Generando cambio

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Escrito por León Guinsburg   
Jueves, 05 de Julio de 2012 12:23
EL CORTEJO

Detengan el cortejo.
Inclinan los faroles su cerviz de hierro
al paso marcial de los caballos
tan bellamente negros.
Que lo detengan, dije.
Están huyendo las flores
del peso de las coronas Son cálices que he hierven alineados
resistiendo al Misterio,
porque libres son de absoluto perfume
y el póstumo homenaje
se hará a la vera
pero nunca jamás en la quietud del cementerio
Alto los coches,
que no merece el tizne de las noches
ni el discurso de ocasión, o lo que viene.
Déjenlo gritar su última arenga
y al silencio pongan el oído,
porque su voz ni muerta se detiene.
Llora el pueblo y desolado soldado
lo saluda a nuestro viejo.
Con la mano y con el rostro del color del pueblo.
En su ataúd, Peron frunce el entrecejo
devolviendo el saludo. No se ve, pero lo hizo,
Deténgase el cortejo porque el Pueblo llora.
Prosiga el cortejo porque el Pueblo vive.

UN TRAMO MÁS
Esta ritual madurez que siempre llega,

invasor, irremisible,

antesala de lo que también siempre llega

para acabar en memoria.

En el cosmos de un tiempo no anotado

los espejos lloran la belleza ajada

o el bamboleo del frágil equilibrio

de la resignación.

Más vale ser Tartufo.

Reír y hacer que ría la venial arruga

en el acantilado donde brota descendencia.

Porque el sueño del ayer soñado

quiere hoy reverdecer en la inocencia.

Mienten siempre los espejos si de soñar se trata

porque la edad no es apenas racimo de recuerdos

sino potencia algo marchita, pero potencia.

No ha de ser tan lánguida la ciencia

de crear belleza o testimonio,

de alegar a Dios como un demonio

la virtud de ser viviendo un tramo más.

 

 

 

 
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