Generando cambio

Generando cambio

Ediciones Agua Clara PDF Imprimir Correo
Escrito por Redacción Nuevo país-Gentileza Agua Clara   
Sábado, 18 de Junio de 2011 00:00
Un día no comercial del padre. (Poesías y relatos no tan peripatéticos)
MIS HIJOS
Padre clase 1932                            
Dos manojitos de aromas
Don Quijote y Sancho Panza,
bañados en mieles
y rociados con pétalos de azahares,
quizá iguales
a otros pequeños mortales,
inspiran en mi ánimo
la eterna sonrisa,
y ajenos a su éxito
como el frescor de la brisa,
corretean y se abisman en la vida
y su variación infinita.
OTROS TIEMPOS, OTROS PADRES.
Padre clase 1958
En l984 Beto estaba cumpliendo con el servicio militar en el regimiento de granaderos a caballo, mientras estudiaba se había acogido a la prórroga. Destinado al detail de armas, para aislarlo de los demás colimbas  dados  sus antecedentes como militante estudiantil-político, y  por la necesidad de conscriptos que aportasen cierta materia gris a la administración, escasa en ese momento entre los suboficiales de carrera.
Después del corto período de instrucción y en cumplimiento de un plan de ahorro en  alojamiento y comida, le  asignaron el turno de las seis de la mañana, al  mediodía volvía a su casa. Aún así Beto no veía la hora de alejarse de la vida militar.
Desde hacía unos meses noviaba con una muchacha seis años menor que él, y tal como era de uso en la época mantenía alguna relación íntima, aunque no convivían bajo el mismo techo como se estila hoy en día, además el vínculo era tan reciente que…
Engolosinado en esas mieles amorosas y urgido por conseguir la baja legal, se casorió hasta con fiesta, sin reflexionar demasiado
A los pocos meses la esposa quedó embarazada y recién cayó en la cuenta que se había comprometido para siempre y que con esa mujer tenían poco en común.
Por esas casualidades de la vida  encontró a una amiga que le seguía llenado el ojo.
Con su habitual impaciencia, consultó a sus padres para que lo respaldaran, o por lo menos para justificarse ante ellos.
-¿Ustedes me repudiarían si me separara de mi mujer?
-Sos nuestro hijo en las buenas y en las malas, nos guste o no nos guste lo que hagas. Pero por favor aguantá un poco, tratala con el cariño que su estado merece, después que nazca la criatura tendrás tiempo de decidir lo que quieras.
A los meses de nacido el pibe volvió a vivir en la casa de sus viejos, sin dejar de aportar puntualmente el dinero necesario para el sostenimiento del hogar matrimonial.
A los abuelos de las dos partes el primer nieto los embelezaba, unos y otros se turnaban para cuidarlo cuando la joven madre comenzó a trabajar medio día.
El juicio de divorcio se complicó, su ex esposa entabló relaciones con un especialista colombiano en informática, quien le ofreció casarse y llevarla con el bebe a vivir a Colombia.
Beto encariñado con la criatura se opuso a que saliera del país. ¿A Colombia? Justamente el país de los carteles de la droga.
Los jueces le dieron la razón, otorgándole a la madre el derecho a convivir con su hijo mientras permaneciera, aún transitoriamente, en la Argentina.
El pibe se crió en la casa paterna, la abuela se encargó de él con la colaboración de los otros abuelos, y de Beto en su rol de padre.
Transcurrido un año Beto alquiló un departamento y se fue a vivir con la añorada amiga del encuentro casual.
El pibe siguió en casa de los abuelos, porque su nueva pareja apasionada por la danza mo-derna no estaba dispuesta a dedicar su tiempo a una criatura, es más lo celaba, incluso le desagradaba que Beto lo visitara todos los días y cumpliera sus obligaciones de padre. Esa no era su única chifladura y la vida en común duró un soplido.
El cariño por su hijo minimizó el disgusto de Beto.
Todos los años la madre volvía una o dos veces a visitar a su hijo, por lo que mantuvo cariñosa relación. Hasta que se mudó a una ciudad de Estados Unidos, donde su marido consiguió un ventajoso empleo, y ella quedo repetidamente embarazada.
Entonces se invirtió el sentido de los viajes, le mandaban dos veces por año, durante las vacaciones escolares pasajes aéreos para que visitara a sus hermanitas. Beto lo aceptó de buen grado, era lo mejor para el chico, aunque durante los primeros viajes se sintiera pendiente de un hilo, pero como siempre que viajó volvió, la fue apechugando.
