esta disputa es la educación. Desde sus inicios,
el gobierno nacional avanzó en medidas de democratización de las
políticas y del acceso a la educación: Asignación Universal por Hijo,
entrega masiva de millones de notebooks, incrementos presupuestarios
sustantivos, redefinición y mejoramiento de las políticas de formación
docente, creación de universidades a las que concurren mayoritariamente
hijos de trabajadores, fuerte incremento de la construcción de nuevas
escuelas. Por contraste, el gobierno del PRO viene actuando como
promotor de un modelo educativo que combina la lógica mercantil, la
razón instrumental-tecnocrática y un autoritarismo persistente en sus
acciones de gobierno. Si repasamos brevemente 2013, veremos la
consistencia de la política educativa conservadora del gobierno porteño.
Desde mediados del año que acaba de terminar, y a través del Boletín
Oficial N° 157 se lanzó un estudio internacional de Cívica y Ciudadanía.
Dicho instrumento estandarizado se aplicó en escuelas porteñas y muchas
de sus preguntas revelan un sesgo ideológicamente incompatible con un
sistema de vida democrático. A modo de ejemplo, se "recolectaron datos
sobre sus actitudes hacia la diversidad en su vecindario al preguntarles
cómo reaccionarían ('Me agradaría', 'Me daría igual' o 'Me
desagradaría') si algunos de los siguientes grupos formaran parte de su
vecindario: gente de color de piel distinta a la tuya, gente de clase
social distinta a la tuya, gente de religión distinta…". ¿Habrá que ser
adivino para deducir qué tipo de actitudes genera estas inducciones
brutales? En línea con la perspectiva tecnocrática, aunque con
tratamiento postergado, se está organizando un Instituto de Evaluación
de la Calidad que se propone como dispositivo de regulación y control
del sistema educativo. Sus supuestos pedagógicos definen a la buena
educación como un nivel de respuestas adecuadas a exámenes
estandarizados determinados por una capa de tecnoexpertos. Esta línea no
sólo condena al docente a ser un mero implementador, sino que acentúa
la lógica de competencia entre alumnos, docentes y entre escuelas. O
sea, un vínculo fundado en ganarle al otro y que va formando a toda la
comunidad en la idea de perpetuar la desigualdad y una suerte de
darwinismo selectivo. Estas definiciones tienen incluso impacto en el
plano del financiamiento educativo. La implementación del Programa de
Calidad Educativa pasó de casi 19 millones en 2013 a 42 millones en
2014, lo que supone un incremento del 150% de un año a otro. Si
repasamos el presupuesto educativo elevado por el Ejecutivo de la Ciudad
y posteriormente aprobado, se registra una nueva reducción del
porcentaje asignado a educación. Veamos: en 2012 un 26%; en 2013 un 24,3
y en 2014 un 21,7 por ciento. Pero de más si discriminamos el monto
asignado a Educación Estatal, veremos que en 2012 se afectó el 57,3%; en
2013 cae al 52,08 y en el de este año baja aun más a un 51,54 por
ciento. Nada puede ser más claro y contundente para calificar la
importancia que un gobierno le otorga a la educación que el presupuesto
que le asigna. En una misma dirección se avizora este programa de
reconfiguración y vaciamiento de la escuela pública en otros rubros,
como el de construcción y equipamiento de las instituciones educativas.
Sin analizar lo ejecutado, que revelaría claros deterioros, sino lo
presupuestado, también va para atrás: se pasa del 3,4% en 2012 al 1,8%
de 2014. Esta definición no es menor, sino mayor, sobre todo cuando se
revelan falta de vacantes –lo que implica déficits de edificios, aulas y
cargos docentes. Como ya señalamos, la organización y los
contenidos del sistema educativo de nuestra ciudad forma parte de una
controversia ideológica y cultural en la que se define el tipo de
sociedad y de país en el que vivimos. La mentada "Revolución Pedagógica"
macrista, resulta ser en realidad una auténtica contrarreforma que nos
remite a una combinación de oscurantismo franquista, con un modernismo a
la chilena de Piñera. Ambos conceptos fueron ampliamente superados por
la lucha y el progreso de los pueblos . -
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