Escrito por teleSUR tv
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Lunes, 04 de Mayo de 2020 00:00 |
“La poesía es algo que llega cuando ella quiere y no es que uno la pueda invocar o convocar: nadie se sienta a escribir poemas porque quiere o porque se lo propone", confesaba Gelman en el 2007.
“Un pájaro vivía en mí. Una flor viajaba en mi sangre. Mi corazón era un violín”… Con estos versos comienza Epitafio, uno de los tantos poemas del considerado poeta del amor y el más importante de su generación, el argentino Juan Gelman Burichson. LEA TAMBIÉN: Gabriela Mistral, seis décadas de un legado multicultural El también traductor y periodista nacido el 3 de mayo de 1930, afortunadamente abandonó su carrera de Química para dedicarse al destino de las letras, pasión por la cual merecería en el año 2007 el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, por su capacidad para jugar con la musicalidad y el ritmo de las palabras y la riqueza de registros. En ese entonces, el Ministro de Cultura español, César Antonio Molina, destacaba que Gelman llevaba la poesía tatuada en los huesos, y Gelman, por su parte, aseguraba que no consideró nunca a la poesía como una profesión. “La poesía es algo que llega cuando ella quiere y no es que uno la pueda invocar o convocar: nadie se sienta a escribir poemas porque quiere o porque se lo propone", confesaba el argentino cuya obra estuvo signada tanto por el amor, como por el dolor y la muerte vividos durante la dictadura argentina. Precisamente, en el aniversario 90 del natalicio de uno de los más grandes poetas hispanoamericanos del último medio siglo, sus versos resurgirán a través de 10 de sus poemas que no debes dejar de leer. “La poesía es algo que llega cuando ella quiere y no es que uno la pueda invocar", Juan Gelman. El juego en que andamos Si me dieran a elegir, yo elegiría esta salud de saber que estamos muy enfermos, esta dicha de andar tan infelices. Si me dieran a elegir, yo elegiría esta inocencia de no ser un inocente, esta pureza en que ando por impuro. Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados. Aquí pasa, señores, que me juego la muerte. Confianzas se sienta a la mesa y escribe «con este poema no tomarás el poder» dice «con estos versos no harás la Revolución» dice «ni con miles de versos harás la Revolución» dice y más: esos versos no han de servirle para que peones maestros hacheros vivan mejor coman mejor o él mismo coma viva mejor ni para enamorar a una le servirán no ganará plata con ellos no entrará al cine gratis con ellos no le darán ropa por ellos no conseguirá tabaco o vino por ellos ni papagayos ni bufandas ni barcos ni toros ni paraguas conseguirá por ellos si por ellos fuera la lluvia lo mojará no alcanzará perdón o gracia por ellos «con este poema no tomarás el poder» dice «con estos versos no harás la Revolución» dice «ni con miles de versos harás la Revolución» dice se sienta a la mesa y escribe Certezas A ver cómo es. Estaba quieta la inquietud por una vez. La desazón en sazón y ¡cómo se parecía el mundo a Gerarda envuelta en sensaciones de encaje! Las palabras chocan contra la tarde /y no la descomponen. La furia no me deja solo conmigo. Habrá que recortar la sombra militar. ¡Camaradas especialistas en esperar cansancios: apaguen el amor dudoso que baja humilde y despacito! Hasta el revés del cosmos morirá! Fábricas del amor Y construí tu rostro. Con adivinaciones del amor, construía tu rostro en los lejanos patios de la infancia. Albañil con vergüenza, yo me oculté del mundo para tallar tu imagen, para darte la voz, para poner dulzura en tu saliva. Cuántas veces temblé apenas si cubierto por la luz del verano mientras te describía por mi sangre. Pura mía, estás hecha de cuántas estaciones y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos. Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos. Qué infinito de besos contra la soledad hunde tus pasos en el polvo. Yo te oficié, te recité por los caminos, escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra, te hice un sitio en mi lecho, te amé, estela invisible, noche a noche. Así fue que cantaron los silencios. Años y años trabajé para hacerte antes de oír un solo sonido de tu alma. La rueda El arco o puente que va de tu mano a la mía cuando no se tocan, abre una flor intermedia. ¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca ese vacío de las manos solas en su fatiga? Nace una flor, sí, se agosta en mayo como una equivocación de la lengua que se equivoca , sí. ¿Por qué este horror? En la página de nosotros mismos tu cuerpo escribe. Ausencia de amor Cómo será pregunto. Cómo será tocarte a mi costado. Ando de loco por el aire que ando que no ando. Cómo será acostarme en tu país de pechos tan lejano. Ando de pobre cristo a tu recuerdo clavado, reclavado. Será ya como sea. Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado. Me comerás entonces dulcemente pedazo por pedazo. Seré lo que debiera. Tu pie. Tu mano. Gotán Esa mujer se parecía a la palabra nunca, desde la nuca le subía un encanto particular, una especie de olvido donde guardar los ojos, esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo. Atención atención yo gritaba atención pero ella invadía como el amor, como la noche, las últimas señales que hice para el otoño se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos. Dentro de mí estallaron ruidos secos, caían a pedazos la furia, la tristeza, la señora llovía dulcemente sobre mis huesos parados en la soledad. Cuando se fue yo tiritaba como un condenado, con un cuchillo brusco me maté, voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre, él moverá mi boca por la última vez. Epitafio Un pájaro vivía en mí. Una flor viajaba en mi sangre. Mi corazón era un violín. Quise o no quise. Pero a veces me quisieron. También a mí me alegraban: la primavera, las manos juntas, lo feliz. ¡Digo que el hombre debe serlo! Aquí yace un pájaro. Una flor. Un violín. Alza tus brazos Alza tus brazos, ellos encierran a la noche, desátala sobre mi sed, tambor, tambor, mi fuego. Que la noche nos cubra con una campana, que suene suavemente a cada golpe del amor. Entiérrame la sombra, lávame con ceniza, cávame del dolor, límpiame el aire: yo quiero amarte libre. Tú destruyes el mundo para que esto suceda tu comienzas el mundo para que esto suceda. Escribo en el olvido Escribo en el olvido en cada fuego de la noche cada rostro de ti. Hay una piedra entonces donde te acuesto mía, ninguno la conoce, he fundado pueblos en tu dulzura, he sufrido esas cosas, eres fuera de mí, me perteneces extranjera.
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