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ELOGIO DE LOS ALBAÑILES
La renombrada huelga de los albañiles 1935/36 duró dos años. Fue organizada por la FONC (Federación Obrera Nacional de la Construcción) que dirigían Fioravanti y Chiaranti. Por entonces la mayoría de los albañiles eran italianos o descendientes de italianos. En 1929 les había cantado ese gran poeta que fue Gustavo Riccio:
De pié sobre el andamio
en tanto hacen la casa
cantan los albañiles italianos
como el pájaro canta
de pié sobre la rama
más líricos que el pájaro
son estos que yo elogio
ellos cantan
haciendo la casa de los otros.
La ferocidad represiva del gobierno de Justo aplicó a Fioravanti la Ley de Residencia, votada a principio de siglo por iniciativa de Miguel Cané, nunca podría volver. Deportado a la Italia fascista de Mussolini, no la pasó nada bien, pero sobrevivió y en 1946 resultó electo alcalde del pequeño pueblo donde había nacido.
Chiaranti, que era argentino, sufrió prisiones y penurias, hasta que volvió a trabajar en una obra y a militar en su gremio.
Perón arribado a la primera magistratura, hizo que de la cárcel lo llevaran al despacho presi-dencial para ofrecerle el puesto de Ministro de Trabajo. Pedro Chiaranti le preguntó si el ofrecimiento era a su partido, obviamente era personal, por lo que fiel a sus principios lo rechazó. El cargo lo ocupó Borlenghi.
Lo dejaron en libertad y continuo con su humilde tarea de albañil, o no tan humilde si consideramos que era muy eficiente albañil y seguía militando en el gremio.
Tampoco aceptó transformarse en funcionario de su partido, como lo hicieron los más maleables, fue albañil hasta que se jubiló a los 65 años.
Tuve la satisfacción de conocerlo hacia 1948 ó 1949. Vivía por Pompeya, en el departa-mento de adelante de una casa antigua con otros cuatro o cinco, donde su mujer limpiaba la vereda, el pasillo y realizaba humildes tareas, a cambio de una reducción en el precio del alquiler.
Un domingo visité a dos de sus tres hijos, compañeros de la escuela industrial, para conversar sobre el centro de estudiantes, por entonces rigurosamente prohibido. El mayor, Heraldo, estudiaba de noche en una escuela de artes y oficios, luego asimilada a los industriales, y de día trabajaba para contribuir al sostenimiento familiar. Con el menor Enrique que eligió química, la misma especialidad que yo, fuimos muy amigos, y durante mis primeras experiencias profesionales, en uno u otro lado, tareas que duraban un par de días, lo llevaba de ayudante.
Ese domingo de mañana distendida, Pedro disponía de tiempo, me convidó con café y conversamos sobre fútbol. Le disgustaba la preeminencia que había adquirido el Tte.
Cnel. Ducó en Huracán, club de sus amores. Justamente unos de los que habían constituido entre 1910 y 1920 la liga obrera de fútbol, de la que surgieron grandes valores, antes que el fútbol se transformara en un gran negocio, o negociado.
También Agustín Tosco el heroico dirigente del Cordobazo, alternaba la dirigencia sindical, con sus tareas como técnico de EPEC.
Y nos preguntamos: ¿ Hace falta que los dirigentes gremiales se eternicen en la conducción, vivan como personas acomodadas, o como potentados, y no retornen jamás a trabajar en su oficio? Una de sus principales obligaciones es formar a quienes los substituyan, en todos los gremios existen otros trabajadores capaces y combativos. Los cambios de dirigentes deben tornarse periódicos y naturales, dejando de ser luchas difíciles y cruentas por prebendas o por ansias de poder, en las que llegan a constituirse dinastías con hijos, parientes, o adláte-res, que indefectiblemente resultan funcionales a los intereses de las grandes empresas.
Tal como también sucedió en los clubes de fútbol, el negociado, las ambiciones personales, se contraponen a los objetivos sociales.
Lo dicho es válido para las centrales obreras, los gremios independientes y hasta para las comisiones internas.
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