Con el correr del tiempo conoció a una mujer separada con dos hijas, que integraba el cuerpo de baile del Teatro Colón y decidieron vivir todos juntos, el pibe se adaptó bien, a todo esto ya estudiaba el secundario en el Mariano Acosta. Beto tuvo otro hijo, el benjamín de la familia, por el que tenía debilidad. Cuando la mujer trocó su labor en el Colón, por la dirección y coreografía de un conjunto de tango que realizaba giras alrededor del mundo, la relación se hizo más laxa, pero siguió manteniéndose. Beto compró una casa que reformó para que su hijo mayor, que se dedicaba a las filmaciones y al diseño gráfico en un puesto producto de las relaciones de su padre,  gozara de  independencia y el menor, un precoz basquetbolista,  compartiera con él los fines de semana de entrenamiento o competencia y las vacaciones en las que recorrían el país en carpa. Ambos hijos conformes con el padre que les había deparado la suerte.  En el futuro… todo  futuro es de difícil predicción, una relación parental bien sustentada no lo garantiza, pero…
PARA ELLOS TAMBIÉN
(Escrito en 1960)             
Yo sé que mi padre fue un músico
a veces vicioso
y a veces sublime,
pero como sus notas
se dispersaron con el tiempo
ningún recuerdo
conservo yo.
Para que mis hijos
lo lean en su mocedad.
Para ellos también escribo yo.
CÁSCARA GRUESA, PULPA DULCE.
(Padre clase 1907)
Lo conocí en mi juventud. Mi hermana menor se había vinculado en la facultad a su hijo, él terminó médico y ella casada, unos años antes yo también había contraído matrimonio.
En el interin, trabajando los dos, mi mujer y yo, habíamos conseguido trocar el rancho suburbano que constituyó nuestro primer nido de amor en un PH  de tres ambientes y patio, empollado entre otros teintipico  PH, además mi donna  sin alardear se las había ingeniado para terminar su carrera y para concebir un hijo varón.
Allí lo invitamos a almorzar un domingo al irascible suegro de mi hermana. Por entonces a mí, un simple técnico, le habían confiado la responsabilidad de reinstalar una antigua refinería de aceite comestible, por lo que trabajaba como un bruto.
Y con bruto criterio prejuzgaba a los que gozaban de más comodidades, mi cuñado había dispuesto desde que llegó de las provincias para  estudiar, de un departamento moderno cerca de la facultad, y según rumores respetuosamente envidiosos, de un padre médico, inspirador de vocaciones familiares, que poseía una estancia como de cinco mil hectáreas.
Mientras ingeríamos un morfi especial , se me ocurrió para afirmar dotes, tirarle encima los dos años de lecturas de fin de semana en el rancho suburbano, en los que me había enamorado de la antropología, de Franz Boas y sus “Principios elementales de antropología
Cultural” y hasta de las corrientes poblacionales de América pergeñadas por  nuestro Canals Frau, merecedoras del premio nacional de literatura, que al poco tiempo se desecharon por erróneas y retrógradas.
El Dr. Laurencino padre tomó mi atracalada como una agresión y con su natural irascibilidad me contestó que cuando la experiencia de la vida me permitiera discernir  volveríamos al tema, con más razón en el fondo que en la forma.
Desde ese momento procuré mantenerme a distancia para evitar su tiroteo verbal con munición gruesa,  sin pelos en la lengua para cantarle las cuarenta a cualquiera, porque al pan pan y al vino vino.
Que lo llamaban ”El  loco Laurenzino” me enteré después, me lo contó al pasar un médico alergólogo amigo  que hacía giras por los pueblos para atender pacientes.
El tiempo me permitiría ampliar mi conocimiento sobre  Don Serafín Laurencino.
Cuando su hijo menor  también abandonó el pueblo para cursar la universidad, con que ob-jeto se iban a quedar Laurencino y su vieja,  poco partidarios de los rendez vous pueblerinos, se mudaron a Buenos Aires, cerca de los hijos y  nietos. No vaciló en  trocar la estancia, él  era  médico  no estanciero, por unos departamentos y se dispuso a gozar de la existencia.
