Generando cambio

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¿TENEMOS LOS QUE NOS MERECEMOS? PDF Imprimir Correo
Escrito por Lic. Marta Giralt   
Jueves, 09 de Julio de 2020 00:00

altVientos propicios empujan las naves

¿Hacia dónde nos llevan? Esto que estamos viviendo no es precisamente una epopeya. El Departamento de Salud de Florida (DOH, por sus siglas en inglés) informó sobre un caso confirmado de la ameba "comecerebros". Las autoridades sanitarias no dieron precisiones sobre la evolución de la persona infectada por la 'Naegleria fowleri', tal el nombre científico de la ameba, pero el hecho generó alarma en un estado de los más golpeados por la pandemia de coronavirus en Estados Unidos. La "comecerebros", como se la conoce vulgarmente, es una ameba microscópica unicelular que puede infectar y destruir el cerebro. El resultado de la infección puede ser mortal.
Intendentes más cercanos (a quien suscribe) alientan la moral del pueblo avizorando hermosas catástrofes conmemorando las ya vividas por el 2001.
La realidad no necesita quien la relate sino quien la re-escriba.
Ya me dormí la mañana y la siesta. No me queda nada para dormirme. Por lo tanto, no puedo soñar sino despierta. Entre las noticias de la tele o el diario, que compiten para aventar males cercanos y posibles, cada vez me siento más inmune y resistente. Pero me parece que está siendo un tanto excesivo este período de calamidades.
¿Es que se tiene lo que se merece? ¿nos merecemos una pandemia? ¿Andar con la boca tapada, amor-dazada? ¿Tomar distancia de los otros como si fueran peligrosos? Yo siento que son todas pesadillas de un neurótico. O las delicias de un sádico. Y no estoy dispuesta a dejarlo gozar.
Estamos en la edad de merecer.
Usted, vos, ella, eso, elle, merecemos lo que estamos sembrando. Parte de la siembra nunca se cosechará. Es la ley de la vida. Un eterno desperdicio. Una perdida que hace que todo lo que se cosecha tenga valor. Pensemos, la pérdida de parte de la cosecha valoriza la siembra. Por ende, la pérdida tiene valor. Será cuestión de evaluar cuál es su precio.
Hace más de noventa días en que el mundo hizo una pirueta y nos puso a todos culo para arriba.
Y de este refrito que es la vida hoy en día hay que sacar conclusiones. Para seguir siendo humanos. Seres de palabra. Poca, mucha, ninguna. Pero de palabra, coño.
Cada uno con su librito, con sus tics y sus cojeras. Que no hablo de sexo, ojo. Hablo de equivocarse y volver a empezar. La historia de la humanidad.
Si se creen los que en nada creen, salvo en DON DINERO, que van a lograr que me atenga a las razones de los mercados y los sabiondos, sepan que soy suicida. En el buen sentido de la metáfora.
Todo Bolsonaro encuentra su verdad.
Este tiempo es el que veníamos anunciando cada vez que postergábamos un sueño. Cada vez que se nos ocurría una boludez. O quizás, cuando no volvimos a hablar con esa mujer por no perder la razón. Y nos perdimos la locura de vivir un amor.
Odisea vieja y peluda, Ulises es el nombre del hombre. Ese que se anima a dar la vuelta al mundo sin Julio Verne aún. Se topa con Circe, y no se achica. Con locas como ella ha tomado alguna birra. Y hasta perdió una lágrima.
Y atado al palo del barco, se anima a todas las tentaciones. Atado, atenti! No suelto y sin red. Sin cubrebocas, y desbocado.
Vuelta a Ítaca, o sea, a Cardales, se encuentra con Penélope Lamour. Si, es su versión comic. No menos seria por eso. Serial. Crimen es no vivir la vida.
Por suerte me pasan muchas cosas que no me merezco. Unos cuantos fulanos que no debí haber conocido. Unas menganas que debiera haber olvidado. Pero la vida se cuenta como se quiere contar. Para eso se está vivo.
Si esperaste hasta hoy para cometer ese pecado...puede ser último. No lo evites.
¡Si tus inhibiciones no te dejaban mostrar la punta que del ancho de espadas que guardás en la manga, dale ahora que entra!
Son tiempos para los que queremos matar ciertas cosas. Para que vivan otras.
Son tiempos para los que ya no tienen tiempo. O para los que les sobra y lo quieren seguir perdiendo. De ellos será el reino de los cielos...Que este es nuestro.
Hummmm. El humor ¿vale como amor?
Sin poder reírnos de los errores de conducta, de escritura, de intenciones, de ejercicio de la paternidad, de la maternidad, del rol de docentes, del ejercicio de gobierno de la vida de otros que nunca será la propia... ¿hay una legalidad que nos castigue por no sufrir esos errores como horrores?
Mejor no derrapar tanto y volver a lo conocido. A la buena prensa, la psicología positiva y todo el verso.
Que se trata de merecer lo que se tiene, aún sin tener lo que merecemos. Sabrá la historia como sigue esto.
Esta columna es de una psicóloga que se dio cuenta que el tiempo es muy poco. Calamaro dixit.

 
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