El hijo menor, tal vez para escapar de su férula, decidió estudiar una carrera que sólo se dictaba en Córdoba, allí se ennovió con una muchacha  humilde, hija del  sastre  Mena, con la que tuvo dos hijos. Yo la conocí cuando trabajaba en una refinería de aceite en Mar del Plata y Don Serafín los invitaba a pasar unos días de veraneo.
Después del Cordobazo  uno de los Mena se convirtió en dirigente del ERP, el segundo de
Santucho y la familia se vio involucrada. El hijo de Laurencino aún influido por la  ideología,
se resistía a participar en la lucha armada, conflicto que se resolvió a golpes, de los que no salió bien parado, el Dr. Laurencino fué a atenderlo. Para evitar nuevos encontronazos, o lo que todavía podía ser peor, la represión militar y policial, decidió asilarse en México.
A todo esto mi cuñado trabajaba como radiólogo del hospital de Tigre y mantenía estrecha relación profesional con el cirujano mayor. La hija de ese cirujano puso una bomba en la casa del jefe de la Policía Federal. Cuando comenzaron a secuestrar a médicos del hospital que no tenían nada ninguna relación con el atentado, mi cuñado, también se asiló en México, a los pocos días lo siguieron mi hermana y mis tres sobrinos.
Laurencino se quedó todavía más solo de lo que había estado en Trenque Lauquen cuando sus hijos fueron a estudiar, pero no lo seducía abandonar el país.
Los acontecimientos se precipitaban, durante el año siguiente la ex mujer de su hijo fue des-cubierta en una quinta de Moreno y asesinada por el ejército junto a su nuevo compañero.
Laurencino desconocía el destino de sus dos nietos, en el “enfrentamiento” aparentemente no habían muerto.
Recurrió a  viejas  relaciones conservadoras para averiguar su paradero, después de mucho dar vueltas y correr peligros ante los que no se amilanó, los descubrió entre con la cabeza repleta de piojos, en un asilo de Junín (Pcia de Buenos Aires), y  se llevó una nueva sorpresa, no eran dos hermanos, eran tres. La muchacha había tenido otro varoncito con su compañero. Laurencino inició las tramitaciones ante el juez para que le otorgaran la patria potestad sobre los tres Laurencinitos.
Casualmente por esa fecha yo había sido secuestrado  por las dudas, picaneado hasta que se convencieron que no tenía ninguna relación con la guerrilla, y me pusieron a disposición de un juez quien después de tres semanas me dejó en libertas sin que afectara el buen nombre y honor del que pudiera gozar.¿Quién, yo o los torturadores?
Al enterarme sobre los nietos que Laurencino había recuperado, quise visitarlos, mi familia
no querían que corriera  más peligros, pero yo lo consideraba un deber de solidaridad.
Los encontré disfrutando de los cuidados de los abuelos, la abuela se había encariñado con el bebé rubio, nietito que no era de su sangre.
Laurencino vendió las propiedades y se fue a vivir a México con sus hijos y sus nietos.
En México le fue económicamente mal, depositó a plazo fijo su dinero, justo cuando el gobierno decretó un corralito.
Caída la dictadura militar  Laurencino y su esposa volvieron a la Argentina, los  dos pibes mayores quedaron con su padre un tiempo después decidieron hasta reunirse con su hermano  y  con su abuelo, el sastre Mena, refugiado en Cuba.
Un gran  terremoto asoló la ciudad de México, mi cuñado, quién en el ínterin, además de trabajar como médico, había cursado la Licenciatura en Epistemología de la UNAM, mi hermana, que había estudiado historia de las artes, y mis sobrinos decidieron regresar  a Buenos Aires.
Laurencino los ayudó con lo poco que le iba quedando.
Hijo de un humilde albañil, había realizado sacrificios para estudiar medicina y pensaba que para salir de la pobreza se debían realizar sacrificios. Temía que los pobres pudieran despojarlo, aunque a él lo habían despojado los bancos.
No sé si eso es ser conservador.
Ojalá hubiera muchos Laurencino que en los  momentos difíciles, arriesgaran el pellejo   asumiendo sus obligaciones humanitarias.
Nos estimularía recibir vuestros comentarios (o colaboraciones) en:
Esta dirección de correo electrónico está protegida contra robots de spam. Necesita activar JavaScript para poder verla
Facebook: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra robots de spam. Necesita activar JavaScript para poder verla
www.edicionesaguaclara.com.ar
 
Joomla 1.5 Templates by Joomlashack